George Grayson, el muy influyente mexicanólogo estadounidense, dice en un informe del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales que publicó ayer Milenio Diario, que el gobernador de Oaxaca, José Murat está tan desprestigiado que sus propios compañeros de partidos lo tratan como a ?un leproso con halitosis?. Predice para el PRI de Murat una derrota en Oaxaca similar sufrida por Víctor Cervera en Yucatán.
George Grayson, el muy influyente mexicanólogo estadounidense, dice en un informe del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales que publicó ayer Milenio Diario, que al gobernador de Oaxaca, José Murat, al que califica además de "heavy drinker", o sea como un fuerte bebedor, está tan desprestigiado que sus propios compañeros de partido que lo tratan como a "un leproso con halitosis". Predice, además, para el PRI de Murat una derrota en Oaxaca similar a la sufrida por Víctor Cervera en Yucatán.
Ningún otro político mexicano recibe adjetivos tan duros como Murat, pero pocos de los principales protagonistas de nuestra vida política se salva de ellos en el informe Grayson: Fox es "débil" y "parece cada vez más desilusionado por su incapacidad para lograr iniciativas en el congreso". Para Gryson el argumento de campaña más contundente del PRD es que existe una "conspiración política" en contra de Andrés Manuel López Obrador, a quien califica como una suerte de "Hamlet populista", jugando "el papel de víctima". Madrazo es retratado como un personaje que no genera confianza, Elba Esther Gordillo como "maquiavélica". Marta Sahagún como un mujer que está apostando todo a obtener una posición política en el 2006.
Todo eso y más en la misma semana en que el Financial Times, hace un nuevo durísimo análisis de las insuficiencias de la administración Fox, cuando la situación política nacional es prácticamente ridicularizada por el Washington Post y cuando la clase política es objeto de mofa en el Wall Street Journal a partir del tristemente célebre legislador Jorge Kahwagi y su participación en Big Brother. La misma semana, por cierto en que el presidente Fox declaraba en Brasilia, ante la atónita mirada de Luis Inácio da Silva Lula, el presidente de Brasil, que "hoy nuestro país es muy respetado fuera de nuestras fronteras; el presidente de México es muy respetado, reconocido por su seriedad, por su profesionalismo, por la manera en que manejamos los asuntos de México y los de Latinoamérica…". Pocas veces un autoelogio había sido tan inoportuno y tan alejado de la realidad.
Lo triste es que buena parte de nuestra vieja clase política (incluyendo la joven que hace política con métodos viejos) se merece esto y más. No sólo Vicente Fox ha sido una decepción cada día más profunda como resultado de la alternancia: son igual de decepcionantes los desatinos místicos de López Obrador, incluyendo su nuevo proyecto de nación que nadie conoce, o un liderazgo prisita que apuesta no a la superación y el cambio sino a recuperar el poder vía la restauración. Son decepcionantes los partidos que no terminan de siquiera plantearse una vía lógica, madura para hacer política. Su horizonte está en la semana próximo con una visión que, incluso, aunque esté enfocada hacia el 2006 no alcanzan a percibirlo como tal, ni tienen una estrategia mínimamente madura para llegar a ese objetivo. Son, todos, incapaces de sacar acuerdos mínimos, de tener una lógica basada en la gobernabilidad del país, de apostar por algo más que no sean ellos mismos. Claro, que en todo ello hay niveles, diferencias, circunstancias y responsabilidades diferentes, pero la norma no cambia.
