El fantasma que se le aparece a Murat
Columna JFM

El fantasma que se le aparece a Murat

El gobernador de Oaxaca, José Murat, no está ofreciendo conferencias de prensa a diestra y a siniestra, anunciando demandas y conjuras en su contra a partir, sólo, de lo que ya ha mostrado la aún no terminada investigación de la PGR sobre los hechos del 18 de marzo que hasta ahora ha demostrado fehacientemente que ese día no hubo atentado alguno. La preocupación de José Murat tiene nombre y apellido: se llama Rufino Zárate y era, esa mañana del 18 de marzo, un policía auxiliar más, que estaba en el hotel Victoria. Ese día ingreso al hospital del IMSS en la ciudad de Oaxaca, en coma, y unos días después, falleció sin haber recobrado nunca el conocimiento.

El gobernador de Oaxaca, José Murat, no está ofreciendo conferencias de prensa a diestra y a siniestra, anunciando demandas y conjuras en su contra a partir, sólo, de lo que ya ha mostrado la aún no terminada investigación de la PGR sobre los hechos del 18 de marzo que hasta ahora han demostraron fehacientemente de que ese día no hubo atentado alguno contra el gobernador. La preocupación de José Murat tiene nombre y apellido: se llama Rufino Zárate y era, esa mañana del 18 de marzo, un policía auxiliar más, que estaba en el hotel Victoria. Ese día ingreso al hospital del IMSS en la ciudad de Oaxaca, en coma, y unos días después, falleció sin haber recobrado nunca el conocimiento.

Ayer el subprocurador Gilberto Higuera Bernal advirtió que la PGR, continúa y continuará investigando lo sucedido el 18 de marzo, particularmente lo relativo a la portación, al uso y al ocultamiento del fusil AK 47 (un arma de uso exclusivo del ejército y fuerzas armadas), que fue disparado desde dentro de la camioneta que conducía el gobernador Murat el día de los hechos. Así como el origen y manipulación de los 7 castillos calibre 7.62 mm que, se dijo, fueron encontrados en el lugar del evento y, destacó que sobre todo profundizará en la investigación sobre la muerte del policía Rufino Zárate.

Y es que la muerte de Rufino Zárate no puede separarse de lo sucedido el 18 de marzo. Ese no es un descubrimiento de la PGR ni parte de una conjura de los adversarios de Murat: el que estableció esa relación, la del policía en coma con el supuesto atentado, fue el propio gobierno del estado. Pero lo hizo con versiones contradictorias y encontradas. Primero, se dijo que Rufino Zárate había fallecido de un disparo en la cabeza cuando intentaba proteger al gobernador en el momento del atentado. Pero, luego se comprobó que Zárate no había sufrido disparo alguno. Entonces se cambió la versión: se dijo que se había caído de la parte trasera de una camioneta que transportaba a varios policías auxiliares y que iban en auxilio del gobernador. Hubo una tercera versión: que simplemente esa camioneta estaba estacionada en algún lugar cercano, nunca se especificó exactamente dónde, y que el policía simplemente se cayó y golpeó con la nuca contra la banqueta, un golpe que, finalmente le provocó la muerte.

Pero resulta que, hasta ahora, no queda claro siquiera el lugar en donde ocurrieron los hechos y tanto distintas versiones de los médicos que lo atendieron en el IMSS, como los estudios de radiografias y tomografías que se le realizaron en ese lugar (y que según la información con la que contamos ya está en manos de las autoridades federales) demostrarían que Rufino Zárate no murió de un golpe al caer de una camioneta sino de varios golpes asimétricos en la cabeza que no se habrían podido producir por ninguna caída. En una entrevista publicada ayer en Crónica, su esposa y su padre, aseguran que Rufino tenía por lo menos cuatro golpes en la cabeza, según les informaron los médicos que lo atendieron en el IMSS: dos de ellos en la nuca y otros dos, uno en cada una de las sienes, tampoco mostraba raspones o indicios de que se hubiera caído de alguna parte. La versión que se maneja es que muchos de esos golpes podrían ser productos de cachazos o algo similar.

Pero, además, la familia de Rufino Zárate asegura que no tiene sentido la afirmación de que iba en la parte trasera, de carga, de una camioneta, porque en realidad Zárate era el chofer del subsecretario de seguridad pública estatal, Francisco Santiago. ¿Qué hacia entonces Zárate en esa camioneta?¿cómo pudieron confundirse las autoridades locales tanto como para hablar primero de un disparo en la cabeza y luego de la caída de una camioneta, porqué hablar de un solo golpe cuando los graves fueron por lo menos cuatro, y porqué ocultaron que era el chofer del subsecretario de seguridad pública del estado?.

