Elecciones para leer el futuro
Columna JFM

Elecciones para leer el futuro

Este domingo comienza el ciclo electoral del año con tres comicios que serán, de alguna forma, atípicos si se analizan de cara a la situación global que viven hoy los principales partidos del país, pero que también permitirán ser, junto con las elecciones del día 20 en Hidalgo, un buen termómetro para ver cómo están çestos y, sobre todo, para medir fuerzas en torno a los respectivos procesos internos que se deberán dar en el PAN, el PRI y el PRD.

Este domingo comienza el ciclo electoral del año con tres comicios que serán, de alguna forma, atípicos si se analizan de cara a la situación global que viven hoy los principales partidos del país, pero que también permitirán ser, junto con las elecciones del día 20 en Hidalgo, un buen termómetro para ver cómo están çestos y, sobre todo, para medir fuerzas en torno a los respectivos procesos internos que se deberán dar en el PAN, el PRI y el PRD.

En el primero, el 5 de marzo se deberá elegir a la nueva dirección partidaria en un proceso que puede generar algo más que tensiones en el panismo. Un día antes, el 4 de marzo, en un nuevo aniversario de su fundación, el PRI concluirá su asamblea nacional. No habrá allí cambio de dirección pero, el resultado de la asamblea determinará el futuro del complejo proceso de selección de candidato presidencial en ese partido (un proceso en el cual cada día parece ser más claro que los finalistas serán Roberto Madrazo y Enrique Jackson). En el PRD se renovará, el 18 de marzo, todas las direcciones del partido, a nivel nacional, estatal y distrital. Esas elecciones en el perredismo han sido casi siempre de pesadilla: si en algún momento las corrientes del PRD merecen el nombre de tribus es, particularmente, en sus elecciones internas. Y todo pinta para que en esta ocasión las cosas sean muy diferentes. Pero las tres elecciones del domingo y la del día 20 en Hidalgo, marcarán esos tres procesos.

Las más complejas, sin duda, serán las de Guerrero. Las encuestas dicen que allí competirán sólo el PRD y el PRI, el PAN (que en el pasado tuvo presencia importante en ciertas zonas, como Taxco) ha trabajado tan mal ese estado que puede estar, incluso, por debajo del 2 por ciento. El domingo Zeferino Torreblanca, el empresario independiente que es candidato del PRD y que antes fue presidente municipal de Acapulco, ganará en ese puerto y seguramente en la mayoría de las ciudades, probablemente con excepciçon de Chilpancingo. Pero el voto rural en Guerrero siempre ha sido importante y todo indica que el priismo sigue conservando una fuerte capacidad de operación, allí es donde puede tener oportunidades el priista Héctor Astudillo. Un dato en este tipo de elecciones suele ser importante: por goteo pero en forma constante, cada vez más priistas, incluyendo miembros del gabinete de René Juárez (cuyo gobierno terminó flaqueando seriamente en los últimos años de su gestión), se han pasado al bando de Torreblanca. Si se da, será un triunfo muy importante para el perredismo. Claro, a la hora de gobernar las cosas pueden ser muy diferentes en un estado como Guerrero, si no se tienen los controles de las amplias, y broncas, zonas rurales del estado. En el contexto del perredismo, un hipotético triunfo de Torreblanca no tendría una marca clara: es verdad que ha recibido el apoyo de López Obrador, pero también de Cárdenas. Como no es perredista y además fue casi un candidato natural, no se le puede otorgar un sello definido en el proceso interno del PRD. Pero para cualquiera que sea su candidato, tener Guerrero es muy importante. En el caso del PRI, Roberto Madrazo ha apostado en Héctor Astudillo, aunque la operación política en el estado ha quedado en las manos, sobre todo, de los “operadores” de Ulises Ruiz, el sucesor de Murat en Oaxaca. En todo caso, el papel de Madrazo en esa elección parece ser el mostrarse como una suerte de “salvador” de unos comicios que parecían meses atrás definitivamente perdido y ahora se muestran empatados. De todas formas, si el PRI no gana Guerrero, será un duro golpe para ese partido y para el récord electoral del madracismo. Y recordemos que Juárez es uno de los gobernadores que respalda su candidatura, lo mismo que Ulises Ruiz que está detrás de la operación electoral.

