¿Por qué todos contra Bush?
Columna JFM

¿Por qué todos contra Bush?

New York, 24 de octubre.- A una semana de las elecciones más importantes de la historia contemporánea de los Estados Unidos, cuando se tendrá que decidir el curso que tomará este país probablemente en décadas, el tema central, por lo menos en buena parte de la costa este no parecen ser los comicios sino la escasez de vacunas contra la gripe, como consecuencia de errores de abastecimiento gubernamentales.

New York, 24 de octubre.- A una semana de las elecciones más importantes de la historia contemporánea de los Estados Unidos, cuando se tendrá que decidir el curso que tomará este país probablemente en décadas, el tema central, por lo menos en buena parte de la costa este no parecen ser los comicios sino la escasez de vacunas contra la gripe, como consecuencia de errores de abastecimiento gubernamentales.

Pero no nos engañemos: cada vez más estadounidenses comprenden la importancia de estos comicios: si como dice William Clinton en su excelente libro Mi Vida (¿qué esperaban algunos críticos que lo consideraron aburrido?¿que dedicara las mitad de las páginas al escándalo Lewinsky?) que las elecciones de 1968 fueron las que le abrieron el camino al miedo y a los sectores más conservadores de este país, la que iba a dar una nueva forma a la política estadounidense y redefinir sus bandos durante el resto del siglo y frustar todos los intentos de hacer que el electorado se centrara en los temas que más afectan su vida y su sustento y no en los que más le preocupan a un nivel psicológico, estos comicios podrían definir un rumbo para los Estados Unidos y, obviamente para el mundo, donde las expresiones más extremistas de esta concepción de la vida y de la política se hagan presentes en forma definitiva.

Si como dice también Clinton en su libro, la reacción radical de la derecha contra todas las posiciones liberales de la política estadounidense "demostraría ser más duradera, mucho mejor financiada, estar más institucionalizada, contar con más recursos y tener un grado mucho mayor de adicción al poder y mucha mayor habilidad a la hora de conseguirlo y mantenerlo", el hecho es que en las elecciones del 2 de noviembre esa tendencia continuará: ha sido muy difícil para el candidato demócrata John Kerry imponer un discurso y una agenda propia que le permitan romper de alguna manera con esa estrategia de imponer miedos psicológicos que impulsa la administración Bush y que le permiten en plena campaña, ignorar que la economía no marcha como se esperaba, que la política social rezaga cotidianamente a más personas y que, sobre todo, ha involucrado por razones cada vez menos claras a Estados Unidos en una guerra en Irak cuyos costos son cada vez mayores y los beneficios en la lucha contra el terrorismo no se perciben de ninguna forma. Al mismo tiempo, los temas de la agenda republicana más dura, se van imponiendo y pasan por el tamiz de una opinión pública distraída en otros temas, como la personalidad dubitativa de Kerry o, como decían el sábado en un programa cómico, parodiando el discurso que ha creado Karl Rove para Bush, en "la bomba que lanzará Kerry sobre los propios Estados Unidos para convertir a toda la población en gay".

La elección parece empatada y, evidentemente, se decidirá en unos pocos estados, pero lo que pocos analistas han percibido con claridad es cómo la fortaleza de ese movimiento de derecha radical, gane o pierda Bush, difícilmente se debilitará. Desde las elecciones del 94 esa corriente tiene el control del Congreso, entonces con Newt Gingrich, y hasta ahora no lo ha perdido, ni nada hace suponer que ello sucederá: y esa corriente mantendrá, en términos generales, sus espacios después de estos comicios, independientemente de los resultados en los resultados presidenciales. Las cifras no permiten engaños: en la legislatura 95-97 (en el que fue su primer gran triunfo legislativo) obtuvieron 230 representantes; en 97-99 llegaron a 228; en el 99-2001, bajaron muy poco, pese a que fracasaron en el intento de derrocar a Clinton, a sólo 223 legisladores; con las discutidas elecciones de del 2000, para la legislatura del 2001 al 2003 sumaron 221 y ahora tienen 229. Nadie presagia una caída radical de esa corriente en estos comicios. Ellos seguirán imponiendo en buena medida su agenda.

