El complot de Fox y López
Columna JFM

El complot de Fox y López

El próximo miércoles 29 de septiembre se reunirán durante una hora el presidente Vicente Fox y el jefe de gobierno capitalino. Imaginemos por un momento la versión que pudiera publicarse en cualquiera de nuestros medios: fuentes confiables confirmaron hoy que el presidente de la república y el jefe de gobierno acordaron secretamente, luego de su reunión privada del día de ayer, archivar el proceso de desafuero contra el jefe de gobierno e iniciar una ofensiva común en contra del PRI para evitar el regreso de este partido a Los Pinos.

El próximo miércoles 29 de septiembre se reunirán durante una hora el presidente Vicente Fox y el jefe de gobierno capitalino. Imaginemos por un momento la versión que pudiera publicarse en cualquiera de nuestros medios: "fuentes confiables confirmaron hoy que el presidente de la república y el jefe de gobierno acordaron secretamente, luego de su reunión privada del día de ayer, archivar el proceso de desafuero contra el jefe de gobierno e iniciar una ofensiva común en contra del PRI para evitar el regreso de este partido a Los Pinos; en particular López Obrador le pidió apoyo a Fox para frenar a Roberto Madrazo, al que calificó como un peón de El Innombrable y el responsable de estar detrás del complot en su contra, siendo el personaje que coordina las acciones de Carlos Ahumada, Diego Fernández de Cevallos, el procurador Macedo, el presidente de la Corte, Mariano Azuela y varios miembros del propio gabinete del presidente Fox. Fox le aseguró al jefe de gobierno, en forma privada y fuera de reflectores, que cuenta con todo su apoyo y que comparte su opinión de evitar, a toda costa, el regreso del PRI a Los Pinos, aún a costa de una derrota panista". Inmediatamente después de publicada esa información, varios dirigentes priistas comenzarían a hablar de un "complot", una "acción concertada" en contra de su partido y de Madrazo y de una colusión del poder ejecutivo federal y el de la ciudad de México para detener "el nuevo proyecto de nación" que representa Madrazo. Este exigió en su habitual conferencia de prensa que Fox y López Obrador confesaran todo lo hablado en su encuentro privado, mientras algunos de sus asesores aseguraron que en ese encuentro se fraguó una suerte de "golpe de Estado" contra el dirigente del PRI y ya pidieron la renuncia inmediata, tanto del presidente como del jefe de gobierno. Algunos, por lo bajo, llegaron a decir que a Madrazo querían matarlo como a Colosio.

¿Parecería ridículo, no?. Pues bien, esa es la historia, con diferentes protagonistas y momentos pero con la misma sustancia, a la que estamos asistiendo desde hace semanas: tan ridícula como la antedicha, tan alejada de la realidad y de lo que debería ser la política.

Qué bueno que Fox y López Obrador finalmente se reúnan. Pero que nadie se engañe, si es sólo un encuentro para tratar el desafuero del jefe de gobierno, el supuesto complot en su contra, o si el presidente quiere utilizar el mismo para explicarle a López que no tiene nada en su contra, será un éxito mediático más y un nuevo fracaso político, probablemente el primero para el jefe de gobierno y el segundo para el presidente.

La política, por lo menos la buena política, se determina por la capacidad de acuerdo, de negociación, de gestión. Lo que menos tenemos en todo esto es buena política. Ayer el presidente de la Corte, Mariano Azuela tuvo que salir a declarar lo único que podía decir: que sí existió la reunión divulgada por Carlos Marín la semana pasada, que sí se habló del tema del desafuero de López Obrador y que no se vulneró la independencia de ningún poder por ello. Tampoco se vulneró esa autonomía cuando el propio Azuela se reunió con López Obrador para analizar el caso del Paraje San Juan (¿será que las resoluciones favorables al jefe de gobierno al respecto estuvieron influenciadas por su encuentro con el presidente de la Corte?) o cuando el gobernante capitalino se reúne con regularidad con otros miembros de la Corte, particularmente con el muy respetable ministro y ex presidente Genaro David Góngora Pimentel. Como no se vulnerará la independencia de poderes cuando se encuentren el miércoles próximo López Obrador y el presidente Fox y aborden (¿alguien cree que no lo harán?) el tema del desafuero.

