La labor de Marta Sahagún fue fundamental para comprender el triunfo de Vicente Fox. Después vino su responsabilidad en Los Pinos y su boda con el presidente Fox, y pasó de ser su vocera y confidente a ser su esposa y una protagonista en la vida política nacional.
No tengo antipatía, ni mucho menos, por la señora Marta Sahagún de Fox. La conocí desde que era jefa de prensa en el estado de Guanajuato cuando era, prácticamente, una desconocida, como la enorme mayoría del equipo del entonces gobernador Vicente Fox, en los medios de la capital del país. Sin duda, no se puede dejar de insistir en ello, la labor de Marta fue fundamental para comprender el triunfo de Vicente Fox. Después vino su responsabilidad en Los Pinos y su boda con el presidente Fox, y pasó de ser su vocera y confidente a ser su esposa y una protagonista en la vida política nacional.
Desde tiempo atrás tenía claro sus objetivos: una fundación que le permitiera mucha movilidad política y trabajar intensamente en lo social, adquirir mayor peso político, continuar con una carrera política que, sin duda, disfruta y quiere, a diferencia del presidente Fox que parece de alguna manera sufrir el trabajo cotidiano de ejercer el poder. Me ha tocado ver a Marta Sahagún molesta, enojada, en momentos realmente difíciles y en medio de duras críticas, y debo reconocer que, por lo menos en mi caso, su trato, a diferencia de otros personajes que con un poco de poder, parándose sobre un ladrillo ya se marean, siempre fue considerada y tenía el mérito de escuchar puntos de vista con los que no estaba en absoluto de acuerdo. En ese sentido, Marta Sahagún es una esponja, una mujer que escucha y conserva lo escuchado.
Por eso mismo me asombra que no esté escuchando, comprendiendo lo que está sucediendo en torno suyo y su hipotética candidatura presidencial. Desde hace tiempo he dicho, en éste y otros espacios, que Marta Sahagún no tendría porqué interrumpir su carrera política; que, por ejemplo, el buscar una posición legislativa sería una salida inteligente y con futuro. Pero es evidente, desde tiempo atrás, que Marta no podrá alcanzar la candidatura presidencial. Al principio, podría ser una estrategia inteligente seguir sin definiciones sobre el tema, pero dejándolo en la mesa de debates, propiciando así una fuerte exposición pública y esperando a ver cómo evolucionaban las cosas. Pero la situación comenzó a salirse de cauce desde que comenzaron las deserciones o los cambios en el equipo de Los Pinos por diferencias de distintos funcionarios con el trabajo de Marta.
Muchos de ellos no han sido sinceros: no se iban o dejaban sus posiciones por diferencias con Marta Sahagún sino con el presidente Fox. En última instancia si la esposa del presidente hace o deja de hacer en la casa presidencial y en el gobierno es porque el presidente Fox lo permite o no. Ese es su estilo de gobernar y fue tan explícito en ello que fue él, no la señora Fox, quien acuñó la famosa frase de que el poder lo ejercía en México "una pareja presidencial". Muchos de quienes critican duramente a Marta Sahagún, siguiendo una vieja escuela política nacional, se centran en ella para "evitar" criticar al propio presidente sin asumir que, de esa forma, se debe asumir que no sabe lo que sucede o que es rebasado por sus colaboradores y su propia esposa. Prefiero quedarme con la tesis de que, simplemente, es él quien impulsa y protege las ambiciones de su señora.
Ese, el de la "pareja presidencial", fue el momento de quiebre en el propio gobierno y en el tema Marta Sahagún. Esa frase y su sentido, lo que quiere decir, ha sido el mayor de sus errores en ese tema. Sus adversarios, dentro y fuera del gobierno, vieron que allí estaba el punto más débil de Vicente Fox y sabían que poniendo el acento sobre Marta se produciría una reacción automática de defensa del presidente que provoca el efecto que señaló Alfonso Durazo en su carta pero sobre el que hemos hablado muchos desde tiempo atrás: en cada una de esas defensas, el presidente se debilita, asume los costos y Marta se mantiene en su línea estratégica. El problema es que los costos han crecido ya demasiado, hasta convertirse en un verdadero problema de gobernabilidad.
