Bejarano, el Osiel del reclusorio sur
Columna JFM

Bejarano, el Osiel del reclusorio sur

Ayer, el jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador dijo que aceptaría que las fuerzas militares intervinieran, si fuera necesario, en los reclusorios dependientes del Distrito Federal. En realidad, la militarización de los reclusorios no es la solución para la creciente corrupción de los reclusorios locales y federales, lo que se debe exigir son acciones que rompan con los privilegios que tienen distintos detenidos que se convierten así en los verdaderos dueños del penal, los que deciden y actúan dentro del mismo por encima de cualquier autoridad.

Ayer, el jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador dijo que aceptaría que las fuerzas militares intervinieran, si fuera necesario, en los reclusorios dependientes del Distrito Federal. En realidad, la militarización de los reclusorios no es la solución para la creciente corrupción de los reclusorios locales y federales, puede ser una salida de corto plazo, pero los problemas son mucho más profundos y no se resolverán con la intervención militar: lo que se debe exigir son acciones que rompan con los privilegios que tienen distintos detenidos que se convierten así en los verdaderos dueños del penal, lo que deciden y actúan dentro del mismo por encima de cualquier autoridad.

En los últimos días se ha hablado mucho del control de Osiel Cárdenas sobre el reclusorio de La Palma. En el pasado, en este mismo espacio, hablamos de cómo controlaba Joaquín El Chapo Guzmán el penal de Puente Grande o como la banda de Los Texas fiscalizaba, incluso con sistemas de video que vigilaban el exterior de la prisión y que eran controlados desde las celdas, el penal de Nuevo Laredo. En las últimas semanas, vimos cómo hubo fugas en Tijuana, en Tamaulipas, en Apatzingan, en el penal de Nezahualcoyotl en el estado de México, y en todas ellas hubo complicidad de custodias y funcionarios. Ahora nos enteramos que el recién destituido director del reclusorio de La Palma, Guillermo Montoya, nombrado durante la administración de Alejandro Gertz en la SSP, en la cual, como ahora, Carlos Tornero era director de reclusorios, asumió ese cargo pese a que tenía en su contra órdenes de aprehensión, acusado precisamente de haber permitido la fuga de presos de un penal de Hermosillo, Sonora. Cómo llegó un hombre con esos antecedentes a dirigir La Palma es un misterio.

Pero hace bien López Obrador en aceptar la posibilidad de que haya intervención militar en los penales del DF porque en ellos la situación es similar a la de otros en el país. Quizás con la diferencia de que personajes políticos de alto nivel, con el respaldo del propio gobierno capitalino, son los que permiten que tengan el control de los penales. El caso más evidente es el de René Bejarano cuya protección, por cierto, alcanza cada día cotas mayores.

No se trata sólo de los privilegios de los que ya se ha hablado y que su esposa, la diputada Dolores Padierna, ha reconocido, como la comida especial (lo que ocurre con todos los presos que pueden permitírselo), sino también de la utilización de ropa que está fuera del reglamento (los detenidos deben portar ropa color caqui) como pants y tenis, que son los que suele utilizar Bejarano en el reclusorio. Tiene muchos otros privilegios, como por ejemplo, la visita, todos los días y a la hora que quiera, de su esposa, sus hijos y sus amigos, que suelen comer con él cotidianamente; la llegada de numerosos equipos electrónicos (incluso una pantalla de televisión de plasma, con su equipo de video y sonido, era tan grande que no cabía en la celda de Bejarano y fue llevada al comedor para compartirla con otros detenidos). Como lo ordenaba Osiel Cárdenas en el texto que dimos a conocer ayer en este espacio, Bejarano también está llevando comida y medicinas para otros reclusos y su organización, la corriente de izquierda democrática, está trabajando para darles apoyo material y legal, tanto a reclusos como a sus familias para allanar la situación de su líder detenido. El día 24 de diciembre, la camioneta de Dolores Padierna entró en la zona de alta seguridad del penal sin problema alguno y muchos aseguraron que allí salió Bejarano para festejar con los suyos la nochebuena. Para frenar esos rumores las autoridades del penal aseguraron que en realidad, Bejarano festejó esa noche en el reclusorio, acompañado por su familia, amigos e incluso funcionarios del gobierno capitalino, como el titular de transporte, Francisco Garduño, lo que evidentemente puede hacer cualquier otro detenido.