Nadie podría criticarlos por hacerlo, lo extraño sería que no lo trataran, que lo ignoraran. La pregunta sería obvia, ¿para qué se encontrarían si no? ¿para hablar, como en días pasados, en el autobús presidencial, de la ayuda de México a Jamaica por el paso de un huracán?

Al contrario de lo que argumentan varios de nuestros actores políticos (el coordinador de los diputados perredistas, Pablo Gómez llegó a decir ayer que estaría bien que Azuela y Fox se hubieran reunido "para tomar un café o un tequila, pero no para abordar un asunto público": es un insulto a la propia inteligencia de Pablo ¿acaso mañana cuando el PRD y el propio Pablo se reúnan con el presidente Fox será "para tomar un café o un tequila"o para abordar asuntos públicos?) lo que debería fomentarse y respaldarse es la existencia de todo tipo de acuerdos y encuentros, la instauración del diálogo, del debate, de la confrontación pública y privada de ideas para sacar adelante un país que, aunque no le guste al presidente Fox, se encuentra políticamente estancado (y ese estancamiento político si continúa y no se lo atiende, terminará rompiendo el famoso blindaje económico). Todos nuestros principales actores tienen cosas que explicarnos, todos han adoptado decisiones que son incomprensibles, todos tienen, en otras palabras, cola que les pisen. Jugar a estas alturas a la víctima y el verdugo puede funcionar como arma de cortísimo plazo electoral pero no para mucho más.

La pregunta es, sin embargo, cuántas expectativas se pueden poner en encuentros o diálogos aislados. Hoy el presidente Fox estará con la dirección del PRI, mañana con la del PRD, en la próxima semana se encontrará con varios gobernadores y con el jefe de gobierno del DF. Me parece muy bien, sin embargo ello no es suficiente. ¿Para qué se van a reunir?¿con qué objetivos?¿con qué agenda?. Porque a diferencia de la ya famosa reunión de abril que tenía un fin muy específico, en estos encuentros con agenda abierta si no se va con objetivos muy concretos no pasará nada. Los ejemplos sobran: nunca ha habido tantas mesas de diálogo simultáneas en la secretaría de Gobernación y en otros espacios de gobierno, y pocas veces se han obtenido de ellas tan pocos resultados. Lo grave no sería, por ejemplo, que López Obrador y el presidente Fox hablaran del desafuero, mucho menos que no se pusieran de acuerdo al respecto (el desacuerdo debería ser considerado como lo más probable sobre ese tema), sino que se sentaran a hablar sin un objetivo definido, simplemente para la fotografía. Y sería grave porque si tal es el resultado de ésa y las demás reuniones que se darán a partir de mañana, lo que se volverá a deslegitimar es el método: la negociación y el diálogo como una forma de avanzar en la solución de los problemas, aún por encima de las lógicas diferencias entre los distintos actores. Porque sino el día de mañana se "descubrirá" que Fox y López Obrador en realidad se reunieron para encabezar un complot contra Madrazo.

Gloria Trevia es inocente

No nos engañemos, para muchos la noticia de la semana no será ni Fox, ni López ni Azuela, será la decisión del juez séptimo de Chihuahua que declaró inocentes de los delitos de rapto y violación de menores a la cantante Gloria Trevi y a sus coristas, María Raquenel Portillo y Marlene Calderón, luego de una historia de seis años, iniciada en los medios en 1998, que se escenificó en varios países y que ha ocupado muchos más espacios en los medios que cualquier debate político. No sabemos qué hay de verdad y qué de mentira en todo lo hablado respecto a la Trevi y acompañantes, lo que sí debería hacernos reflexionar es cómo algunos medios iniciaron el caso, hicieron la denuncia, actuaron simultáneamente como denunciantes, testigos, jueces y verdugos, con o sin pruebas y condenaron a la Trevi y acompañantes (ayer una reportera llegaba al absurdo de preguntarle al aire al juez que dictaminó la absolución si había recibido dinero para decretar la libertad de la cantante), vimos como el caso se convirtió en un juego de poder entre televisoras, medios de espectáculos e incluso entre sectores políticos, un juego en el que quedaron atrapadas varias vidas. Y vimos cómo la terrible lentitud de nuestra justicia se tardó seis años en establecer una verdad jurídica.

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