El show que ha montado el mandatario oaxaqueño se explica por este hecho. Porque hasta ahora es muy grave que se haya sabido que no hubo atentado, que todos los disparos fueron hechos por la pistola de su jefe de escoltas ascendido después del atentado a la secretaría de seguridad pública del estado, que los disparos fueron realizados desde dentro de la camioneta que supuestamente conducía el gobernador en lugar de provenir desde afuera, que las balas de AK-47 que se encontraron en el lugar fueron dejadas allí y nunca disparadas en contra de la camioneta del gobernador, que las propias autoridades modificaron el escenario de los hechos y rompieron el parabrisas de la camioneta para disimular los disparos. Que las declaraciones de custodias y del propio gobernador hayan sido falsas. Todos esos son delitos, que se consideran como no graves, que podrían ser librados, o por lo menos que no ameritarían ir a la cárcel.

Pero en el caso de Rufino Zárate estamos ante una muerte que puede resultar ser, con base en lo que dice su familia y los estudios médicos que se le tienen que haber hecho a Zárate en el hospital donde estuvo internado, un homicidio. Un crimen que no puede ocultarse con declaraciones. Rufino Zárate murió como consecuencia de algo ocurrido esa mañana del 18 de marzo en el hotel Victoria, que propició el tiroteo y que está relacionado con el falso atentado que denunció el gobierno estatal.

El propio gobierno local fue el que originalmente para magnificar el supuesto atentado fue el que relacionó la muerte de Zárate con esos hechos: ahora debemos esperar a conocer las verdaderas causas que llevaron a su deceso. Por eso tienen miedo.

Y por eso también los dirigentes y gobernadores priistas, los legisladores comenzando por Emilio Chuayffet y Enrique Jackson, prácticametne ninguno de ellos ha querido salir en defensa de Murat, por la sencilla razón de que su posición es indefendible, ante la justicia y ante la opinión pública. Vamos, ni el candidato del PRI en Oaxaca, Ulises Ruiz ha podido o querido salir en defensa de su gobernador, porque sabe que si lo hace tendría firmada su derrota en las elecciones, una derrota que, por otra parte, lo acecha cada día más. Incluso se corrió la versión de que había un acuerdo entre el gobierno federal y Roberto Madrazo para sacar solamente los datos duros sobre lo ocurrido el 18 de marzo con Murat y no avanzar con acciones penales hasta concluidas las elecciones, pero ese acuerdo fue roto por la propia reacción del gobernador y, ahora no sólo se debe continuar con las investigaciones sino, además, desentrañar, el punto central, confirmado ya que no hubo atentado, de lo sucedido esa mañana: la pregunta es esa: ¿cómo, dónde y porqué murió Rufino Zárate?

¿Una nueva alianza en el PRI?

Mientras los priistas se olvidan de Murat para preservar su propia credibilidad, pareciera que en la cima de ese partido se estaría dando una nueva alianza o acuerdo que modificaría la correlación de fuerzas internas. Como se recordará, Madrazo llegó a la presidencia del PRI aliado con la actual secretaria general, Elba Esther Gordillo, para enfrentarse a la candidatura de Beatriz Paredes. Ganaron Madrazo y Elba Esther por apenas un uno por ciento de los votos. Pero después ya sabemos lo ocurrido: la alianza Madrazo-Elba se rompió, y, con el tiempo, Beatriz Paredes (que nunca ha tenido una buena relación con Gordillo y mantiene fuerte presencia en el PRI) reapareció en los primeros lugares del priismo, presidiendo la Fundación Colosio. Luego fue incorporada, junto con el propio Madrazo y los coordinadores legislativos del tricolor (además de David Penchyna, secretario técnico del consejo político nacional) a la comisión de negociación con el gobierno federal, designada por el propio Madrazo. Ahora el tabasqueño está impulsando la candidatura de una de las principales aliadas de Beatriz, la ex legisladora María de los Angeles Moreno, a la presidencia del PRI capitalino. ¿Vendrá un acuerdo entre Madrazo y Beatriz para darle gobernabilidad al priismo?. Ello sería, sin duda, a costa de Elba Esther, pero también con base a un reposicionamiento de Madrazo hacia el centro y un papel mucho más protagónico de Beatriz que, además, es una precandidata a la presidencia de la república en el tricolor.

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