¿Qué mejor ejemplo de ello que lo actuado por el gobierno federal, los gobernadores, el jefe de gobierno del DF, los legisladores después de dos semanas de la marcha contra la inseguridad del pasado 27 de junio? Lo único que se ha tenido es una sucesión de convocatorias a encuentros, reuniones, convenciones en los que se discutirá el tema buscando alcanzar algún acuerdo algún día. El mensaje que quieren dar, todos menos López Obrador que simplemente descalificó la marcha y la sigue viendo como parte de la "conspiración", es que están muy preocupados por el tema, pero en realidad lo que están demostrando es que no tenían ni idea de qué hacer o no tenían voluntad política para afrontarlo. Hasta ahora no han implementado una sola medida concreta, de corto plazo como respuesta, pero de uno y otro lado han trabajado para tratar de desprestigiar o dividir a las organizaciones convocantes de la marcha. Un ejemplo: ¿realmente es una medida novedosa convocar al Consejo Nacional de Seguridad Pública que es una institución que tiene años trabajando y que, como tal, tiene la obligación de reunirse periódicamente?¿se diferencia mucho la absurda "psicosis de inseguridad" que plantea el procurador capitalino Bernardo Bátiz, a la declaración del gobernador de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos, de que hablar de inseguridad lo único que hace es invitar a la delincuencia a asentarse en su estado (sic), o la afirmación presidencial del sábado para que los medios dejen de hacer "apología del crimen", sin anunciar, una vez más, algo nuevo en su estrategia contra la inseguridad?
La decepción va más allá porque no existe un solo tema que no demuestre que, además de esa incapacidad para hacer algún tipo de política propositiva, nuestros partidos y sus principales dirigentes están embarcados en una guerra que sólo entiende de pleitos judiciales y purgas políticas. En el gobierno federal explican la divulgación de los números de Transforma México y de sus hipotéticas relaciones con Vamos México, a través de traiciones internas, pero no parecen estar igual de preocupados en transparentar lo ocurrido (por lo pronto la secretaría de Hacienda se ha apresurado a prohibirle a la Auditoria Superior de la Federación el auditar las cuentas del fideicomiso de la Lotería Nacional argumentando el secreto fiduciario, aunque estemos hablando de fideicomisos construidos con recursos públicos: no es el único, hay 156 fideicomisos en la misma situación que no pueden ser revisados por las autoridades competentes dice la SHCP). Durante toda la semana pasada, el principal punto de interés del presidente Fox fue esclarecer la situación de su esposa como hipotética candidata presidencial, y la señora Fox no establece su posición sobre el tema para "no dañar" la gira presidencial que el propio mandatario ubicó en esa única lógica.
En el PRD este fin de semana fue de caza de brujas: el objetivo principal es limpiar al PRD de todo lo que se acerque a Rosario Robles y su corriente. Hablan, por supuesto de malos manejos y deudas inconsultas, ya están analizando expulsiones y hasta acciones penales, pero a la corriente de René Bejarano sigue sin que se la toque ni con el pétalo de una rosa. El objetivo es quitar adversarios internos a la candidatura de López Obrador, el mismo que el sábado, muy quitado de la pena volvió a incumplir el compromiso de terminar las obras del famoso segundo piso. Sí informó que se gastará en la obra otros 400 millones de pesos, unos recursos que no sabemos de dónde vienen ni cuánto ha sido lo gastado porque en un hecho insólito, el jefe de gobierno declaró esa información "secreto de estado" durante una década.
En el PRI habrá que estar pendiente, en los próximos días, de la elección de Oaxaca, que promete repetir todos los vicios más antiguos de ese partido ante, como dice Grayson, la posibilidad seria de que el priismo (mejor dicho, el muratismo) sea derrotado en ese estado. Ese resultado electoral ya ha abierto una guerra interna ocasionada no, como dicen los candidatos oficialistas, por traiciones o algo similar sino por el haber recurrido, una vez más, a los más viejos y antidemocráticos métodos de hacer política, una forma de hacer política que, como también dice Grayson, hace que se trate a esos políticos como "leprosos con halitosis".
¿Se puede esperar algún cambio significativo para el 2006 con estos personajes y estas "estrategias"? Por supuesto que no. Por eso la decepción generalizada, el descrédito dentro y fuera del país, las posibilidades restauradoras o el populismo desenfrenado como alternativas. Habrá que apostar a lo nuevo, a lo sensato, por lo menos a sus intentos: a personajes como Amalia García o Ricardo Monreal, al propio Cuauhtémoc Cárdenas, a Felipe Calderón (o a Santiago Creel si algún día decide decirnos si lo suyo será o no simple continuismo), a los Enrique Jackson, a Beatriz Paredes, a gobernadores como Manuel Angel Núñez Soto o Juan Millán, a los independientes como Jorge Castañeda o Gabino Cué. Nuestra clase política es más que los que hoy detentan espacios de poder sin saber qué hacer con ellos.