La lucha por el presupuesto
Columna JFM

La lucha por el presupuesto

La disputa presupuestal tendrá esta semana varios de sus capítulos más intensos: este lunes la cámara de diputados entregará a la presidencia de la república el documento oficial con el decreto ley del presupuesto para que sea publicado de inmediato en el Diario Oficial de la Federación. Dicen los diputados que si el presidente Fox no lo hace así, estaría violando la ley. Mientras el presidente viajaba por Costa Rica y Chile, mientras se reunía con su homólogo George Bush, en su oficina tendrán que decidir cómo van a procesar una crisis, la generada con la impugnación presidencial del presupuesto que, por lo menos al inicio del fin de semana, no se tenía en claro hacia dónde los llevaría.

La disputa presupuestal tendrá esta semana varios de sus capítulos más intensos: este lunes la cámara de diputados entregará a la presidencia de la república el documento oficial con el decreto ley del presupuesto para que sea publicado de inmediato en el Diario Oficial de la Federación. Dicen los diputados que si el presidente Fox no lo hace así, estaría violando la ley. Mientras el presidente viajaba por Costa Rica y Chile, mientras se reunía con su homólogo George Bush, en su oficina tendrán que decidir cómo van a procesar una crisis, la generada con la impugnación presidencial del presupuesto que, por lo menos al inicio del fin de semana, no se tenía en claro hacia dónde los llevaría.

Como decíamos ayer en las razones del domingo, los diputados se equivocaron con el presupuesto y en un afán revanchista, destinado a ajustar cuentas de cara al 2006, recortaron y enmendaron programas y áreas, como la seguridad, en forma inexplicable. Se cebaron en secretarías como Gobernación y Relaciones Exteriores en forma también bastante poco explicable (salvo que se lo vea como un adelanto de la lucha hacia el 2006), mientras que en la redistribución de recursos se beneficiaron los estados y municipios que PRI y PRD gobiernan. Pero no creo que haya sido la mejor idea "impugnar", como dijo el jueves el presidente Fox, el presupuesto. Primero, porque no se especificó con claridad qué vía se adoptará, cómo se realizará esa impugnación ni tampoco se establecen cuáles serán sus repercusiones inmediatas. Segundo, porque si bien la impugnación se basa, políticamente, en un dato incontrovertible, como es la mayor popularidad presidencial frente a un congreso completamente desprestigiado (es notable cómo los legisladores siguen estando en los niveles más bajos de credibilidad del todo el escenario político y social nacional, mientras que el presidente, pese a todo, sigue manteniendo unos niveles de reconocimiento relativamente aceptables) no se ve en el ejecutivo federal la determinación para sacar adelante un proyecto político alternativo que le sirva para definir esta batalla con el congreso.

Decía la columna el Templo Mayor de Reforma el día de ayer que aparentemente, Dick Morris, el célebre asesor de muchos políticos estadounidenses, entre ellos William Clinton, estaría, como lo hizo en la campaña electoral del 2000, apoyando al presidente Fox. Puede ser, sobre todo si se recuerda cómo Clinton, en su momento, por recomendación de Morris entre otros, rechazó el primer presupuesto realizado por un congreso encabezado por el ultraconservador Newt Gingrich que limitaba los programas sociales que quería impulsar Clinton. Hubo una durísima disputa política, Clinton se negó a sacar el presupuesto como lo habían planteado los republicanos, y luego de una intensa negociación que incluso paralizó en por lo menos dos ocasiones el funcionamiento del gobierno durante algunos días, Clinton obtuvo algunas de las reformas que quería para sacar adelante su proyecto. Pero lo importante no fue eso, sino que de la mano con ese enfrentamiento (o mejor dicho apoyándose en él) Clinton relanzó en buena medida la estrategia de su gobierno, abandonó algunos objetivos, modificó, por ejemplo, el papel que jugaba Hillary en la administración y se planteó el ambicioso programa de lograr un déficit público de cero, que cumplió un par de años después.