En Quintana Roo la situación parece ser diferente. El PRI muy difícilmente podrá perder la elección. Y no sólo Félix González puede ganar con cierto margen la gubernatura sino que también el priismo podría recuperar el municipio de Benito Juárez, donde se ubica Cancún. No tendrá mayoría absoluta pero le irá bien. Sus oponentes se han equivocado, lo han ayudado. En el caso del PRD ha sido casi vergonzoso: Juan Ignacio García Zalvidea, el ex alcalde de Cancún está, se supone, a años luz de los principios perredistas. Se trata de un personaje oportunista, que en unos pocos años ha pasado de colaborar con el gobernador priista Mario Villanueva (de la mano del cual hizo buena parte de su fortuna) a ser senador por el PAN, presidente municipal por el Verde y ahora candidato por el PRD. La razón es sencilla: en los tres últimos partidos, literalmente, compró su candidatura con la irresistible oferta de que él paga su campaña. Y nadie se ha preguntado de dónde sale tanto dinero. García Zalvidea muy probablemente no ganará pero le ahorrará algunos, muchos, pesos al PRD, aunque el partido, una vez más, con candidatos tan desprestigiados no gana el legitimidad. El PAN decidió recurrir, como había hecho en Tlaxcala, a un priista, en este caso una priista, Addy Joaquín, senadora hasta hace unas semanas por el tricolor y una mujer respetable, pero nada más. No figurará aunque rescatará un buen porcentaje de votos para el panismo, pero el PAN pierde, con esa candidatura, identidad.

En el caso de Baja California Sur, pese a la mala operación que hizo el gobernador Leonel Cota Montaño para sacar a su candidato, todo indica que Narciso Agundiz será el ganador por encima del priista Rodimiro Amaya, que regresó a ese partido después de haber roto con Cota Montaño. El PAN, una vez más, no figurará en estos comicios. Lo importante en este resultado será el futuro de Cota Montaño. Para nadie es un secreto que el gobernador, aunque su participación en el seno del perredismo ha sido prácticamente nula, es el candidato de Andrés Manuel López Obrador para la presidencia nacional del mismo, una candidatura que tiene la oposición de varios sectores, como la corriente Nueva Izquierda que encabeza Jesús Ortega y del cardenismo. Si gana la elección no le será fácil ganar la presidencia del PRD, si llegara a perder no tendría posibilidad alguna. Por eso el propio López Obrador y varios de sus operadores salieron en auxilio de Cota Montaño cuando algunas semanas atrás parecía que las cosas se ponían feas para el perredismo. Difícilmente tendrán sorpresas este domingo.

En Hidalgo, el PRI ganará, el día 20, con amplitud, mientras que el PAN volverá a estar muy por debajo de lo que ese partido puede tener en el estado y el PRD ha cometido el mayor de sus errores al lanzar, con un pragmatismo difícil de evaluar, a José Guadarrama, quizás el más desprestigiado de los viejos operadores electorales del priismo, un viejo enemigo del PRD que colocará a ese partido en tercer lugar en esos comicios pero, como García Zalvidea, le ahorrará algunos pesos en la campaña que se financia el propio Guadarrama, al que le siguen sobrando algunos dineros, que muchos priistas suponen provienen de aquellos que se “perdieron” en el llamado pemexgate.

¿Cómo quedarán las fuerzas internas en los partidos después de estos comicios? En el PRI se romperá el récord triunfador de Madrazo: puede perder Guerrero y Baja California (aunque si Astudillo ganara el primero, podría presentarlo como un gran triunfo) y ganará Quintana Roo. Para el llamado TUCOM, será el triunfo en Hidalgo. En el PRD, la del domingo puede ser una buena jornada en Baja California y se juega mucho en Guerrero. Su papel y sus candidatos son lamentables en Quintana Roo e Hidalgo. Para el PAN es el fin de un periodo de pesadilla: le irá fatal en las cuatro elecciones y será una triste despedida para Luis Felipe Bravo Mena, que pondrá de manifiesto la necesidad de una profunda renovación del panismo. Y en ese sentido, gusten o no sus formas de hacer y entender la política, cada día parece más claro que Carlos Medina Plascencia es quien tiene mayores posibilidades de rehabilitar, de darle personalidad a ese partido, sobre todo cuando Manuel Espino se ha vuelto a ganar, con creces, la acusación de misógino de parte de personajes tan representativos como Tatiana Clouthier (y de muchas mujeres panistas, ¿recuerda usted cómo se refería Espino a Marta Sahagún, por ejemplo?).

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