AMLO, el regreso al pasado y el NYT
Columna JFM

AMLO, el regreso al pasado y el NYT

El New York Times fue especialmente crítico con la propuesta económica de parte de Andrés Manuel López Obrador (?podría llevar la economía al desastre?), lo califico de ?izquierda mesiánico? y sostuvo que tiene una agenda de programas sociales que sencillamente ?no podrá financiar?.
El propio López Obrador a contribuido a ello, al asegurar que no existiría problema alguno para financiar, la pensión universal a las personas de la tercera edad, minimizando el costo, con solo acortar la burocracia y disminuyendo la corrupción se podrían ahorrar 100 millones de pesos anuales, el único problema es que no dice cómo se hará esto.

El New York Times fue esta semana especialmente crítico con la propuesta económica de parte de Andrés Manuel López Obrador (“podría llevar la economía al desastre”, dijo), lo calificó de “izquierdista mesiánico” y sostuvo que tiene una agenda de programas sociales que sencillamente “no podrá financiar”.

El propio López Obrador ha contribuido a ello al asegurar que no existiría problema alguno para financiar, por ejemplo, la pensión universal a las personas de la tercera edad, minimizando el costo de ese programa: “sólo 20 mil millones de pesos”. Para el jefe de gobierno, acortando la burocracia y disminuyendo la corrupción se podrían ahorrar 100 mil millones de pesos anuales. El único problema es que no dice cómo reduciría esa burocracia y cómo disminuiría la corrupción. En los hechos, la burocracia en la capital ha crecido en estos cuatro años, la corrupción sigue tan campante como siempre y el gasto del gobierno se ha disparado, como lo demuestra el hecho de que se haya triplicado la deuda pública del GDF.

El texto del New York Times ha significado un rudo golpe para el jefe de gobierno, que ayer trató de mostrar que sí tiene relación con la IP y que está abierto a los negocios, divulgando la realización de un encuentro con directivos en México de Citigroup, Carlyle, Hewlett Packard, Nestlé, Sabritas, Siemmens, Wall Mart y Exxon. Lamentablemente, tanto la carta que envió previamente a ésos y otros empresarios como lo que ayer dijo respecto a ese encuentro, parecen confirmar exactamente lo mismo que dice el Times: que no tiene proyecto económico y que además mantiene, por lo menos, un doble discurso.

El 8 de marzo pasado López Obrador envió una carta a sus invitados, relacionando la estabilidad económica con el desafuero. Allí dice que se “lo quiere estigmatizar entre los empresarios con calificativos que carecen de fundamento”. Luego sostiene que en los últimos 22 años, o sea desde 1982, “no se han logrado los objetivos de la política económica” (¿antes sí). Reivindica el camino “técnico y apegado a la realidad como el que se siguió entre 1930 y 1970”. Dice que la solución no es regresar a los años de Echeverría y López Portillo, pero no porque la economía no funcionara en esas épocas sino porque “ahora hay más democracia” (¿entonces porqué seguir el modelo del 30 al 70?) “con una economía y una sociedad que no resistirían otra quiebra económica del Estado”. Y obviamente dice que el país necesita crecer con estabilidad.

La pregunta es cómo. Dice que deben respetarse los equilibrios macroeconómicos y evitar “disparos inflacionarios”. Acepta que debe haber una política fiscal responsable pero dice que ésta “se basará en la reducción del gasto corriente”. No dice una palabra sobre una reforma fiscal, de ningún tipo.

El párrafo más significativo es la afirmación de que la estabilidad macroeconómica no es suficiente…”se necesitan políticas de fomento”. ¿Y en qué consisten esas políticas de fomento? “En lo inmediato puede haber un mayor estímulo por la vía de la construcción”. Y allí se acaban las propuestas. Luego dice que “se requiere de una política energética que nos permita crecer, diversificar y reducir el costo de la energía siempre dentro del actual marco constitucional”. Obviamente no dice cómo se podría lograr sin inversión privada en el sector.

