Y en Oaxaca también se cayó el sistema
Columna JFM

Y en Oaxaca también se cayó el sistema

Es preocupante que en tantos procesos electorales locales se estén presentando irregularidades notables, que han llevado incluso a la anulación de las elecciones en estados como Tabasco y Colima, además de muchos otros en los que se ha terminado en el Tribunal electoral del Poder Judicial de la Federación. Lo ocurrido este fin de semana en Oaxaca casi inevitablemente terminará en el tribunal pero se ha convertido en uno de los comicios más cuestionados en mucho tiempo.

Es preocupante que en tantos procesos electorales locales se estén presentando irregularidades notables, que han llevado incluso a la anulación de las elecciones en estados como Tabasco y Colima, además de muchos otros en los que se ha terminado en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Lo ocurrido este fin de semana en Oaxaca casi inevitablemente terminará en el tribunal pero se ha convertido en uno de los comicios más cuestionados en mucho tiempo.

Pero lo más grave es que en ese cuestionamiento, el papel jugado por el Instituto Estatal Electoral de Oaxaca es de los más controvertidos. Al IEE se le cayó el sistema el domingo y ayer cerró el Programa de Resultados Electorales Preliminares, el PREP, cuando tenía contabilizadas el 92 por ciento de las casillas (o sea cuando falta contabilizar el 8 por ciento de las mismas) y cuando en el propio PREP la diferencia era de menos un punto porcentual entre el candidato priista Ulises Ruiz y el de la oposición, Gabino Cué.

Pero incluso el PREP ya estaba cuestionado. En la noche del domingo se dio una situación inédita en los últimos tiempos: se le cayó el sistema al Instituto Estatal Electoral. A las 11.23 de la noche los resultados favorecían a Gabino Cué por casi dos puntos porcentuales cuando se tenían los resultados de más del 50 por ciento de las casillas. Y en ese momento el sistema se cayó. Estuvo un tiempo fuera y regresó con la contabilidad de más de 80 por ciento de las casillas. Se volvió a caer y regresó con resultados de poco más de 50 de las casillas. ¿Qué paso, hachearon al sistema? Nadie lo sabe y nadie ha dado una explicación. Con todos esos movimientos quedaban a las 12.41 de la noche los dos candidatos casi empatados. Entonces declararon un nuevo receso. Volvieron a las 5 de la mañana donde, por primera vez, con los resultados acumulados en la madrugada, apareció Ulises Ruiz con un levísima ventaja en el PREP. En medio, la afluencia de resultados había sido lentísima y los recesos de los consejeros del Instituto constante, a pesar de que se encontraban supuestamente en sesión permanente.

Los números no checaban y poco se hizo incluso para disimularlo. Mientras el candidato priista daba a conocer su propio conteo realizado por la empresa de Gisela Rubach donde decía que tendría unos seis puntos de ventaja, a las seis de la tarde en una acción por lo menos poco ética (no dudaría, además en decir que fue ilegal) el gobernador José Murat citaba a la casa de gobierno a un grupo de reporteros de medios nacionales, para adelantarles el triunfo priista por más de 10 puntos (sic) según sus propias encuestas. En las oficinas del gobernador ya estaban festejando y aseguraron a los medios que esos resultados eran ya irreversibles, mientras las encuestas de salida de Televisa no podían dar un ganador y las de Azteca daban cuatro punto a Ulises con un margen de error de cinco puntos. Obviamente, las declaraciones del gobernador eran una mentira más, además de una intervención ilegítima en el proceso, porque las cifras terminaron siendo diametralmente diferentes e incluso en esos momentos el PREP daba como ganador a Gabino Cué, que no sólo estaba ganando dos a uno en la capital del estado sino en toda la costa y en otras zonas importantes demográficamente del estado. ¿Cuál era el intento? Es sencillo: enviar el mensaje de que se había ganado mientras los resultados, enviados por goteo, mostraban lo contrario y mientras llegaba en la madrugada del lunes el "paquete" de votos que les permitiría revertir el resultado en su contra.