Pero quizás por eso toda la oposición a estos grupos han coincidido en que lo verdaderamente importante es la oposición a Bush, como única forma de imponer una serie de controles y contrapesos a estos grupos que les impidan desarrollar su agenda sin contratiempos. Por eso la semana pasada el New York Times y este fin de semana el Washington Post, se han declarado públicamente a favor de Kerry, como una forma, también, de limpiar sus muchos pecados en el proceso que le permitió al presidente Bush entrar a la guerra con Irak sin oposición. Seymour Hersh, el periodista que en 1969 descubrió y publicó la historia de la masacre de My Lay en Vietnam y que ahora fue quien divulgó y mostró, en The New Yorker y la cadena CBS las fotos de las torturas y humillaciones en la prisión militar de Abu Ghraib sostiene que "los grandes medios han fracasado totalmente. Mi periódico, dice Hersh, el New York Times (donde trabajó durante décadas) apoyó a Bush. Querían ir a la guerra. Creían que después del 11-S debían ser leales al gobierno". Ahora los principales medios parecen haber comprendido su error, pero quizás es ya demasiado tarde para enmendarlo, en parte porque ellos mismos crearon un monstruo del que no se pueden deslindar (y quizás ese es el mayor pecado electoral también de Kerry: haber votado a favor de la intervención en Irak y ahora comprender que era un fracaso basado en una mentira…que paradójicamente todos sabían que era tal).

¿Por qué entonces insistir tanto en la tesis de que la campaña electoral debe tener un solo eje: contra Bush (o si se quiere, por la parte contraria, a favor de que Bush continúe, sin importar todo lo demás). Porque los grandes medios (a pesar de que en estos años, la administración Bush ha creado una vasta red de medios afines, comenzando por la cadena de televisión Fox y todo lo relacionado con Ruppert Murdoch y siguiendo por muchos medios locales pero muy influyentes en los estados de la Unión) dicen haber comprendido que quizás el presidente Bush puede ser un hombre bien intencionado, muchos de esos grandes medios tampoco consideran que realmente Bush haya ido a Irak por el petróleo, por ejemplo. Fue, dicen, porque de alguna forma es un utópico, un idealista y piensa que invadiendo Irak realmente acabará con el terrorismo y llevará la democracia a Medio Oriente. Esa es la verdadera victoria de los neoconservadores que nunca, por ejemplo, pudieron venderle al padre del actual presidente en su mandato. La diferencia, dicen, no está en ser conservador o liberal, sino en la influencia que esa corriente puede tener en un gobierno y cómo en su fundamentalismo, van dejando fuera, como enemigos o traidores, a todos los demás. La frase de Bush, de "están con nosotros o contra nosotros" lo refleja con claridad. Cualquiera que en el 2002 se opusiera a la intervención a Irak, así fuera un alto mando militar o un diplomático de experiencia, era considerado un traidor. De eso se contaminaron los medios y muchos funcionarios de alto nivel que sabían que las decisiones que se estaban tomando eran erróneas y por eso las aceptaron e incluso las impulsaron. Y ahora difícilmente saben qué hacer con ello, cómo volver a poner las cosas en su lugar sin una autocrítica tan clara como persuasiva. El propio Kerry, dicen varios analistas serios, prefiere no enfrentarse claramente con esa tendencia y en su discurso no dice que la guerra, como todo el mundo que lo ve con cierta frialdad lo admite, está condenada ya al fracaso, a la derrota y quizás a una derrota más dolorosa que la de Vietnam (una nación y una región del mundo con la que pese a todo, las relaciones pudieron recuperarse con rapidez, a diferencia de lo que está sucediendo con el mundo musulmán que percibe cada vez más a los Estados Unidos como un enemigo al cual sólo queda odiar). Incluso Kerry ha decidido no utilizar, en absoluto, el tema de las fotos de vejaciones y torturas en la prisión de Abu Ghraib, pero ha permitido críticas a Dick Chaney por su posición ambigua respecto a los grupos gay, ya que una de las hijas del vicepresidente es lesbiana. ¿Por qué votar entonces en contra de Bush? Por una razón muy simple dicen: porque Bush cree tanto en lo que está haciendo, está tan ciego a todo lo demás, está tan convencido por la nueva derecha republicana fundamentalista que en su nuevo mandato, ya sin la presión de la reelección, seguirá y agudizará su ruta actual. Y eso, dicen, puede llevar a Estados Unidos a un desastre.

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