No importa ganar, sino que el otro pierda
Columna JFM

No importa ganar, sino que el otro pierda

Dicen Les Luthiers que ?lo importante no es ganar sino hacer perder al otro?. ¿Alguien podría dudar de que toda esta historia de la fianza de López Obrador no está marcada por ello?. Nadie podría asegurar que los panistas o el gobierno hayan ganado, para sí, mucho con esta acción. De lo que no cabe duda es que el ex jefe de gobierno perdió no sólo la oportunidad que había buscado desde tiempo atrás para obtener la ansiada foto en la cárcel, sino que perdió también la forma, sobre todo en el mitin en Tabasco.

Un buen amigo, el psicólogo Fernando Ortiz Lachica, me hizo llegar varias citas de distintos conciertos de Les Luthiers y éstas parecen acoplarse de forma casi perfecta a la situación política que estamos viviendo. ¿Cómo no utilizarlas? Dicen Les Luthiers, por ejemplo, que “lo importante no es ganar sino hacer perder al otro”. ¿Alguien podría dudar de que toda esta historia de la fianza de López Obrador no está marcada por ello? Nadie podría asegurar que los panistas o el gobierno hayan ganado, para sí, mucho con esta acción. De lo que no cabe duda es que el ex jefe de gobierno perdió no sólo la oportunidad que había buscado desde tiempo atrás para obtener la ansiada foto en la cárcel, sino que perdió también la forma, sobre todo en el mitin en Tabasco. Si sus adversarios querían que López Obrador mostrara su peor cara, lo están logrando: cada día se lo ve más enojado, cerrándose a sí mismo más opciones. Los diputados que pagaron su fianza son “cobardes”, ayer fue a defenderse ante el juez que lleva su caso y se limitó a decir en apenas dos cuartillas que no cometió delito alguno, “ni grande ni pequeño” y que su caso “es político, no judicial”, lo que seguramente debe haber conmovido al juez encargado de su proceso.

Habrá que ver qué actitud toma López Obrador este domingo y, sobre todo el lunes, cuando asegura que regresará al gobierno capitalino aunque con ello pueda ser acusado de usurpación de funciones. Lo cierto es que, mientras todo eso sucede, hay varios otros actores políticos que se están moviendo en torno a esta historia, haciendo, todos ellos, sus propios cálculos, jugando sus propias cartas. El que mejor ha capitalizado esta crisis es el PRI. No sólo porque resulta evidente que en términos de la opinión pública éste se percibe como un enfrentamiento entre López Obrador y Fox, entre el PRD y el PAN, entre el gobierno federal y el del DF, sino también porque han sabido mantenerse en un segundo plano que les permite no comprar un conflicto que no es suyo, y en el cual no tienen nada para ganar y sí mucho por perder.

Mientras en el PRD no pueden ponerse de acuerdo ni siquiera para integrar su nuevo comité ejecutivo y están volcando todos sus recursos, materiales y humanos, en la campaña de defensa de López Obrador, en una suerte de quema de naves electorales, en el PRI (donde siempre la mayoría de los analistas presagian una inminente ruptura que no se termina de dar), apenas el miércoles se reunieron Roberto Madrazo y los integrantes de Unidad Democrática y llegaron a una serie de acuerdos que les permitirá no sólo renovar a su consejo político sin demasiados problemas sino también establecer un mecanismo con el que no tendrán que recurrir a esas organizaciones que terminan siendo tan nocivas para los propios partidos como los Amigos de Fox o las llamadas redes ciudadanas de López Obrador. Decidieron que “todos aquellos” priistas que hayan manifestado su deseo de ser considerados precandidatos a la presidencia “serán recibidos y atendidos por las estructuras estatales del PRI” en sus recorridos. Interrogado Enrique Martínez sobre si habían abordado el tema del desafuero, el gobernador de Coahuila, simplemente dijo que no. ¿Apoya o no el PRI la operación gubernamental en torno al desafuero? Puede ser, hay muchos rumores en ese sentido, pero si lo hace no se lo percibe así y tampoco paga los costos de ello. Al contrario, todo indicaría que su posición se está fortaleciendo.