En los hechos, finalmente, el propio IEE no quiso comprometerse más y dejó la elección en la indefinición: con 8 por ciento de las casillas sin computar y con una diferencia de menos de un punto entre ambos contendientes. Y aún más, con una cantidad importante de votos anulados: 38 mil, más de los que constituyen la diferencia entre Gabino y Ruiz. Suena a una historia del pasado pero es de absoluta actualidad.

En todo caso, además de las inevitables impugnaciones que si se suman a todo lo sucedido antes de las elecciones, incluyendo la agresión priista en Huautla de Jiménez que ha quedado en total impunidad, la elección oaxaqueña se terminará yendo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero la preocupación debe trascender Oaxaca. El desafío que está imponiendo el dinero negro en los comicios está rebasando a las autoridades locales que intentan tener una elección realmente democrática o convirtiendo a éstas en cómplices de esos operativos. Ayer se confirmó también el triunfo de Jorge Hank Rhon en Tijuana. Imaginémonos por un momento que Hank Rhon no tiene los 400 millones de dólares que dice tener y que no hubiera utilizado algunos millones para ganar la elección. ¿Quién hubiera votado por un empresario involucrado en negocios de juego poco claros, cuyo hipódromo está quebrado pero sus finanzas son muy prósperas; que está acusado de ser el autor intelectual de dos asesinatos, de dos prestigiados periodistas de la ciudad que aspira gobernar; un hombre que considera que su animal favorito es la mujer, y que además no tiene experiencia política o administrativa alguna?¿Quién hubiera votado por él? Nadie, ni siquiera se hubiera podído acercar a registrarse como candidato. Lo hizo porque tuvo el apoyo del presidente de su partido para convertirlo en candidato y porque ya en esa posición tenía la suficiente cantidad de dinero como para financiarse una campaña que ningún otro aspirante podría, en buena lid, igualar.

Lo que nos quiere decir Hank Rhon es lo que repetía su padre, Carlos Hank González, que "un político pobre es un pobre político". A partir de allí, del dinero es que construyó su candidatura y terminó ganando la elección por una diferencia mínima.

Con un agravante en el caso de Tijuana y de Baja California en general: el altísimo grado de abstencionismo registrado en la entidad que osciló entre el 65 y el 70 por ciento del electorado. La gente no participó por una combinación que ese sector del PRI tiene ya muy bien estudiada: el PAN se ha desgastado por su labor en el poder (en el caso de Baja California gobierna desde 1989 en forma ininterrumpida). En ese esquema de rendimientos decrecientes, sus candidaturas, las del PAN, son poco atractivas para el electorado (como ocurrió también en Chihuahua y particularmente en Ciudad Juárez). El PRI apuesta a candidatos que estar desprestigiados pero con fuerte capacidad económica y con control del voto duro que es el que finalmente decide la elección.

Dinero, abstención y voto duro son los ingredientes fundamentales para esta operación y, desgraciadamente, las instituciones electorales locales no están preparadas y en algunos casos no están dispuestas a cortar ese circuito. Esos retrocesos que estamos viendo, esa presencia creciente del dinero y la intervención de grupos de poder locales, desde los gobernadores hasta el narcotráfico y el crimen organizado, son los que están determinando los resultados de los comicios pero, además, los que están erosionando la credibilidad en los propios procesos electorales, impulsando a su vez el abstencionismo y llevando a los partidos a buscar apostar exclusivamente por su voto duro y confiando en éste (y en el dinero, de donde venga) para ganar las elecciones.

Son señales ominosas de cara al 2006 y por ello mismo podremos terminar pagando un alto, muy alto costo en los próximos comicios federales. Queda como pregunta: ¿no es hora de que el IFE tenga autoridad sobre las autoridades electorales locales?¿no es absurdo que tengamos un sofisticado sistema electoral para los comicios federales y a la hora de ir a las elecciones locales tenemos instituciones en el mejor de los casos débiles? Se hablará, sin duda, de federalismo, del derecho de las entidades federativas a tener sus propias instituciones, etc. Lo que pasa es mucho más sencillo: la mayoría de los gobernadores y de los factores de poder local han demostrado que con el actual sistema electoral (pero también con el político, el legislativo, el judicial) tienen un margen enorme de impunidad y no van a dejar que alguien los controle. Es grave y debe ser materia de preocupación para el futuro.

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