Elba Esther no se va, regresa
Columna JFM

Elba Esther no se va, regresa

Ayer se reunieron los integrantes del grupo de Unidad Democrática con Roberto Madrazo para acordar los términos de la reunión del nuevo Consejo Político Nacional del PRI, incluyendo la designación del nuevo secretario técnico del mismo.
Allí estuvieron muchos de los principales personajes del priismo, pero todo el tiempo sobrevoló sobre ellos un nombre: Elba Esther Gordillo, una figura clave si se quiere en el PRI tener un final feliz en el proceso electoral del 2006.

Ayer se reunieron los integrantes del grupo de Unidad Democrática con Roberto Madrazo para acordar los términos de la reunión del nuevo consejo político nacional del PRI que se reunirá mañana, incluyendo la designación del nuevo secretario técnico del mismo (un cargo que dejó David Penchyna para integrarse al gobierno de Hidalgo) y del nuevo responsable de la comisión encargada del proceso interno de selección de candidato en el priismo.

Allí estuvieron muchos de los principales personajes del priismo, pero todo el tiempo sobrevoló sobre ellos un nombre: Elba Esther Gordillo, una figura clave si se quiere en el PRI tener un final feliz en el proceso electoral del 2006, que no estuvo en el encuentro pero que, en los últimos días, se ha reunido tanto con Roberto Madrazo como con los integrantes del llamado Tucom. Con Madrazo se reunió en San Diego hace exactamente una semana y no se pusieron de acuerdo sobre el futuro; Madrazo llegó con muchas ofertas, pero entre ambos priva la desconfianza de una alianza previamente rota, traicionada diría Elba Esther. En los últimos días, Gordillo estuvo unas horas en México y se reunió con los integrantes de Unidad Democrática: allí el acercamiento fue mucho mayor pero la líder del SNTE tampoco se comprometió plenamente con esa corriente. Antes había tenido encuentros con la mayoría de los principales protagonistas de la vida interna del PRI, entre ellas, en un par de ocasiones, con Enrique Jackson.

Pero Elba Esther, ya muy recuperada de su enfermedad (como se ha dicho sufre de hepatistis C y su situación fue muy grave y muy difícil hasta diciembre pasado y tuvo posteriormente una recaída en marzo y abril, pero la gente más cercana a la todavía secretaria general del PRI asegura que se está recuperando sin mayores problemas y que podría regresar a la actividad relativamente rápido) de todas formas se está tomando su tiempo. Sabe que cuenta con un importante capital político y que, donde decida colocarlo, dentro o fuera del PRI, será bien recibida, porque ese capital implica recursos y votos. Por lo tanto pasarán varias semanas antes de que se tenga una real definición sobre cuáles serán los próximos pasos de Elba Esther, aunque ya, ahora, está participando intensamente en la vida política. Gordillo no ha decidido irse, al contrario, todo indica que piensa regresar.

Mientras tanto, sin su participación, el Consejo Político Nacional del PRI se reunirá, luego de su profunda reestructuración, mañana miércoles para echar a andar, en los hechos, el proceso de selección de su candidato para el 2006. Es un Consejo con amplia participación de los distintos sectores pero con una mayoría madracista. Sus adversarios sostienen que esa mayoría que tiene Madrazo en las estructuras del PRI no se corresponde con sus simpatías fuera del partido y recordemos que si bien no se ha definido el método que se seguirá para elegir al candidato del tricolor, lo más probable (sería por lo menos difícil que pudiera ser diferente) es que esa elección sea por voto abierto y directo, como en el proceso del 99 en el que participaron el propio Madrazo y Francisco Labastida. Por eso mismo, el interés está puesto, sobre todo, en dos posiciones del Consejo Político: la secretaría técnica, muy importante a la hora de operar las candidaturas pero, antes, para el previsible reemplazo de Madrazo en la presidencia del partido; y la comisión que regulará el proceso interno, que será donde se definirán las reglas para la elección del candidato presidencial.

