Los secretos de la caja de Pandora
Columna JFM

Los secretos de la caja de Pandora

La educación pública en el DF debe descentralizarse, de la misma forma que ha ocurrido en el resto del país, desde hace más de diez años. No hay ninguna razón para que todos los estados de México aporten un mínimo del 23 por ciento del costo de su sistema educativo con base en su propio esfuerzo presupuestal y tributario y el Distrito Federal no contribuya ni con un peso al mismo.

La educación pública en el DF debe descentralizarse, de la misma forma que ha ocurrido en el resto del país, desde hace más de diez años. No hay ninguna razón para que todos los estados de México aporten un mínimo del 23 por ciento del costo de su sistema educativo con base en su propio esfuerzo presupuestal y tributario y el Distrito Federal no contribuya ni con un peso al mismo. Pero también creo que éste es un proceso complejo, que podría y debería iniciarse ahora pero que no tendría porqué entrar en vigor el próximo primero de enero: para hacerlo bien y de forma ordenada, si el objetivo (que es, insisto, correcto) es colocar al DF en la misma situación, con las mismas responsabilidades, que las otras entidades del país, entonces un año para organizar ese proceso no sería excesivo y a partir del primero de enero del 2006, sería muy lógico y aceptable que el mismo pudiera iniciarse.

De la misma forma que no es verdad que esta situación implicaría un recorte de nueve mil millones de pesos a las finanzas del DF (en realidad, el gobierno federal seguirá aportando más de 22 mil millones de pesos a la educación básica en la capital, equivalente a más del 70 por ciento del total y la diferencia real sería de 4 mil millones de pesos), también es verdad que la reacción del jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador, una vez más ha polarizado las cosas a límites que pueden ser fatales para la propia administración capitalina, pero que en el corto plazo le pueden servir al jefe de gobierno en su estrategia de presentarse como víctima de un complot político en su contra.

Lo decíamos un par de semanas atrás, cuando comenzó este debate. El problema del DF no es la educación: es el agua, es la basura, es el drenaje, es la energía. López Obrador comete una torpeza al decir que con la descentralización educativa del DF lo que buscan es beneficiar a Nuevo León o el Estado de México. Y es una torpeza porque no hace falta demasiado para azuzar, justificado o no, el antichilangismo de amplias regiones del país que se quejan, precisamente, de que el DF recibe más de lo que éste ofrece a la Federación. Podrán argumentar las autoridades capitalinas que no es verdad, pero olvidan que, por ejemplo, en el ámbito tributario la parte proporcional del DF es, sí, muy alta, pero porque muchas corporaciones tienen su domicilio fiscal en el DF pese a operar en el resto del país. Y olvida el jefe de gobierno que, bien o mal, todos los demás estados de la república aportan entre un mínimo del 23 y bastante más del 30 por ciento de sus recursos necesarios para sus sistemas educativos. ¿Por qué el DF tendría que ser una excepción?¿porqué se habla de un "golpe artero" cuando el propio gobierno capitalino firmó en la Convención Nacional Hacendaria un documento en el que se plantea la necesidad de una distribución equitativa de los recursos para la educación?

Pero insistimos, el problema no es la educación. El agua del DF viene de las cuencas del Lerma y del Cutzamala y varios estados, si se abre esta caja de Pandora con la que está jugando el gobierno capitalino, podrían exigir un pago por ese recurso. La basura del DF se deposita en el estado de México: el Bordo Poniente está saturado y no habrá en el futuro inmediato dónde poner la basura que genera la capital (12 mil toneladas diarias) si no es en el estado de México. El drenaje, las aguas negras de la capital, se descargan muy lejos de la ciudad: sobre todo en Hidalgo. ¿Qué pasaría si el estado de México, Hidalgo, Guerrero u otros estados le exigen al DF que contribuya más por los servicios y recursos que esos estados le prestan?¿porqué la electricidad en el DF, proviene de Chiapas y debe estar en manos de una compañía ineficiente como Luz y Fuerza del Centro con un sindicato que goza del mejor contrato colectivo del país, obligando a un subsidio altísimo y a cuotas más altas aún para los pocos que terminamos pagando ese servicio, mientras miles no lo pagan? Si el jefe de gobierno y el PRD siguen en el mismo curso de colisión que hasta ahora, van a abrir esa caja de Pandora que no podrán cerrar y que llevará a una crisis general a la ciudad. No es diferente a la situación que vivió en los 70 y principios de los 80, por ejemplo, la ciudad de Nueva York y de la que se recuperó, solamente, cuando logró, vía fiscal y administrativa, vivir de sus propios recursos bien administrados. Y ese tiene que ser el destino de nuestro Distrito Federal. Como se llame quien lo gobierne.

