El factor Marta y la decisión presidencial
Columna JFM

El factor Marta y la decisión presidencial

La comunicación entre el PAN y el gobierno federal sigue estando en corto circuito. Mientras el PAN aceptó que sus precandidatos pueden y deben moverse para generar presencia ante la sociedad, el presidente Fox cambió radicalmente su posición; ahora ha puesto un candado que si se cumple será muy duro de superar respecto a la prohibición de sus colaboradores para hacer precampañas políticas. Fue más allá el presidente Fox: si bien reconoció que ella no es miembro del equipo de gobierno, incluyó entre los que no pueden hacer proselitismo a su esposa, Martha Sahagún de Fox y, con ello, la legitimó como precandidata.

La comunicación entre el PAN y el gobierno federal sigue estando en corto circuito. Mientras el PAN aceptó que sus precandidatos pueden y deben moverse para generar presencia ante la sociedad, el presidente Fox este fin de semana, finalmente, cambió radicalmente su posición de hace apenas unos meses y ahora en lugar de decir que los tiempos han cambiado y que son bienvenidas todas las expresiones futuristas, ahora ha puesto un candado que si se cumple será muy duro de superar respecto a la prohibición de sus colaboradores para hacer precampañas políticas. Fue más allá el presidente Fox: si bien reconoció que ella no es miembro del equipo de gobierno, incluyó entre los que no pueden hacer proselitismo a su esposa, la señora Marta Sahagún de Fox y, con ello, la legitimó como precandidata.

El factor Marta ahí está y es, en realidad el que está moviendo toda la sucesión panista. ¿Por qué el factor Marta determinará la sucesión panista? En primer lugar porque es, de todos los que se han nombrado como posibles aspirantes del blanquiazul (Santiago Creel, Felipe Calderón, Francisco Barrio, Carlos Medina Plascencia), la que es más conocida pero también porque resulta ser la que, en estos momentos y muy lejos aún de los comicios, la que mayor cantidad de votantes no panistas podría atraer. Buscar la candidatura, además, con todo el apoyo de la presidencia de la república es un handicap en su favor que no resultaría nada desdeñable. Y el presidente Fox y su esposa no parecen rechazar en absoluto la posibilidad de que ésta finalmente sí busque la candidatura presidencial.

El problema es con el PAN. Buena parte del panismo no quiere a Marta como candidata: simplemente, si se recuerda cada vez que Luis Felipe Bravo Mena habla de quienes podrían ser candidatos de su partido, recuerda hasta a la eficiente secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, pero casi siempre se olvida de Marta. Barrio Terrazas y Medina Plascencia han rechazado directamente esa posibilidad, pero el hecho es que ambos parecen ser figuras con pocas posibilidades para llevarse la candidatura para el año 2006.

En cambio, tanto Santiago Creel como el propio Felipe Calderón, no han dicho una palabra sobre Marta. A ninguno de los dos le entusiasmaría demasiado la postulación de la esposa del presidente como candidata presidencial, pero ninguno de ellos descartaría la participación de Marta en las listas panistas. El hecho es evidente: Santiago Creel representaría una fórmula de continuidad un poco más lineal con el foxismo, la suya, para bien o para mal del propio Creel sería algo así como la candidatura oficialista del actual gobierno. En el caso de Calderón, la suya sería una candidatura que representaría claramente al panismo doctrinario, ese que jamás ha estado demasiado cómodo, primero con el gobernador, luego con el candidato y más tarde con el presidente Fox. Y no ha estado cómodo porque sus proyectos de crecimiento y consolidación, su línea política sencillamente era otra. Recordemos, por ejemplo, las declaraciones y los textos de Carlos Castillo Peraza y del propio Felipe Calderón allá por 1996-97 sobre las aspiraciones de Fox y tendremos un pequeño compendio de esas diferencias. Pero el hecho es que ese panismo doctrinario y particularmente Calderón, después de haber dejado la presidencia del PAN y de haber observado el fenómeno Fox, también han aprendido que los manejos políticos, las alianzas extrapartidarias y los tiempos, no podían seguir marcados por la mayor de las ortodoxias. En otras palabras, quieren dar una suerte de vuelta de tuerca respecto al foxismo, quieren conservar los mecanismos que permitieron la popularidad de la candidatura de Fox pero manteniendo, también, los principios políticos de su partido, por lo menos el de la corriente que representan Calderón y los suyos, mucho más cercanos al liberalismo tradicional que los sectores muy conservadores del panismo cuyo representante sería Medina Plascencia y que son los más enfrentados con el foxismo.

