Finalmente el PAN completó su cuadro de precandidatos con la renuncia, ayer a la secretaría de Medio Ambiente, del ex gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas Jiménez, a quien por una extraña razón algunos sectores conciben como el ?caballo negro? de ese proceso interno. En realidad, Cárdenas es un personaje que fue cuidado por la actual administración, que primero comenzó en una posición baja en el gobierno, en un área de protección a bosques, de allí pasó a la Semarnat, con la renuncia del ecologista Víctor Lichtinger y ahora salta de esa dependencia a buscar la candidatura presidencial de su partido.
Finalmente el PAN completó su cuadro de precandidatos con la renuncia, ayer a la secretaría de Medio Ambiente, del ex gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas Jiménez, a quien por una extraña razón algunos sectores conciben como el “caballo negro” de ese proceso interno. En realidad, Cárdenas es un personaje que fue cuidado por la actual administración, que primero comenzó en una posición baja en el gobierno, en un área de protección a bosques, de allí pasó a la Semarnat, con la renuncia del ecologista Víctor Lichtinger y ahora salta de esa dependencia a buscar la candidatura presidencial de su partido, con el entusiasmo explícito de alguno hombres del sector empresarial como Lorenzo Servitje, que se ha convertido en su principal impulsor.
Cárdenas Jiménez no fue un mal gobernador en Jalisco pero estuvo muy lejos de ser un mandatario notable. Su partido estuvo dividido desde su propia candidatura y esas divisiones se acrecentaron durante su gestión. Por ello estuvo a punto el PAN de perder el estado que finalmente ganó Ramírez Acuña, que mantiene una fuerte confrontación con su antecesor. En la secretaría del Medio Ambiente, su labor ha sido discreta. Los pendientes en el área son, sin duda, muchos. Pero a Cárdenas lo ayudó su bajo perfil: no aparecía en los medios, cuando había problemas en el sector lo encaraban algunos de sus colaboradores y, con una agenda política ocupada en otras cosas, pocos fueron los que realmente prestaron atención al deterioro ambiental que vivimos. Paradójicamente, ese bajo perfil, ese relativo desconocimiento que la sociedad tiene de él, es presentado como su principal aval para obtener su candidatura, obviando algo que parece central: Cárdenas Jiménez es, también, partidario de los sectores más conservadores del panismo y ha estado enfrentado desde siempre con los llamados doctrinarios. Ahí está, en el juego interno, su verdadera baza, sumada, además, a una historia personal que no está marcada por escándalos o corrupciones. Pero no hay nada en la historia política de Cárdenas Jiménez que lo coloque como un político o un gobernante de excepción, de esos que deben recordarse. Eso claro, tampoco lo descalifica.
Para reemplazarlo en la secretaría de Medio Ambiente, se designó a un hombre que proviene de Desarrollo Humano Integral (DHIAC), el hasta ahora procurador del medio ambiente, José Luis Luege Tamargo, antes presidente del PAN en el DF. Luege tampoco ha destacado como un gran político o administrador: siendo presidente del PAN en el DF, ese partido perdió en unos pocos meses el apoyo que había generado la candidatura de Vicente Fox y jamás pudo oponerse al crecimiento de López Obrador. Al contrario, el jefe de gobierno, en los hechos, no tuvo una oposición seria en la capital y por eso pudo hacer y deshacer a su placer. Tampoco se recuerda en la procuraduría ambiental ninguna acción notable. Como Cárdenas, su sucesor Luege Tamargo no es un mal hombre, nunca ha sido acusado de corrupto pero sus resultados políticos siguen pareciendo muy lejanos como para ser parte de un equipo de primer nivel, sobre todo en un ámbito donde su experiencia es francamente escasa. La diferencia es que, como Cárdenas, comparte una misma identificación ideológica con uno de los extremos del panismo.
Si lo de Cárdenas tiene cierta lógica y lo de Luege puede ser comprendido como una suerte de relevo natural, la que resulta incomprensible es la designación en la procuraduría del medio ambiente del ex gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola. El ex mandatario dejó el gobierno enojado con Vicente Fox porque no lo había hecho secretario de estado; en consonancia con ello, ha entrado en conflictos graves con su partido en el estado y con su sucesor, Francisco Garrido e incluso ha sido demandado por las muchas irregularidades detectadas en su gestión, algunas de las cuales lo imposibilitarían, políticamente, para ejercer su nueva responsabilidad.
Las principales irregularidades se han dado con obras públicas. Por ejemplo, al Centro de Rehabilitación Integral de Querétaro se le encontraron tantas fallas estructurales que obligaron a su demolición. El daño patrimonial fue estimado en más de 50 millones de pesos. El Hospital del Niño y la Mujer, se vio inmerso en innumerables problemas que lo hicieron inservible: aunque parezca mentira a un hospital de especialidades “sólo” se les olvidó conectarlo con un drenaje y éste terminó inundado, una y otra vez, por aguas negras. Finalmente, otra de las grandes obras del ex gobernador fue el aeropuerto de la ciudad. Pero tampoco sirvió: dicen los especialistas que la torre de control del aeropuerto no se tendrá que demoler, como ocurrió con CRIQ, pero se han tenido que hacer en ella obras mayores para darle viabilidad, entre ellas una recimentación. Los costos, nuevamente, son altísimos y parece inaudito que se den errores estructurales nada más y nada menos que en la construcción de la torre de control de un aeropuerto que se quiere hacer internacional. El gobernador no se hizo responsable de ninguno de esos hechos a pesar de que fueron las tres grandes obras de su sexenio.
Pero parece pertinente preguntarse si en la procuraduría de protección del medio ambiente, se puede designar a un hombre en cuyo gobierno se construyeron hospitales sin drenaje, torres de control sin cimientos, centros de rehabilitación que debieron ser demolidos por fallas estructurales, y además sin experiencia en esa área.
López Obrador y su teléfono
Con algunos de los nuevos mecanismos de financiamiento que en el equipo de Andrés Manuel López Obrador ha propuesto el nuevo responsable del área, Federico Arreola, se han generado múltiples debates. Uno de ellos es el establecimiento de una línea 01 900, mediante las cuales, las personas que llaman pagan una cantidad por recibir un mensaje. Muchos utilizan este tipo de líneas que van desde instituciones con causas sociales importantes hasta líneas de contenido sexual, pasando por horóscopos y encuestas futbolísticas disfrazadas. El 01 900 de AMLO se ha propuesto como una forma de aportar recursos similares al boteo: cada persona que llame “aportaría” 30 pesos al candidato, además de pagar una comisión a la empresa que presta este servicio, en este caso Telmex. No veo mucha razón de ser al debate: me parece un mecanismo que puede ser utilizado sin mayores problemas: existe una empresa seria que brinda el servicio, existe un control estricto de las llamadas realizadas, las cantidades que pueden ser aportadas en cada llamada son pequeñas y se hacen conciente y voluntariamente por el aportador: es un boteo sofisticado. Es más, no veo problema para que todos los demás precandidatos adopten esquemas similares y que cada uno tenga su 01 900, y quien quiera apoyarlos que lo haga.
No opino lo mismo con otra de las propuestas que se han manejado: la del redondeo de las cuentas en los supermercados. Es diferente: allí el control disminuye en dos sentidos cruciales: en que la contribución sea realmente voluntaria y que resulta materialmente imposible otorgar el mismo beneficio a todos los precandidatos, pero también se le quita esa posibilidad a otras instituciones sociales. El redondeo de las cuentas mejor dejarlo para organizaciones que lo requieren más y lo utilizarán mejor, como el programa “un kilo de ayuda”.