Ayer, en un discurso fuera de agenda, cuando recibió un reconocimiento de la Academia Nacional, el secretario de la Defensa Nacional, el general Gerardo Ricardo Clemente Vega García reiteró, casi con las mismas palabras, lo que nos había dicho en una entrevista que le hicimos a principios de abril. Volvió a llamar a la reconciliación nacional y al perdón para evitar que el país, la nación dijo, ?se nos vaya de las manos?. Y agregó que por su propia función, el ejército, las fuerzas armadas están en todo México y saben que es lo que realmente sucede en el país, pero que ?nos les corresponde? entrar en temas políticos.
Ayer, en un discurso fuera de agenda, cuando recibió un reconocimiento de la Academia Nacional, el secretario de la Defensa Nacional, el general Gerardo Ricardo Clemente Vega García reiteró, casi con las mismas palabras, lo que nos había dicho en una entrevista que le hicimos a principios de abril y que trasmitimos en Imagen Informativa y en Séptimo Día en el canal 40 y que publicamos en Milenio Semanal unas semanas después. Volvió a llamar el general secretario a la reconciliación nacional y al perdón para evitar que el país, la nación dijo, "se nos vaya de las manos". Y agregó que por su propia función, el ejército, las fuerzas armadas están en todo México y saben que es lo que realmente sucede en el país, pero que "nos les corresponde" entrar en temas políticos.
Casi al mismo tiempo que el general Vega García pronunciaba estas palabras, los obispos mexicanos se expresaban en términos casi idénticos: advertían que vivimos un momento crítico en el país, por lo que llamaron a los gobiernos a pensar más en el país, en la necesidad de acuerdos y de unificar fuerzas para luchar por la seguridad y dejar de lado sus intereses partidarios y particulares. Se podrá estar de acuerdo o no con el diagnóstico (que es el mismo que se hacen, nos hacemos, en amplísimos sectores de la sociedad), pero no se puede negar ni el peso, ni la influencia, ni la capacidad de captar muchos de los sentimientos reales, profundos, de la población que tienen tanto las fuerzas armadas como la iglesia, dos de las instituciones, además, con mayor grado de credibilidad en nuestro país.
En realidad, lo que le están diciendo al poder, sobre todo el general Vega García, es que la situación está mucho más descompuesta de lo que creen, de lo que perciben, y me imagino también que, ante esa situación las presiones de muchos sectores para una intervención mayor de las fuerzas armadas en la cosa pública deben estar más que presentes: una intervención, por cierto, que el general Vega García tiene muy claro que sería profundamente errónea. Mucho se habló, por ejemplo, de la posibilidad de utilizar al ejército para combatir los secuestros y otros elementos propios de la crisis de seguridad que vivimos, y a todos los que propusieron algo similar desde los más altos niveles del poder militar se les ha dicho que el ejército es disciplinado y responde a las órdenes del presidente de la república, pero también se les advirtió del peligro que entrañaría sacar el ejército a las calles para combatir la delincuencia.
Pero lo que llama profundamente la atención no es esto, que ha sido norma en nuestra fuerzas armadas, sino que ésta sea la tercera vez en cuatro meses que un hombre con tanta influencia y peso en el país como el secretario de la Defensa haya abordado el mismo tema, casi con las mismas palabras y hasta ahora, haya sido ignorado, en público, por todos los grandes actores del poder político a los que les está advirtiendo sobre lo que realmente sucede en el país. La primera vez que habló de la necesidad de la conciliación para evitar que la nación se vaya de las manos, fue el 19 de febrero con motivo del día del ejército. No hubo reacciones públicas, ni de autoridades ni de partidos a esa advertencia. Semanas después, el secretario nos ofreció la entrevista en la que ahondamos en esos temas y que fue publicada en Milenio Semanal y trasmitida, además, por Imagen Informativa y por el programa Séptimo Día de canal 40. Esa entrevista se realizó en los primeros días de abril, en medio de los llamados videoescándalos. Una vez más, no suscitó respuestas públicas de ninguno de los principales protagonistas de la vida política nacional. Hemos llegado al último día de junio y una vez más, y después de la multitudinaria marcha del domingo pasado, el secretario de la Defensa utilizó un discurso fuera de programa para reiterar, con mayor vehemencia aún, su advertencia.