Otro actor que logró un espacio de protagonismo en esto fue el precandidato panista Felipe Calderón. En un momento en el cual todo parecía indicar que Santiago Creel estaba imponiendo por completo su agenda en el proceso interno del partido en el poder, cuando Creel estaba posicionando la idea de “salida política” al conflicto con el ex jefe de gobierno, Calderón no sólo inició una larga gira de proselitismo a la antigüita, en un camión llamado “el hijo desobediente” (que es como quiere ser visto Calderón respecto al poder, repitiendo exactamente el esquema que el propio Fox esgrimió ante el PAN cuando Felipe Calderón era presidente de éste), sino que fue señalado como el artífice de la “salida jurídica” de la fianza para evitar que López Obrador fuera a prisión. Algunos panistas muy cercanos a la nueva dirigencia del partido, como el senador César Jáuregui, lo criticaron pero parece ser evidente que en la enorme mayoría del panismo se disfrutó una operación en la cual, por lo menos en el corto plazo, parecen haberle ganado la mano al tabasqueño. Y ello le viene de perlas a Calderón en estos momentos en los que necesita alargar su presencia en medios hasta julio, para poder competir con posibilidades ante Creel.

En la iglesia también están jugando sus cartas, sobre todo los que fuera de las grandes ligas de la sucesión de Juan Pablo II, intentan acumular posiciones locales mientras sus jefes están atentos a otras cosas. ¿Cómo leer de otra manera la declaración de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dado a conocer el día de ayer? "Se han violado los derechos políticos de los ciudadanos del Distrito Federal que lo eligieron legítimamente”, dicen respecto al desafuero, y aseguran que “se abre la puerta a la violación de los derechos de toda una sociedad, pues se le podría cancelar la oportunidad de manifestarse en las urnas en relación a lo que esta opción representa”. ¿Es ésta la posición de la iglesia? No, sino de una comisión de la Conferencia Episcopal, integrada por el Arzobispo de Xalapa, Sergio Obeso, presidente de la misma, y los obispos Miguel Ángel Alba Díaz, de La Paz; Luis Artemio Flores, de Chalco; Raúl Vera, de Saltillo, y Gustavo Rodríguez, Obispo Auxiliar de Monterrey. Están aprovechando el momento para hacer sus propias apuestas, esperando, además del reacomodo político que habrá en el país en el 2006, también el propio reacomodo de la iglesia católica mundial y nacional a partir de la designación de Benedicto XVI.

Un actor que no quisiera tener los reflectores que concentra en estos momentos es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Me parece infame el golpeteo de algunos operadores del lopezobradorismo y de algunos medios contra el presidente de la Corte, Mariano Azuela, simplemente porque éste no acepta el papel de comparsa de sus intereses coyunturales. Esa virulencia de sus adversarios es, paradójicamente, una de las cosas que mejor hablan de Mariano Azuela. Pero tampoco son justas, se comparta o no sus posiciones, los excesos que se cometen al tratar de encasillar a los demás miembros de la Corte en torno a estrictas posiciones partidarias (como se hace, en muchas ocasiones llegando a la exageración, con Genaro Góngora Pimentel) sin esperar, siquiera sus resoluciones, llegándose incluso al extremo de presentar a un mismo personaje en posiciones absolutamente antagónicas como ocurre con la ministra Olga Sánchez Cordero o, en otro nivel con el juez al que le tocó el caso López Obrador, Juan José Olvera, señalado al mismo tiempo como cercano a la PGR y a Góngora Pimentel, o sea a Fox y a López Obrador. Es una forma bastante burda y éticamente reprobable de tratar de presionar a la justicia.

Y hay más. Uno de “los otros” que tiene mucho que decir en toda esta historia y que se han mantenido, por lo menos públicamente muy al margen, es el ejército. ¿Qué opinará el ejército mexicano de los laberintos en los que están metiendo los políticos profesionales y en los que frecuentemente quieren también involucrarlos?

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