Cuando los presidentes no pueden
Columna JFM

Cuando los presidentes no pueden

Mientras en la agenda nacional no parece haber otro tema que el desafuero, lo cierto es que debería tener más peso inmediato lo sucedido la semana pasada en Waco, Texas, en la reunión que mantuvieron los presidentes Vicente Fox, George Bush y Paul Martín.
El acuerdo a que llegaron los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá en otro momento hubiera sido asumido como algo trascendente, que podría cambiar el perfil de la relación de las naciones de América del Norte. Allí se firmó un documento que compromete a los tres países a desarrollar e integrar una estrategia regional de seguridad en el terreno marítimo y aéreo una estrategia común de bioprotección, con énfasis en el combate al terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado.

Mientras en la agenda nacional no parece haber otro tema que el desafuero (lo que demuestra la escasa perspectiva de muchos de nuestros políticos y, también, cómo el jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador ha logrado imponer su visión de las cosas y convertir, en su beneficio, a ese proceso judicial en un tema polarizador de la sociedad), lo cierto es que poco debería tener más peso inmediato que lo sucedido la semana pasada en Waco, Texas, en la reunión que mantuvieron los presidentes Vicente Fox y George Bush con el primer ministro Paul Martin.

El acuerdo que llegaron los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá en otro momento hubiera sido asumido como algo trascendente, que podría cambiar el perfil de la relación de las naciones de América del Norte. Allí se firmó un documento que compromete a los tres países, nada más y nada menos que a desarrollar e integrar una estrategia regional de seguridad, que involucre desde el control de los viajeros y turistas hasta el transporte de carga, desde el establecimiento de una infraestructura común de seguridad en el terreno marítimo y aéreo hasta una estrategia común de bioprotección, con énfasis en el combate al terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado. No es en absoluto un tema menor. Y sin embargo, el acuerdo pasó prácticamente desapercibido tanto en México como en Estados Unidos, ni hablemos en Canadá.

Y en buena medida es lógico que sea así: ninguno de los tres mandatarios están viviendo su mejor momento y sus agendas no pasan por la integración regional, aunque un acuerdo superador del TLC sea una decisión de alto contenido estratégico para los tres países. Lo que sucede es que dichos acuerdos se basan, sobre todo, en el manejo de expectativas, así se construyó el TLC: Salinas lo supo manejar en forma inmejorable ese aspecto y, en Estados Unidos tanto George Bush padre como en su momento Bill Clinton, le dieron al Tratado de Libre Comercio no sólo la importancia estratégica que tenía para la región, sino que supieron cubrir las expectativas que el mismo generó. Y esas expectativas van de la mano con la que generan los mandatarios de los distintos países. Y ninguno de ellos pasa hoy por un buen momento como para generarlas en la sociedad.

En México, el presidente Fox está ya, aunque falte año y medio para que concluya su mandato, en una etapa final en la que será muy difícil poder imponer en la agenda acuerdos estratégicos de carácter internacional: está atado a una estricta agenda interna (a la que en ocasiones él mismo se amarró) y no tiene la suficiente fuerza política como para darle el espacio que merece en la política nacional a un acuerdo de este tipo. Cuando todo está supeditado al 2006, el espacio político se reduce demasiado y ello incluso se ha reflejado en las declaraciones del secretario de Gobernación, Santiago Creel, respecto a la relación México-EU, declaraciones que sólo se pueden entender, viéndolas como parte de la preparación política para las elecciones presidenciales.

El presidente Bush también está en un mal momento. Su popularidad ha caído en las últimas semanas en forma importante, en parte por la situación en Irak pero sobre todo por temas de su agenda interna: según la encuesta de Gallup de la semana pasada, el índice de aceptación del presidente Bush cayó del 52 al 42 por ciento, el más bajo desde el 2002, y en ello tuvo un papel relevante la participación presidencial en el muy controvertido caso de Terry Schiavo, una batalla legal perdida en la cual, en sus inicios, Bush y su hermano Jeb tomaron una posición protagónica por las presiones de la extrema derecha de su partido, asumiendo finalmente costos y ningún beneficio, porque la posición de mantener durante más de quince años a una persona por medio de mecanismos artificiales, cuando sufre ya de una muerte cerebral no sólo es indefendible, sino, además, profundamente inhumana. Entonces, cuando se entremezclan los temas de la agenda interna con las presiones en Medio Oriente e Irak, cuando el presidente quedó mal en el tema Schiavo tanto con su extrema derecha como con otros sectores sociales, el que en la reunión de Waco se estableciera un acuerdo que no se puede mostrar con hechos tangibles en el corto plazo, impide que ello se pueda exhibir como un gran logro (ni siquiera para un futuro mediato) y el acuerdo se pierde, como ocurrió, en la maraña mediática.

En los hechos, ninguno de los tres mandatarios parecen tener ni la fuerza, ni las ganas ni las posibilidades de convertir el acuerdo de seguridad firmado el 23 de marzo en algo más que una mejora en los propios esquemas de seguridad que ya están operando entre los tres países en estos momentos. Se podrán establecer algunos mecanismos mucho más específicos, se podrá avanzar en el tema de la cooperación y trabajar, en el caso de México, en el control migratorio y de todo tipo en la zona del golfo de Tehuantepec (y en ello revivir el proyecto del corredor transístmico entre Coatzacolcos y Salina Cruz podría ser importante, no sólo en términos económicos sino también de control y seguridad regional) además de avanzar en algunos mecanismos de cooperación mayor en la frontera norte. Y nada más.

Es evidente que en este esquema el tema migratorio queda al margen, aunque avanzando en el ámbito de la seguridad se podría consolidar, también y en el mediano plazo, ese aspecto. Colocarlo, una y otra vez en nuestra agenda interna sirve de poco, incluso en términos propagandísticos, porque no habrá avances en ello hasta que no se consoliden los acuerdos en el terreno de la seguridad.

Quizás ahora se percibe cómo aquella estrategia de la enchilada completa, planteada en los primeros días de septiembre en Washington (apenas unos días antes de los atentados terroristas) y la decisión de no otorgar pleno apoyo a Estados Unidos en forma explícita y clara luego de los atentados del 11-S, han tenido un costo alto, porque no permitieron, en realidad, avanzar en lo migratorio y, por otra parte, dejaron la relación en un marco de lejanía (que no implica necesariamente ruptura) de la que no se recuperará, por lo menos en lo que resta del sexenio. Entre otras razones porque ninguno de los actores puede cumplir con las exigencias que le está presentado sus respectivos interlocutores.

La hora del desafuero

Hoy comenzaremos a ver cómo termina apenas este capítulo de la larga historia del desafuero de AMLO que se ha convertido en el principal instrumento de campaña del jefe de gobierno capitalino. En este sentido, resultan por lo menos extraños, los cuatro puntos que estarían incluidos en la negociación que realizarían el gobierno y el PRI sobre el tema. La razón es sencilla, ninguno de los dos podría cumplir con esos compromisos: el tema del Pemexgate, ya no está en manos del ejecutivo sino del poder judicial y lo más importante, que es la multa de mil millones de pesos, ya la está pagando el PRI; en lo referente a la utilización de los excedentes petroleros, éstos no pueden distribuirse a placer del gobierno sino que existe una ley que norma su distribución de la que Hacienda no puede apartarse. En el caso del Partido Verde y sus estatutos, ello está en manos del TRIFE. Y el proceso a Echeverría en manos de la Suprema Corte. O sea que si esa fue la negociación no había nada que se pudiera negociar. A ver cómo se muestran las cosas entre hoy y mañana en la Cámara.

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