Pero el reportero Raúl Flores de Reporte 98.5, del grupo Imagen, divulgó ayer, con base en entrevistas de distintos custodios, que los contactos de Bejarano para tener el control del reclusorio sur, van más allá de las relaciones políticas y los privilegios del poder. Bejarano ha establecido en el reclusorio sur una estrecha relación con dos narcotraficantes para mantener ese control en sus manos: ambos estuvieron estrechamente ligados al cártel de Juárez y uno de ellos con unos antecedentes políticos que no pueden ser ignorados. Uno es el colombiano Diego Velásquez García, detenido el 27 de agosto de 1998, luego del decomiso de media tonelada de cocaína en el aeropuerto capitalino.

El otro es un reconocido narcotraficante con amplias conexiones políticas. Se trata de Eduardo Salazar Carrillo, un ex comandante de la policía judicial federal en Sinaloa y ex delegado de la PGR en ese estado, que trabajaba para el cártel de Juárez, y que fue detenido en dos ocasiones. Primero, en mayo de 1994 fue detenido llevando 300 mil dólares, junto con el ex comandante de la PJF, Gilberto Barrios. Eran parte de 2 millones de dólares que se tenían que entregar a distintas autoridades para dejar pasar drogas hacia Estados Unidos. Como lo señalamos en el libro Narcotráfico y Poder (Rayuela editores, 1998), fue capturado por el entonces capitán Horacio Montenegro, yerno y mano derecha del general Jesús Gutiérrez Rebollo que lo dejaría en libertad poco después. Tanto Gutiérrez Rebollo como Montenegro fueron detenidos tres años más tarde también por trabajar para el cártel de Juárez. En su declaración ministerial Montenegro asegura que Eduardo Salazar Carrillo, el hombre que cuida a Bejarano en el reclusorio Sur, estaba estrechamente ligado a Amado Carrillo (muerto en 1997) y Juan José Esparragoza El Azul , pero que el dinero que portaba al ser detenido era en realidad para el entonces (mayo de 1994) subprocurador de la PGR, Mario Ruiz Massieu y para el director de la PJF, Adrián Carrera Fuentes (ahora testigo protegido de la PGR), ambos funcionarios habían tenido estrecha relación con el gobierno capitalino en las épocas de Manuel Camacho Solís. Montenegro aseguró que él no fue quien decidió la liberación de Salazar Carrillo, sino que recibió órdenes, en esa época, nada menos que del secretario de la Defensa, Antonio Riviello, lo que nunca pudo comprobar.

Por el contrario, todo indica que fueron Montenegro y su jefe, Gutiérrez Rebollo, quienes enviaron a Salazar Carrillo, una vez liberado, a Quintana Roo, a trabajar en la relación entre el cártel de Juárez y el entonces gobernador Mario Villanueva Madrid. Allí, luego de la fuga de Villanueva, Salazar Carrillo fue nuevamente detenido en junio de 1999, acusado de almacenar municiones, de portación de armas de fuego, asociación delictuosa y delitos contra la salud.

Durante muchos años, René Bejarano cobró en el DDF, lo hizo en el periodo de Manuel Camacho y también durante la administración de Oscar Espinosa Villareal, periodo en el que consolidó su control sobre distintos organismos clientelares, relacionados, sobre todo, con la construcción de vivienda, los taxis piratas y el comercio ambulante, con relaciones obvias de estos grupos con sectores del crimen organizado. Quizás se trata de una casualidad, pero no deja de llamar la atención que la relación mediante la cual René Bejarano está consolidando su control sobre el reclusorio sur, según el excelente reportaje de Raúl Flores en Imagen, se esté dando con un personaje como Salazar Carrillo, un hombre ligado a su vez a Mario Ruiz Massieu, a Adrián Carrera Fuentes y Mario Villanueva (además de Montenegro y Gutiérrez Rebollo), todos políticos y funcionarios reconocidos, como Bejarano, por su calidad ética e integridad personal. De esta forma, igual que lo hace Osiel Cárdenas con La Palma, pero con mejores relaciones políticas, controla Bejarano el reclusorio sur. Señor López Obrador, si de verdad cree lo que dijo ayer, vaya solicitando la intervención militar en ese penal dependiente del gobierno capitalino.

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