Pero si la lógica política que anima a los gobernantes de la capital es errónea, lo hecho ayer por los asambleístas del PRD en la cámara de diputados es de una torpeza sin igual, sólo explicable en una visión de la política que ignora hasta las más elementales normas políticas. Este PRD capitalino que sigue encabezando René Bejarano (¿qué mejor prueba que la otorgada ayer por los propios asambleístas que tomaron la tribuna al grito de ¡Bejarano!¡Bejarano!?), ha regresado al partido del sol azteca, con el beneplácito del jefe de gobierno, a las peores épocas de fines de los 80 y principios de los 90. Ayer sólo faltaba Marco Rascón con su careta de cochinito para rememorar aquellos tiempos del perredismo, visto por la mayoría de la sociedad como violento y contestatario pero incapaz de tener una sola acción constructiva. El mismo perredismo que dilapidó, debemos recordarlo, el enorme capital político obtenido en el 88 hasta convertirse en un partido de 15, 16 por ciento de los votos. Ahora está recorriendo el mismo camino.

La situación se agrava porque, no sólo los asambleístas que tomaron la tribuna de la cámara coreaban vivas nada más y nada menos que a Bejarano, sino que, además, fueron dirigidos por su esposa, la diputada Dolores Padierna que, además, literalmente engañó al presidente de la cámara, Manlio Fabio Beltrones, solicitándole autorización para que los legisladores asistieran como invitados a la sesión y, una vez allí montar la provocación. Una provocación que incluso engañó no sólo a Beltrones, sino también a otros perredistas como Lorena Villavicencio que, al momento de la "toma" de la tribuna estaba negociando con Beltrones un encuentro de los legisladores locales con los federales para analizar la reforma al 122 constitucional.

Pero no querían negociar, querían la acción propagandística protegidos, una vez más, por el fuero. El mismo fuero que protege a Bejarano, líder de los provocadores de ayer en San Lázaro y que, si el PRI tuviera congruencia, debería decidir desde ya que su juicio de desafuero no debe prosperar, por la sencilla razón de que un legislador con licencia no puede seguir siendo protegido por el fuero, porque éste se justifica con base en la función no en la persona. La entrada del desafuero a Bejarano en la sección instructora se justificó sólo por una mala decisión política de Emilio Chuayffet que acordó con Pablo Gómez que el mismo prosperara y ahora se encuentra atrapado en su propio error.

Regresemos al origen: la reforma al 122 constitucional no era seguro que fuera aprobada el día de ayer, tampoco que trascurriría todo el proceso legislativo antes de fin de año. No había necesidad de que entrara en vigor este primero de enero, sino, mucho más probablemente, hasta el inicio del 2006. No existe justificación alguna para que el Distrito Federal no aporte al sistema educativo local como lo hacen todos los estados de la república y sobre todo si no quieren que las demás entidades se cansen de la soberbia de nuestros gobernantes citadinos y quieran, incluso injustamente, cobrarles todos los servicios posibles a la capital. ¿Cómo se pueden recuperar los 4 mil millones que supuestamente perderá la capital? Muy sencillo: que el gobierno capitalino le cobre un impuesto local, mínimo, por ejemplo, a los cientos de miles de vendedores ambulantes o taxistas piratas que son parte de su base clientelar. Porque definitivamente, no se puede generar una provocación como la urdida ayer en San Lázaro sin pagar un costo político por ello. En el PRD, debemos decirlo una vez más, han perdido por completo el rumbo por apostar todo, principios incluidos, a una carta, a una sola carta electoral.

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