Días atrás decíamos que una de las diferencias que llevan a esa situación es que Marta Sahagún sí tiene un proyecto estratégico personal claro y un equipo relativamente eficiente, mientras que en el ámbito presidencial no hay claridad de objetivos, no hay disciplina en el equipo de gobierno ni una hoja de ruta clara hacia dónde se quiere dirigir el gobierno. Existe un vacío que Marta, como otros actores, llena, y entonces su protagonismo crece mientras se exhibe aún más la debilidad presidencial.
Ayer mismo tuvimos una demostración más de cómo la lógica presidencial y la de la primera dama discurren, simplemente, por rutas diferentes. El martes, al viajar de México a Brasilia, el presidente Fox ofreció cuatro ruedas de prensa para hablar del tema Durazo-Marta-candidatura presidencial. Fue insistente en decir que nunca Marta había hablado de la candidatura y que en el 2006 ambos tenían como proyecto regresarse al rancho de San Cristóbal. Ya lo había dicho en otras oportunidades y en el mejor de los casos la señora Fox cuando es interrogada sobre el tema dice que no tiene, respecto al 2006, una decisión tomada, o sea que la posibilidad está abierta. Su equipo anunció, luego de las declaraciones presidenciales, que la señora Fox ofrecería una conferencia de prensa. Llegando a Foz de Iguazú, donde se reuniría el presidente con los mandatarios del MERCOSUR, se dijo que "para no entorpecer" la gira presidencial, esa conferencia de prensa se realizaría la próxima semana. Pero llegando a Asunción de Paraguay, ayer, el equipo de la señora Fox distribuyó entre los reporteros que acompañan al presidente, el texto de una conferencia magistral que daría la señora en Asunción y en donde no estaba contemplada la participación de la prensa. En otras palabras, se distribuyó ese discurso para que se conociera, aunque, originalmente, la idea aparentemente no era esa. Pero lo grave es que en esa conferencia, la señora Fox regresa a los temas fundamentales del "empoderamiento" femenino, a los temas de género pero enfocados directamente a su relación con el poder. Una vez más, la lectura que se dio al texto fue que la señora Fox está recorriendo un camino diferente, distinto, al que señalara su esposa apenas 48 horas antes.
Eso no sería grave si se tratara de una simple divergencia en una pareja, pero estamos hablando de diferencias de percepciones y tratamiento en uno de los temas clave de la gobernabilidad en el país. De cómo se resuelva ese conflicto dependerá, en buena medida, lo que suceda de aquí a la elección del 2006, en los 30 próximos meses de gobierno de Vicente Fox. No puede haber divergencias ni siquiera en las percepciones: la respuesta debe ser sí o no. La señora Fox buscará la candidatura presidencial o no, simplemente eso es lo que se debe contestar, y de esa respuesta se desprenderán muchas consecuencias políticas. Lo que no puede ocurrir es que todo quede en la indefinición actual que socava tanto el poder presidencial.
Porque, además, se presentan otros problemas que están ya en el horizonte. ¿Tienen alguna relación los hijos de la pareja presidencial con la construcción de viviendas con el empresario Carlos Ahumada?¿tienen alguna relación con las importaciones a precios de dumping de azúcar que golpea el débil mercado nacional?¿tienen alguna relación con la importación de cemento español, también a precios de dumping que está entrando actualmente por el puerto de Altamira?¿qué pasa con el fideicomiso Transforma México de la Lotería Nacional?¿realmente no tiene ninguna relación con Vamos México?. Una última pregunta: ¿nadie está entendiendo en el gobierno federal que toda esa información que puede complicarle definitivamente la vida a la actual administración proviene de dentro del propio círculo de poder con todo lo que ello implica?
Marta Sahagún tiene derecho a tener una vida política propia. Si la quiere conservar en el futuro, debe decir, con toda claridad que no buscará la candidatura presidencial en el 2006, debe deslindarse completamente de la fundación Vamos México y concentrar sus inquietudes sociales en el DIF. Debe cambiar el perfil y la estrategia: los ejemplos ahí están, que lean la biografía de Hillary Clinton. De lo contrario, ambos, el presidente y su esposa, simplemente verán como el proyecto común, abrumado de presiones y denuncias, se terminará dirigiendo en una dirección muy lejana, ya sea del rancho San Cristóbal o de una carrera política autónoma.