Pero pareciera que nadie escucha. Nuestros políticos, nuestros funcionarios están en otra longitud de onda, atienden solamente lo que está en su radio de interés más inmediato. Ayer mismo, luego de escuchar al general Vega García, el presidente Fox estuvo en el foro de The Economist y sostuvo que los debates que se dan en México son normales, y no son diferentes a los que se dan en otros países y citó los debates electorales de Estados Unidos, Canadá y España. Olvidó decir que estos debates nuestros (que el representante de la prestigiada revista británica calificó de "fuertes e inútiles") no se están produciendo en un periodo electoral. Es verdad que sí reconoció el presidente Fox que esos debates no están generando resultados a la población, y por eso, decimos nosotros, es que no son normales, no son benéficos y los hace diferentes a los que se realizan en los países citados. El secretario de Gobernación, Santiago Creel, en el mismo foro, reconoció los graves problemas de inseguridad existentes, pero sostuvo que ello no modifica las condiciones para la inversión extranjera. Obviamente tampoco es así: la afecta y mucho, porque esa inversión tiene precisamente el límite de la inseguridad. Una vez más fueron los representantes de The Economist quienes sostuvieron que el mayor problema para la inversión es la inseguridad y la incertidumbre jurídica, lo mismo que, por cierto, sostuvo el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, José Luis Barraza, días atrás, con motivo de su toma de posesión en ese cargo.
Ayer también, el jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador rechazó hablar del tema de la inseguridad porque, dijo, el momento no es propicio (¿habrá algún momento más propicio que éste para abordar ese tema?) y no deja de llamar profundamente la atención de todas las organizaciones que convocaron a la marcha del domingo, que han pasado ya casi 96 horas de ese evento histórico y que hasta ahora, fuera de la vergonzosa descalificación que hiciera el jefe de gobierno de la marcha y sus participantes el lunes pasado, hasta ahora no ha hecho intento o gesto alguno siquiera para convocar a los mismos para sentarse a dialogar: en otras palabras, primero en los dichos y luego en los hechos, el jefe de gobierno sigue ignorando la marcha y sus cientos de miles de participantes: le sigue pareciendo parte de la conjura en su contra. Tampoco busca ya una salida legal al proceso de desafuero al que está expuesto sino que ha apostado, exclusivamente a la presión política: ya en Tabasco, Auldarico Hernández ha comenzado a tomar pozos petroleros y el presidente del PRD-DF, Agustín Guerrero, un hombre que depende políticamente de René Bejarano (que por cierto sigue operando como en sus mejores tiempos), pidió juntar un millón y medio de pesos para la defensa de López Obrador. ¿Se trata de la defensa legal?. No, habla del costo que tendrían las movilizaciones que realizará su partido para presionar en contra del juicio de desafuero.
En realidad no entienden. No comprenden la gravedad de la situación que se vive, no entienden que de seguir sus juegos políticos "fuertes e inútiles", se corre el grave riesgo de que "la nación se nos vaya de las manos" como dijo el general Vega García. Es hora, efectivamente, de conciliar y de perdonar. Pero para eso se necesita, antes que nada, saber escuchar y tener un verdadero sentido de estado y de nación. Parece ser muy sencillo: no lo es. Hoy, en muchas ocasiones, esos requisitos parecen estar ausentes en muchos de nuestros principales actores políticos.
Nos vamos quedando solos
Ayer Electricité de France y Gaze de France, las dos grandes empresas estatales que monopolizaban la generación de gas y electricidad en Francia pasaron a ser empresas privadas, sociedades anónimas. Nos quedamos solos: sólo Francia y nosotros teníamos monopolios estatales para el gas y la electricidad. Ahora sólo en México seguimos apostando a los monopolios estatales en esos sectores estratégicos. Seguramente es el resto del mundo el que está equivocado.