El peligro no es el ?golpe de Estado?, es la guerra
Columna JFM

El peligro no es el ?golpe de Estado?, es la guerra

Resulta incomprensible desde el punto de vista de la seguridad nacional, pero embarcados en las estériles lucha de poder entre el gobierno federal, López Obrador y otros actores políticos, desorientados en la absurda tesis del golpe de Estado, estamos perdiendo de vista uno de los mayores fenómenos de los últimos años: la guerra que se está produciendo en el mundo del narcotráfico, con cientos de muertos por ajustes de cuentas en todo el país y un realineamiento de fuerzas que ha trascendido ya las tradicionales regiones de influencia de cada uno de los principales grupos del crimen organizado, con influencia en el mundo de la política.

Resulta incomprensible desde el punto de vista de la seguridad nacional, pero embarcados en las estériles lucha de poder entre el gobierno federal, López Obrador y otros actores políticos, desorientados en la absurda tesis del golpe de Estado, estamos perdiendo de vista uno de los mayores fenómenos de los últimos años: la guerra que se está produciendo en el mundo del narcotráfico, con cientos de muertos por ajustes de cuentas en todo el país y un realineamiento de fuerzas que ha trascendido ya las tradicionales regiones de influencia de cada uno de los principales grupos del crimen organizado, con influencia en el mundo de la política.

Lo ocurrido el fin de semana en Culiacán es uno más de estos ejemplos. Un comando mató al hermano de Amado Carrillo Fuentes, de nombre Rodolfo, que estaba reorganizando las fuerzas de ese cártel (que encabeza en Chihuahua su otro hermano, Vicente) en una de sus principales áreas de operación, Sinaloa. Iba acompañado de Pedro Pérez López, un importante ex comandante de la policía ministerial del estado. Pérez López quedó gravemente herido (su presencia confirma el grado de protección policial en ese estado a ese grupo de narcotraficantes que en Sinaloa encabeza el Mayo Zambada) y Rodolfo Carrillo murió. En el primer enfrentamiento murieron otras dos personas y otras cinco murieron en tiroteos en distintos puntos de Culiacán a lo largo del sábado. Apenas el martes pasado había sido asesinado otro importante integrante de la organización de Ismael El Mayo Zambada, quien controla el narcotráfico en Sinaloa y está asociado a los grupos de Juárez, a los que pertenecía el asesinado Rodolfo Carrillo. Se trataba de Oscar Gamboa Mariscal, que ya había sufrido dos atentados con anterioridad de los que había salido bien librado, la tercera fue la vencida.

Parece ser evidente que los autores de ambos atentados, son grupos relacionados con los Arellano Félix, pero sería lógico preguntarse cómo estos grupos de Tijuana pueden haber recuperado tanto poderío cuando después de la muerte de Ramón Arellano Félix y la detención del jefe del grupo, Benjamín, parecía que su destino sería el ser liquidado por sus grupos rivales, en particular por los del Mayo Zambada, que, con fuerte control en Sinaloa y Sonora, siempre han deseado quedarse con la operación del narcotráfico en la península.

Los distintos grupos organizados en el llamado cártel de Juárez, aunque han adoptado un modelo horizontal, casi corporativo, con jefes que operan como una suerte de gerentes regionales en distintas áreas del país, parecían haberse quedado con todo el pastel luego de las caídas de los Arellano Félix y de Osiel Cárdenas en la zona del Golfo. Pero un elemento cambió la ecuación: en la cárcel, en una Almoloya que demostró que estaba lejos de ser realmente el reclusorio de máxima seguridad que tanto se ha presumido, Osiel Cárdenas logró una alianza con Benjamín Arellano y su principal soporte, el grupo de los Zetas comenzó a hacer lo que sabe, a partir de su entrenamiento militar y policial: ajustar cuentas con sus adversarios en prácticamente todo el país. Han realizado ejecuciones, por supuesto, en Tamaulipas y Nuevo León, pero también en Michoacán, Jalisco, Sonora, Sinaloa, Veracruz, estado de México y Querétaro, además del DF, con mortífera eficiencia: han dirigido sus golpes sobre todo a los distintos grupos o personajes ligados a Juárez pero en particular a los relacionados con El Mayo Zambada y también contra el cártel de los Valencia que desde Michoacán, con fuerte presencia en el DF y Jalisco, trataron de entrar tanto en Tijuana como en Tamaulipas ante la aparente debilidad de los Arellano Félix y la gente de Osiel Cárdenas. Los Zetas también se hicieron notar por haber tomado los penales de Matamoros, a fines del 2002, a fines del 2003 rescataron a uno de sus principales hombres cuando era trasladado a un hospital en Mexicali y, semanas después, en un acción espectacular tomaron el penal de Apatzingan, en Michoacán, donde rescataron a varios de sus principales operadores y, de paso, se llevaron secuestrados a algunos de sus adversarios del grupo de los Valencia. Nunca mas se volvió a saber de ellos.