El siguiente párrafo es el de las promesas: “hacia delante, con un ahorro creciente (¿cómo lo logrará?), la economía requerirá de políticas de fomento industrial, agrícola y de servicios, de créditos para las empresas, con un mayor estímulo a la competencia mediante nuevas concesiones a bancos regionales que acerquen el créditos a las actividades productivas, de mejoría de la educación y del franco impulso al desarrollo científico y tecnológico”. Fuera de que no se entienda claramente aquello de generar más competencia con “bancos regionales”, nadie podría estar demasiado en desacuerdo con lo anterior. La pregunta es de dónde saldrán los recursos si no se plantea una reforma fiscal; si no se propone la apertura del sector energético a la inversión privada; si no se dice una palabra, al referirse al gasto corriente, a una reforma al sistema de pensiones y al mismo tiempo se sostiene que se puede establecer una pensión universal que costará 20 mil millones de pesos al año y que podrán cobrar todos, la necesiten o no, hayan trabajado o no, tengan o no ingresos que los respalden, desde Carlos Slim hasta el último campesino.

El punto central para una propuesta económica seria es el de lo ingresos y estas propuestas que presenta López Obrador son todas de gasto. La pregunta es obvia: ¿con qué y de qué forma se van a financiar? Decir que lo hará sólo ajustándose el cinturón es lo mismo que asegurar que lo hará encomendándose a Dios, sobre todo cuando un altísimo porcentaje del presupuesto se destina a gastos ya etiquetados. La semana pasada, mostró como funciona su razonamiento económico: dijo que para activar el sector energético simplemente se debía dejar de financiar el Fobaproa y destinar esos recursos a la energía, lo que sería la mejor forma de detonar una crisis financiera, exactamente igual a la vivida en Argentina un par de años atrás.

Ayer, el jefe de gobierno fue más allá cuando habló de la reunión que mantuvo con los empresarios citados. Comenzó diciendo que “no todos los empresarios están empanizados sino que la mayoría son hombres y mujeres libres” (¿quiere decir que los empresarios que crean en el PAN o que hayan apoyado a Vicente Fox, no son dignos de ser tomados en cuenta y no son, siquiera, libres?). También distinguió a los empresarios presentes de los que “quedaron muy mal acostumbrados con Carlos Salinas”. Una declaración extraña porque entre ellos estaba Luis Téllez, un funcionario central en el área económica, primero del salinismo y luego con Zedillo. Puso como ejemplo de los empresarios que no quiere a Roberto Hernández, pero allí estaba Julio de Quezada, de Banamex-Citigroup. Atacó en forma personal a Claudio X. González por haber sido asesor en temas comerciales con Salinas y olvidó que todo su equipo de las redes de apoyo y buena parte de su gobierno está conformado por ex salinistas: ¿hubo alguien más salinista que Manuel Camacho que sólo abjuró de esa fe cuando perdió la candidatura presidencial o que Socorro Díaz que fue quien colocó en 1988 la banda presidencial a Salinas o que José María Pérez Gay, su actual coordinador de asesores, que fue entonces director del canal 22?

Rechazó a los que hicieron negocios con Salinas pero se dio tiempo para defender a Carlos Slim y negar que sea, según Forbes, el cuarto empresario más rico del mundo, al tiempo que descalificó “a los directivos de organismos empresariales que son abiertamente militantes del PAN y mezclan las cosas”.

Entonces, la apertura y la estrategia económica del “nuevo proyecto de nación” se basa en regresar al desarrollo estabilizador; en gastar sin explicar cómo se va a recaudar; en construir viviendas y vender petróleo sin abrir la inversión privada en esas áreas; en descalificar, desde ya, a cualquier empresario que haya estado relacionado con Salinas o con el PAN…salvo que ahora lo apoye en la búsqueda de la presidencia. Tiene razón el NYT en estar tan preocupado.

PD: Nos tomaremos un descanso en estos días de semana santa. Razones se volverá a publica en este mismo espacio el próximo lunes 28 de marzo. Gracias, pásela bien .

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