Si Morris o cualquiera que haya leído lo escrito por Morris y otros autores (incluyendo el propio Clinton en su libro Mi Vida) sobre aquel acontecimiento, está aconsejando al presidente Fox tomar el mismo camino que asumió el presidente estadounidense en aquellos días, no lo están haciendo bien. Porque falta claridad en el objetivo de la impugnación y hacia dónde se la quiere llevar, pero además ésta tiene sentido si se la va a tomar como un instrumento para lanzar un programa, una serie de medidas que puedan presionar a los legisladores desde el ámbito de la opinión pública y literalmente obligarlos a aceptar una negociación.

Nada de eso se ha hecho y allí está la mayor debilidad presidencial en este momento. El presupuesto tiene errores, es verdad, y las modificaciones están más orientadas a presionar (e incluso a "chicanear") al gobierno federal que a apoyar realmente a diferentes sectores sociales. Pero el presidente Fox y su gabinete no han dejado en claro que es, con precisión, a lo que se oponen ni dicen, tampoco, que es lo que quieren hacer diferente. Si el presidente Fox insiste en que quiere mantener el presupuesto enviado por la secretaría de Hacienda para garantizar la estabilidad económica y financiera, para continuar, simplemente, con la misma ruta que se ha seguido en estos años, está cometiendo un error político: por las razones que sean, estos han sido años de casi nulo crecimiento económico, con malos números en generación de empleos y con un serio deterioro respecto a las expectativas generadas al inicio de la administración. Limitarse a decir que se quiere mantener la misma ruta actual favorece la posición política de los diputados aunque no mejore su credibilidad en términos generales.

La impugnación presidencial, por lo tanto, debería haber sido mucho más concreta, más precisa y buscando objetivos mucho más específicos. Difícilmente podrá avanzarse con claridad en este debate, que es ya una verdadera batalla política, argumentando, aunque tengan toda la razón, que es un error haber disminuido los recursos para las llamadas adefas (que son los pagos de las deudas ya adquiridas) o para el IPAB. No son temas que obtendrán eco en la gente y que, por el contrario, podrían permitir, aunque fuera en forma demagógica, una respuesta de las oposiciones, como ya ha comenzado a ocurrir.

En todo caso, quizás hubiera sido mucho más inteligente esperar un par de días, tener el documento completo (porque cuando el presidente Fox pronunció su discurso el jueves pasado aún no tenía el presupuesto aprobado en su poder), hacer todas las impugnaciones puntuales y analizar con mayor detenimiento si es viable o no avanzar en el terreno legal o legislativo para obtener las reformas que se desean. En los hechos, ahora el presidente Fox parece estar más a la defensiva que a la ofensiva, parece tener más cosas sin atar en este tema que los controvertidos legisladores.

¿Qué es lo que viene? Según el gobierno federal y el PAN, una vez que tengan el presupuesto oficial harán una serie de observaciones específicas al mismo, lo volverán a enviar a la cámara de diputados (esa sería la forma de vetar el presupuesto) para que éstas sean discutidas y de ser aprobadas se necesitaría una mayoría simple para sacarlas adelante. Si la cámara de diputados rechaza esas observaciones presidenciales entonces la cámara requeriría dos terceras partes de los votos para imponerle al presidente el presupuesto que votó la semana pasada. Todos los puntos del presupuesto, dicen los panistas, que no sean objeto de observaciones por el presidente, quedarían automáticamente aprobados. Ello es independiente de otra vía legal, que sería la controversia constitucional si se considera que se violaron ordenamiento específicos en ese sentido. Los panistas se apoyan, para sacar adelante este proceso, en antecedentes históricos lejanos, planteados por Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles. Los diputados sostienen que, simplemente, el presidente no puede ni observar ni vetar el presupuesto y que no le queda más que acatarlo. Incluso aseguran que si no lo publica de inmediato en el Diario Oficial estaría cometiendo un delito.

El presupuesto tiene muchos errores, algunos de ellos no cometidos, precisamente, de buena fe. Pero la pregunta es si no era mejor dar la batalla en el terreno estrictamente político en lugar de embarcarse en un proceso legal que puede ser largo y cuyos resultados, hoy, resultan difíciles de establecer. No sé lo que dirá Dick Morris, pero evidentemente Fox no es igual a Clinton.

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