AMLO y Fox: dos generales obcecados y encolerizables
Columna JFM

AMLO y Fox: dos generales obcecados y encolerizables

Ayer se reunieron en la secretaría de Gobernación, el titular de la misma, Santiago Creel, y los gobernadores perredistas, Ricardo Monreal, Leonel Cota y Lázaro Cárdenas; además, participaron del encuentro la gobernadora electa por Zacatecas, Amalia García, y los coordinadores parlamentarios de ese partido, Jesús Ortega y Pablo Gómez. Todo para ver qué salidas político-legales pueden encontrarse al proceso de desafuero del jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

Ayer se reunieron en la secretaría de Gobernación, el titular de la misma, Santiago Creel, y los gobernadores perredistas, Ricardo Monreal, Leonel Cota y Lázaro Cárdenas; además, participaron del encuentro la gobernadora electa por Zacatecas, Amalia García, y los coordinadores parlamentarios de ese partido, Jesús Ortega y Pablo Gómez. Todo para ver qué salidas político-legales pueden encontrarse al proceso de desafuero del jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador. Como nota al margen y para confirmar los años luz que separan hoy al gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya de su partido, se dijo que éste no participó en ese encuentro "porque (sus propios "compañeros de partido") no pudieron localizarlo".

Esta reunión tendría que haberse realizado hace ya varias semanas, es más, si hubiera habido mayor voluntad e inteligencia política y jurídica en el gobierno capitalino ni siquiera se tendría que haber llegado a esta situación. Hace poco menos de dos meses, cuando los gobernadores del PRD se reunieron en la ciudad de México con López Obrador para tratar de buscar una salida negociada al tema del desafuero, el jefe de gobierno rechazó cualquier negociación política y le pidió a los gobernadores de su partido que no intervinieran en el tema. Cuando éstos le preguntaron sobre su estrategia legal para brindarle apoyo, les dijo que no habría tal defensa porque él no había cometido ningún delito y no se movería de ese principio. Ahora algunos dirigentes perredistas están indignados porque el presidente Fox dijo que no habría negociación política para un problema legal pero nadie se inmutó en su partido, al contrario, cuando el propio López Obrador declaró una y otra vez que no aceptaría ninguna negociación política para salvar su situación.

Algo debe haber ocurrido porque en las últimas horas López Obrador parece haber cambiado de posición y está buscando, por todos lados, una negociación política para su caso, quizás porque finalmente alguien lo convenció (y vaya que al jefe de gobierno le cuesta escuchar) y descubrió que su situación legal es mucho más precaria de la que él creía. Entonces ahora, a una semana de que inicie el periodo ordinario de labores del Congreso, el mismo día en que en la sección instructora comenzaron a evaluar las pruebas que en su descargo presentó López Obrador y cuando el propio PRD ha establecido una estrategia de marchas y presiones coordinadas con los sindicatos de la UNT tratando de hacer confluir el desafuero al jefe de gobierno con la oposición a las reformas a la ley de pensiones del seguro social, quizás porque, para asombro de muchos dirigentes perredistas, las movilizaciones intentadas hasta ahora, como la de las vueltas al zócalo o la cadena humana en Insurgentes, fracasaron. Ahora la gran apuesta es la concentración en el Zócalo, encabezada el domingo por el propio López Obrador que puede ser uno de sus mayores errores políticos de los últimos tiempos.

¿Por qué? Por la sencilla razón de que en ese contexto muy probablemente, cualquier posible solución negociada se irá al diablo: nadie querrá negociar bajo presión y abonando a la idea de que la negociación se dio por la presión de una movilización partidaria, por presiones externas. Quien negocie en esa circunstancia dará muestras de debilidad. Y la negociación, sin embargo, podría ser posible pero para ello se requeriría algo que López Obrador no parece aceptar: que evidentemente sí se cometió un desacato a una orden judicial y que eso fue ratificado no por una sino por tres instancias judiciales hasta llegar a la Corte. Si no se parte de esa base será imposible avanzar en cualquier otra cosa. En otras palabras, se debe aceptar que se cometió una falta, un delito. El punto es analizar si el mismo se puede subsanar sin necesidad de una condena penal y evidentemente sin el paso previo del desafuero. Fuentes judiciales y políticas, del gobierno y del PRD, nos aseguran que una salida de ese tipo podría ser posible si se parte de la base de que sí hay una falta legal. Ayer lo dijo el propio Ricardo Monreal al terminar la reunión en Gobernación: debemos aceptar que se debe aplicar la ley pero no necesariamente pasar por el desafuero.

¿Lo aceptará López Obrador? No creo, no está dentro de su lógica, aunque resulta evidente que está sintiendo por una parte la presión y, por la otra, cree que puede explotar el poder de convocatoria entre los propietarios de los medios que demostró el domingo.

En ese sentido, la movilización del 29 de agosto puede ser un grave error. ¿Será una demostración de fuerza? Sin duda, pero será difícil hacer olvidar la marcha del 27 de junio contra la inseguridad, por el número, por el contenido y el continente de la marcha, incluyendo la movilización y el acarreo que realizará el perredismo de todo el país para llegar el domingo al Zócalo. Ese tipo de movilización puede ser contraproducente porque es precisamente lo que los sectores a los que el jefe de gobierno capitalino les quiere vender el discurso conciliador, lo que más rechazan de López Obrador: que les recuerde a Chávez. ¿Será un impulso a la conciliación y al acuerdo? No, será un impulso decisivo para la polarización. Lo vimos el domingo: el discurso de López no pudo competir con su propio mariachi y su peculiar versión de El Rey. ¿Se imagina usted lo que ocurrirá con un Zócalo lleno de perredistas que fueron convocados para prácticamente ir al guerra en defensa del jefe de gobierno? Será una jornada de confrontación pura. Y en la lógica de la confrontación López Obrador siempre pierde. Dice Sun Tzu en El arte de la guerra que "si el general del ejército enemigo es obcecado y fácilmente encolerizable, insúltalo, muévelo en cólera; de esa manera la irritación enturbiará su criterio y se lanzará sobre ti en forma irreflexiva y carente del plan". Y así actúa López Obrador. El problema, para todos, es que así también suele actuar su principal adversario, Vicente Fox.

¿Alguno de ellos gana con todo esto? No creo, en realidad todos pierden, sobre todo perderán el propio López Obrador, el presidente Fox y sus respectivos partidos. Podría ganar el priismo si actúa en forma inteligente y coordinada, pero incluso allí comienzan a mostrarse divergencias en la implementación de su estrategia que podrían ser costosas: apenas ayer una veintena de diputados priistas del estado de México anunciaron que votarán en contra del desafuero del jefe de gobierno. Nadie sabe, aún, si se trata de una decisión de los propios legisladores y si esto se enmarca en la sorda lucha entre el todavía presidente del PRI del estado de México, Isidro Pastor con el gobernador Arturo Montiel, pero llama la atención que esa declaración se dé cuando, hace una semana, el pleno de diputados priistas decidió en Guadalajara que no se definiría hasta conocer la resolución de la sección instructora de la cámara de diputados.

Lo cierto es que una salida política al desafuero de López Obrador se podría encontrar incluso sin violar la legalidad. Pero cuando la norma es la soberbia y la decisión recíproca de aniquilar al adversario, cuando hablamos, diría Sun Tzu, de generales de ejércitos "obcecados y fácilmente encolerizables", privará, en ambos, la irreflexión y la ausencia de planes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil