Slim, De la Fuente y la otra política
Columna JFM

Slim, De la Fuente y la otra política

Ayer el empresario Carlos Slim y el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, dieron una lección de política a esa casta que se considera a sí misma como políticos profesionales. Mientras el jefe de gobierno capitalino se enreda cada día más en la historia de su desafuero; mientras el PRD no sabe qué hacer con los Sánchez de Tlaxcala; mientras el PRI trata inútilmente de explicar cómo puede conjugarse la supuesta renovación de ese partido; mientras el PAN busca su destino; mientras la administración Fox duda un día sí y el otro también sobre el rumbo que debe seguir, ayer Slim y De la Fuente hablaron de la política real, de las necesidades del país y hasta se dieron tiempo de establecer prioridades claras para ello.

Ayer el empresario Carlos Slim y el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, dieron una lección de política a esa casta que se considera a sí misma como políticos profesionales. Mientras el jefe de gobierno capitalino se enreda cada día más en la historia de su propio desafuero; mientras el PRD no sabe qué hacer con los Sánchez de Tlaxcala; mientras el PRI trata inútilmente de explicar cómo puede conjugarse la supuesta renovación de ese partido con un vergonzoso fraude electoral en Oaxaca; mientras el PAN busca, todos los días, su destino (sin encontrarlo); mientras la administración Fox duda un día sí y el otro también sobre el rumbo que debe seguir; mientras los antiguos sindicatos combativos se han convertido en la nueva burocracia sindical corporativa; mientras personajes como el Dr. Simi juegan, vía el dinero, a la política y el poder, ayer De la Fuente y Slim hablaron de la política real, de las necesidades reales del país y hasta se dieron tiempo de establecer prioridades claras para ello.

El rector y el empresario hablaron de algo que es obvio, de lo que todos los políticos hablan pero casi ninguno practica: de la necesidad de establecer un marco de reconciliación nacional, pero no basado en buenos propósitos (al mismo tiempo que se imaginan y practican ajustes de cuentas con todo aquel que se considere "el otro", el adversario a destruir), sino en una plataforma mínima y realista: De la Fuente habló de mejorar la hacienda pública (y eso sólo puede lograrse a través de una profunda reforma hacendaria), fortalecer las fuentes de energía (y eso exige una reforma en el sector: ayer el presidente Fox llamaba al capital privado a invertir en PEMEX ¿quién será el arrojado que lo haga sin seguridad jurídica?), de avanzar en una estrategia tecnológica para incrementar la productividad y competitividad del país. Para ello insistió, es necesaria la unidad y alejarse de la coyuntura y la inmediatez. Slim insistió en la necesidad de los acuerdos nacionales en las áreas en las que puedan existir consensos, convocando además a la reconciliación de los diferentes actores.

A pesar de que se ha hablado de ellos en muchas oportunidades no parece haber espacios políticos, por lo menos hoy, para que personajes como De la Fuente puedan tener un papel protagónico en la vida nacional (Carlos Slim es, sin duda, otro hombre muy valioso, pero no es sano, ni en éste ni en ningún otro caso que el empresario más poderoso del país, se haga del poder político del Estado). Ojalá existieran esos espacios porque son pocas las voces sensatas que podemos escuchar en nuestro panorama nacional, aunque, también es verdad, que la conciliación y la unidad pueden tonarse muy difíciles cuando existen tantos intereses cruzados y una lucha tan cerradas de los partidos políticos y sus dirigentes que se llenan la boca hablando de la sociedad, de la gente y los intereses del país y cotidianamente los ignoran.

La reconciliación es necesaria, imprescindible pero tiene que basarse también en la legalidad, porque esas son las únicas reglas comunes aceptables para todos. Puede haber perdón, puede haber acuerdos, se puede dejar en el olvido algunos capítulos de la vida nacional, pero tiene que haber voluntad y humildad política para ello. Esta administración abrió innumerables expedientes y apenas ahora pareciera que se ha abocado a la tarea, aunque ello le implique un alto costo político, de tratar de cerrar algunos. Pero no es fácil ni sencillo.