Por eso mismo, aunque a algunos les parezca extraño, es mucho más probable un acercamiento político entre Calderón y Jorge Castañeda, por ejemplo, que entre éste y Creel y por supuesto que entre el ex canciller y Marta Sahagún.

Pero el hecho es que tanto para Creel como para Calderón, el tener a Marta Sahagún en un espacio que no sea la candidatura presidencial pero que sí le permita hacer proselitismo a nivel federal sería muy importante. Ello se fortalece por otra percepción: independientemente de que se siga presentando como una opción presidencial ¿debería Marta realmente buscar la candidatura presidencial?. Haciendo un análisis objetivo no, porque ello terminaría provocando prácticamente un cisma en el panismo, con costos políticos muy altos para todos, pero además porque luego de los resultados de la última asamblea nacional del PAN, al decidirse que en la elección del candidato presidencial sólo podrán participar militantes y adherentes, prácticamente se la deja afuera. Sería catastrófico para el propio presidente Fox que en su partido, en una elección interna perdiera su candidata que es, además, su esposa, y obligaría a quien fuera el ganador a diferenciarse mucho más claramente de su administración.

Pero fuera de la candidatura presidencial prácticamente estará obligada a buscar una candidatura, un puesto de elección popular como un mecanismo de continuidad con el foxismo y para aprovechar el margen de reconocimiento tan alto que sin duda tiene.

En las últimas semanas se ha hablado de que si Marta no obtiene la candidatura presidencial podría optar por buscar la jefatura de gobierno del DF. Sería el mayor de los errores: Marta mantiene elevados índices de popularidad en casi todo el país…con excepción del DF, donde además existe un porcentaje muy alto de electores que de ninguna forma votarían por ella. Lanzarse para jefe de gobierno del DF sería el camino, primero, para una derrota casi segura, porque no tendría ni una estructura ni un discurso suficiente para alcanzar el triunfo. Segundo, en lugar de potenciar sus posibilidades se las limitaría seriamente. El lugar de Marta tendrá que estar en el senado, encabezando una de las lista plurinominales, lo que le permitiría estar en campaña y tener asegurada una posición para el futuro y, sobre todo aprovechar el reconocimiento en los estados, podría estar haciendo campaña en todo el país, llevando votos a cualquiera que sea el candidato panista, siendo al mismo tiempo un mecanismo de continuidad pero, al ser otro el candidato presidencial del blanquiazul, no de continuismo.

Y tanto Calderón como Creel están pensando en esa posibilidad: el secretario de Gobernación con un acuerdo con Marta que viene de tiempo atrás en ese sentido, y el propio Felipe dejando fuera de sus críticas al desplazamiento gubernamental del que fue objeto, a la propia Marta Sahagún. La esposa del presidente va a tener que jugar un papel e importante en la sucesión del 2006, pero no podrá ser el protagónico, aunque en el más estrecho entorno de Los Pinos aún crean que ello es posible y deseable.

Reagan sabía lo que quería

Para muchos Ronald Reagan fue la demostración de que la política ya se había convertido en espectáculo y de que las cualidades políticas de un líder dependían exclusivamente de su capacidad de desempeñarse ante las cámaras. Los yerros de Reagan fueron monumentales, como confundir, en visita oficial, Brasil con Bolivia. Pero incluso quienes criticábamos entonces y ahora su concepción de la política y de la vida, debemos reconocerle a Reagan algo: el alto nivel de eficiencia que logró en su gobierno y el haber logrado vender un proyecto partidario de grupo, como un proyecto de nación, obligando incluso a que los demócratas revisaran a fondo su concepción del manejo de los recursos públicos y de su propia visión de nación. Reagan fue un actor mediocre y no era ningún talento político especial, pero a diferencia de otros, supo rodearse de los mejores exponentes de su corriente, la derecha, los mantuvo a su lado, fue extremadamente disciplinado con la línea a seguir y logró que funcionaran como un gobierno aparentemente homogéneo y ágil, con objetivos claros. Un ejemplo que en México, con muchas condiciones similares, la administración Fox no siguió.

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