El fantasma de la ruptura, obviamente, está presente en todas estas negociaciones e incluso en los enfrentamientos. Todos los grupos del priismo (que van más allá del madracismo, de Gordillo o de Unidad Democrática: ahí está, por ejemplo, la corriente que encabeza Beatriz Paredes y que no puede ser ignorada, o la CNC de Heladio Ramírez) saben que en caso de una ruptura de dimensiones reales, sus oportunidades para el 2006 se esfumarán, pero también que la versión de una elección de tercios, con tres candidatos fuertes es así ahora y en teoría, pero que para el 2006, lo más probable es que finalmente, de los tres, haya dos punteros y un tercero que se rezagará porque resultará afectado por el llamado voto útil, en el que serán más importantes las antipatías a los punteros (la votación por el “menos malo”) que las simpatías directas por cualquier candidato.

Por otra parte, tanto en el PAN como en el PRD están especulando con los posibles desprendimientos del priismo y azuzando las diferencias internas. Paradójicamente, son en muchas ocasiones sus propios dirigentes quienes terminan presionando hacia la unidad: ¿qué priista podría pensar que tiene tendido puentes hacia el PAN cuando el presidente del blanquiazul declara que, si no gana su partido preferiría que ganara López Obrador?

En la reunión del miércoles se verán algo más que los movimientos protocolarios, burocráticos, de la instalación de un órgano de dirección partidario, comenzarán a percibirse los síntomas que mostrarán cómo se alinearán muchas fuerzas políticas, dentro y fuera del PRI, para el 2006.

El Presidente no tiene quien le escriba

A veces, cada vez más, es difícil explicar a qué se dedica el equipo de asesores del presidente Fox. Desde hace ya semana y media, el presidente se enredó con aquella declaración sobre los trabajos que “ni los negros querían” y algo que, como dijimos, se podría haber solucionado con un simple ofrecimiento de disculpas a las personas que se molestaron por esa declaración, han logrado convertirlo, desde la propia presidencia de la república, en un pequeño, pero no menos bullicioso, escándalo internacional.

Decía Jean de la Fontaine que “la vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos más” y a eso se ha dedicado la presidencia en los últimos diez días: primero, negaron una declaración que estaba grabada; luego se habló de “malas interpretaciones”, como si hubiera margen para ello; más tarde, se trató de minimizar y dar por muerto el tema, pero invitan a México a los reverendos Jesse Jackson y Al Sharpton. Las cosas podrían haberse arreglado con Jackson la semana pasada, pero, nuevamente, cuando, terminada la reunión del líder demócrata con el presidente Fox, en conferencia de prensa, Jackson dijo que el presidente se había disculpado, el canciller Derbez sostuvo que no, que el presidente no se disculpaba porque había razón para ello…todo al mismo tiempo que la subsecretaria Patricia Olamendi, en un gesto de cordura, había ofrecido una disculpa por las palabras presidenciales, que, dijo, no tenían intención de ofender a nadie. Pero Derbez y sobre todo el vocero presidencial, Rubén Aguilar, desmintieron a Olamendi. Y entonces Fox invita a su programa de radio a Jackson y éste le pide nuevamente a Fox esa disculpa que no llega y el presidente se vuelve a negar. El guión parece escrito por los hermanos Marx, pero ahí no se quedaron las cosas: el que ayer llegó a Los Pinos fue el reverendo Al Sharpton, líder de las comunidades afroamericanas de Brooklin, y Sharpton se olvidó de la diplomacia o no entendió porqué lo invitaba Fox y dijo, lisa y llanamente, que la insistencia presidencial en la “mala interpretación” de sus palabras era tratar a los afroamericanos de “estúpidos” y Sharpton y su comitiva dejaron Los Pinos más enojados de lo que habían llegado. ¿Qué mejor demostración de la incapacidad de operar políticamente hasta problemas sencillos, casi anecdóticos, que lo sucedido con esta increíble historia?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *