Entre Tom Clancy y la Mara: Al Qaeda en la frontera
Columna JFM

Entre Tom Clancy y la Mara: Al Qaeda en la frontera

En la última novela de espionaje de Tom Clancy, editada en español y llamada los Dientes del Tigre, se describe con precisión cómo realizarán los miembros de Al Qaeda sus próximos ataques en Estados Unidos. Recordemos que Clancy, un escritor muy popular, ya había escrito, un par de años antes de los ataques del 11 de septiembre del 2001, como un grupo de terroristas atacaba Washington utilizando aviones comerciales secuestrados en el aire.

En la última novela de espionaje de Tom Clancy, publicada en Estados Unidos hace poco más de un año y que acaba de ser editada en español y llamada Los Dientes del Tigre, se describe con precisión cómo realizarán los miembros de Al Qaeda sus próximos ataques en Estados Unidos. Recordemos que Clancy, un escritor muy popular, suele tener para sus novelas buenos tips de áreas de seguridad del gobierno estadounidense, y ya había escritos, un par de años antes de los ataques del 11 de septiembre del 2001, cómo un grupo terrorista atacaba Washington utilizando aviones comerciales secuestrados en el aire.

Ahora, siempre según la novela de Clancy, los miembros de Al Qaeda, con dificultades para entrar por vías legales a los Estados Unidos por los controles implementados en sus aeropuertos, logran un acuerdo con los principales cárteles colombianos: que éstos, ayuden vía sus contactos en México, a una decena de miembros de Al Qaeda a ingresar a Estados Unidos, a cambio de que los fundamentalistas islámicos les ayuden a colocar en Europa cargamentos de cocaína.

El acuerdo se sella y una decena de terroristas con conocimientos básicos de español, llegan a México luego de una visita a Centroamérica donde se les entregan documentos vigentes, y desde aquí se trasladan a la frontera. Un traficante de gente, ligado a grupos de narcotraficantes mexicanos, los lleva a un lugar de cruce cercano a Piedras Negras, que no es de los más utilizados por los migrantes, pero sí por los narcos, para introducirlos en Estados Unidos. El pollero no pregunta quienes son ni le interesa: cobra diez mil dólares por cada uno y en horas están ya del otro lado, donde los grupos de narcotraficantes les entregan ametralladoras Ingram. Allí rentan carros, se dividen en cuatro comandos, llegan en un día de viaje por carretera a cuatro ciudades medias del sur de los Estados Unidos y en sus respectivos centros comerciales se dedican a acribillar familias ajenas a todo.

Es exactamente lo mismo que, según agencias de inteligencia estadounidense podría suceder próximamente y que publicó esta semana la revista Time . Se trata de algo más que una casualidad: lo que está publicando al respecto Time o lo que han publicado con anterioridad otras medios, son las estimaciones de inteligencia de las principales agencias de seguridad estadounidenses. En esas estimaciones basan también sus argumentos escritores como Clancy. Este no elucubró en solitario los ataques con aviones: era algo que, desde años atrás, pensaba como posible el gobierno estadounidense, sólo que no tomó las medidas adecuadas para evitarlo.

Por eso, la tesis de que la frontera norte de México sea la puerta de entrada para potenciales terroristas es lógica, puede ser hasta más sencillo que lo relatado en ese libro o en la revista Time porque, como se ha descubierto en diferentes oportunidades, los narcotraficantes y los traficantes de gente tienen hasta túneles que les permiten pasar la frontera sin dificultades. La preocupación de los funcionarios estadounidenses al respecto, entonces, debe ser considerada legítima. Tampoco es plenamente verdad que no han existido pruebas de que algo así haya ocurrido. Ha habido testimonios, incluso uno muy controvertido de un pollero mexicano que dijo que pasó personas de aspecto árabe a las afueras de San Diego. Pero lo cierto es que por allí pasan cotidianamente hindúes, chinos, rusos, cualquiera que tenga dinero suficiente como para pagar el traslado.

Nadie debería espantarse por ello. En los hechos, una de las consecuencias indirectas de los atentados del 11 de marzo y de la llamada guerra antiterrorista, ha sido que México (al igual que Canadá) ha quedado incorporado a los territorios considerados de seguridad interna de Estados Unidos. La Casa Blanca, y eso no hubiera cambiado si en lugar de George Bush hubiera sido su actual inquilino John Kerry, quiere contar con una cápsula de seguridad que incluya a México y Canadá y que impida el ingreso de terroristas a su territorio.

En realidad, las mayores preocupaciones de Washington no pasa por lo que sucede estrictamente en la frontera norte: saben que por más esfuerzos que se realicen, ésta seguirá siendo porosa porque no se puede controlar más de tres mil kilómetros de frontera. Pero consideran que sí se pueden controlar algunas decenas de kilómetros en el istmo de Tehuantepec. Allí es donde quieren que esté, en los hechos, nuestro control fronterizo, porque consideran que los controles que se están desarrollando en los aeropuertos mexicanos parecen ser adecuados. Lo más poroso es nuestra frontera sur, donde literalmente pasa quien quiera y como quiera.

La idea es que se allí es donde se puede frenar el flujo migratorio, y los desencuentros de las últimas semanas, además de la inexplicable sobrereacción de las autoridades mexicanas a las observaciones estadounidenses, pasan por la creencia, aparentemente sustentada en hechos, de que allí no se está teniendo éxito.

Dentro de ese esquema, la mayor preocupación de EU son los grupos de la Mara Salvatrucha, con fuerte presencia en Honduras y El Salvador, además de México. Apenas ayer, el gobierno estadounidense realizó una gran operación contra la Mara Salvatrucha en varias ciudades de la Unión Americana que permitió la detención de más de un centenar de sus integrantes. Un par de semanas atrás, había detenido en Texas a uno de los principales líderes de la organización. La preocupación por la Mara no es gratuita: es quizás el tipo de organización que con mayor facilidad (mayor aún que los grupos tradicionales del narcotráfico) podría llegar a acuerdos con Al Qaeda, porque el profundo sentimiento antiestadounidense termina hermanando, de alguna forma, a organizaciones tan disímiles. Ese será el gran tema que tendrá que tratar Santiago Creel, el próximo 23 de marzo, con el secretario de seguridad interna de EU, Michael Chertoff.

Los documentos de Yeidckol

El PRD quiere jugar las mismas cartas en el estado de México que en el DF. No importa, parecen decir, si su candidata, Yeidckol Polevnsky cumple o no con los requisitos legales para aspirar a esa posición, lo importante es que debe ser candidata porque ellos lo decidieron. Ayer, dirigentes perredistas aseguraron que un juez ya libró una “sentencia” sobre el acta de nacimiento de Yeidckol (en realidad Citlali Ibáñez) que coincide con los datos de su credencial de elector. No es así, la candidata del PRD y el PT no cumple con los requisitos legales para ser candidata, por lo menos presentándose como Yeidckol Polenvsky. Por las causas que sea, aunque algunas de ellas puedan parecer justificadas, su cambio de nombre es irregular, como lo fueron las sucesivas actas de nacimiento que fue acumulando, como lo han sido las historias que contó en múltiples entrevistas sobre sus orígenes, sus antepasados polacos inmigrados a México, sobre su fe judía, como las historias contadas sobre su familia, incluyendo su madre y sus hijos. Cuando se aspira a gobernar a uno de los más importantes estados del país, no se puede aceptar la sucesión de falsedades que la aspirante ha dicho a lo largo de su vida política. Lo doblemente grave es que Yeidckol-Citlali, comenzó a tratar de aclarar esta historia sólo cuando fue descubierta por los medios. Si no hubiera sido así, hubiera mantenido la mentira.

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