Luego se llegó incluso a especular que Los Zetas, intentarían tomar el control de La Palma, basados en una trama de complicidades que han construido desde dentro del penal precisamente Osiel Cárdenas y Benjamín Arellano, apoyados por otros reos de alta peligrosidad detenidos en ese penal, incluso con el control sobre numerosos guardias, ya sea por temor o comprados por dinero: estaban repitiendo la operación que había realizado uno de sus adversarios históricos, Joaquín El Chapo Guzmán para controlar y fugarse de Puente Grande, en Jalisco a inicios del 2001.

Lo cierto es que desde que se dio la alianza entre los grupos de Osiel Cárdenas y los Arellano Félix, la guerra entre los distintos grupos del narcotráfico se ha recrudecido y llegado a límites insospechados. Suman cientos los muertos en ajustes de cuentas en las diferentes ciudades de la frontera y en estados con una fuerte presencia del narcotráfico como Sinaloa, Jalisco y Veracruz. Si los muertos son cientos (los años pasados el promedio fue de unos 600 muertos al año por ajustes de cuentas entre los distintos grupos de narcotraficantes y este año se estima que la cifra ya ha sido superada con amplitud), si la presencia de estas organizaciones sigue estando tan presente, si se están aventurando por territorios nuevos, tanto en el ámbito de la violencia como de los negocios (que van desde reasumir el control del cada vez más importante mercado del narcomenudeo hasta golpes tan espectaculares como tomar el depósito de la aduana del aeropuerto de México para robarse un cargamento de 3 toneladas de efedrina para producir drogas sintéticas) lo que se debe asumir es que, a pesar de los éxitos aparentes en la lucha contra el narcotráfico, éste está más vivo que nunca y con una distribución geográfica y una capacidad de operación que hace cada vez más difícil su control.
La ecuación es sencilla: en el último informe se habló de más de 40 mil detenidos por estos delitos, los muertos cada años suman cientos, los líderes ajusticiados o detenidos son decenas cada año, a cada rato sabemos de la detención de los "segundos" o "terceros" de grandes capos y el negocio continúa inalterable. Eso habla de una capacidad de regeneración que demuestra su poderío económico y el grado de protección que logran.

El hecho es que estos grupos son cada vez más violentos, tienen recursos y debemos insistir en un tema, cada día es más importante para ellos el control territorial, tanto por las posibilidades de protección y operación en gran escala que ese control local les permite como por la importancia cada vez mayor del mercado interno de drogas (la célula de Osiel Cárdenas que acaba de ser desarticulada en la ciudad de México y Querétaro, tenía en plena Lomas de Chapultepec, un laboratorio para procesar cocaína cuyo producto se vendía, sobre todo, en la ciudad de México). Cuando se habla de la inseguridad, allí está el principal polo responsable de la misma. Pero es allí también donde se han presentado los mayores obstáculos, donde pareciera haber mayores complicidades y mayores tentaciones para aceptar recursos cuyo origen no está claro y que van, como adelantamos aquí desde hace meses, de ámbitos tan diferentes como el fútbol hasta la política. Agréguele usted un componente: muchas de las principales organizaciones colombianas, por la situación que se vive en ese país, están trasladando parte de su operación a México (y a otras naciones centroamericans pero con nuestro país como base central del operaciones) en alianza con diversos grupos nacionales.

La batalla contra el narcotráfico no está ganada y, por el contrario, puede traer muchos más dolores de cabeza, sobre todo porque por primera vez desde los aciagos días de 1993-94, éstos grupos vuelven a mostrarse con intereses políticos claros y con capacidad de movilización, como lo han demostrado, por ejemplo, las distintas operaciones políticas y sociales realizadas por Cárdenas y Arellano desde la propia cárcel de alta seguridad de La Palma.

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