¿Qué sucederá, por ejemplo, con el desafuero de López Obrador? Ayer el jefe de gobierno, uno de los principales responsables del ambiente de polarización, no sólo político, sino además social que se vive, habló también de la reconciliación, pero no quiso comprometerse con ella, y parecía más un argumento destinado a evitar su desafuero que una convicción profunda sobre el tema. Sí creo que López Obrador violó la ley, y lo ha hecho varias veces, al ignorar decisiones judiciales y merecería, sin duda, ser responsabilizado por ello, pero ¿se puede, se debe, por ello sacarlo de la jugada política vía el desafuero? Yo creo que no. Cualquiera que haya seguido este espacio, sabrá que la forma de hacer política y de entender el poder del jefe de gobierno capitalino no me simpatizan, pero ¿es el desafuero la vía para dar ese debate o se convertirá en un instrumento para polarizar aún más a una sociedad ya tan desgastada por la confrontación política?

El jefe de gobierno, por su parte, se ha cansado de agraviar a todos sus adversarios políticos y ha mostrado la piel más sensible del mundo para asumir sus propias críticas. El jefe de gobierno, por soberbia y por su desprecio a las normas y las leyes cuando no le gustan, se ha equivocado, en éste y en muchos otros casos. Pero no acepta jamás sus errores y ese es su mayor defecto: si hubiera aceptado que había un problema de corrupción en su gobierno cuando se dieron los casos de Ponce Meléndez, Bejarano e Imaz, si hubiera renovado a su gabinete y hubiera abierto toda la información para que la misma fuera transparente para la ciudadanía, López Obrador hubiera dado una muestra de que en realidad deseaba generar un nuevo proyecto político nacional, pero prefirió la vía del supuesto "complot" y de la descalificación de sus adversarios mientras termina protegiendo a los reales corruptos; si luego, cuando la marcha contra la inseguridad que congregó la mayor movilización en la historia reciente de México, hubiera decidido ponerse a la cabeza de esa demanda y exigir a su gente resultados concretos en esa lucha solidarizándose con las víctimas, hubiera tenido un verdadero acierto: su actitud fue la contraria, ridiculizó a los manifestantes, inventó conspiraciones, mintió con las cifras y trató de manipular las demandas. Con el desafuero fue lo mismo: no hubo ni un rastro de autocrítica y, nuevamente el argumento se basó en la descalificación ya no sólo de sus adversarios sino incluso hasta del poder judicial y de la Suprema Corte. Para que haya conciliación se requiere mayor humildad política de todos los protagonistas y creo que si el propio López Obrador se involucra personalmente en una búsqueda de acuerdos mutuos con sus propios adversarios, el resultado podría ser el alejamiento del desafuero y una vía más cercana a una suerte de diálogo nacional más fructífero. Si lo que se busca, por el contrario, es evitar el desafuero por la vía de la presión y la amenaza de la polarización política, la respuesta será, necesariamente, el desafuero, porque es la respuesta que se inscribirá en la lógica de la polarización.

En última instancia, para acabar con el ambiente de polarización se requiere del desmembramiento de diversos poderes fácticos. Algunos movimientos sindicales como los que estamos sufriendo en estos días son la mejor demostración de dirigentes que miran sólo por sus propios intereses y que piensan beneficiarse de ese ambiente de polarización. ¿Cómo explicar que PEMEX le tiene que regalar 8 mil millones de pesos a su sindicato para firmar el convenio colectivo de trabajo?¿cómo explicar que en el primer semestre del año, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro haya recaudado por el pago de cuotas de electricidad 712 millones de pesos y sus gastos corrientes hayan sido de 9 mil 360 millones, de los cuales el 70 por ciento (unos 6 mil 500 millones) se destinó al pago de salarios, pensiones y jubilaciones de personal del SME?¿porqué si todos hemos pagado en cuotas 59 mil 500 millones en el primer semestre del año al IMSS, 74 mil 400 millones se pagaron en salarios, pensiones y jubilaciones a su personal? Sin romper esos enclaves del poder sindical, uno de los poderes menos transparentes y menos vigilados por la sociedad en este país, será por lo menos difícil establecer ese clima de conciliación y esas reformas de las que hablaron, con tanto acierto, ayer, Slim y De la Fuente.

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