El efecto AMLO?desaparecido
Columna JFM

El efecto AMLO?desaparecido

El PRD ha anunciado que impugnará las elecciones del estado de México, argumentando el excesivo gasto de campaña del candidato priista Enrique Peña Nieto, pese a que su candidata Yeidckol Polevnsky, quedo por lo menos 20 puntos detrás del ganador. También han anunciado que impugnarán las elecciones en Nayarit, donde el triunfo de Ney González sobre Miguel Angel Navarro fue mucho más apretado. Lo que han dicho es que en el estado de México, nadie a violado la ley, y en pocas partes ha habido una intromisión en un proceso electoral mexiquense tan evidente e ilegítima como la de López Obrador, y una intervención tan abierta y directa como la del gobernador Antonio Echevarría a favor del aspirante perredista.

El PRD ha anunciado que impugnará las elecciones del estado de México, argumentando el excesivo gasto de campaña del candidato priista Enrique Peña Nieto, pese a que su candidata Yeidckol Polevnsky, quedó por lo menos 20 puntos detrás del ganador. También han anunciado que impugnarán las elecciones en Nayarit, donde el triunfo de Ney González sobre Miguel Angel Navarro fue mucho más apretado, apenas 3 por ciento de diferencia. Lo que no han dicho es que en el estado de México, nadie ha violado la ley, desde un inicio, tanto como Polevnsky, y en pocas partes ha habido una intromisión en un proceso electoral mexiquense tan evidente (e ilegítima) como la de López Obrador. Y que en Nayarit ese extraordinario repunte de Navarro no se hubiera podido lograr sin la intervención abierta, directa, del gobernador Antonio Echevarría a favor del aspirante perredista.

Nadie duda que en la campaña del estado de México se utilizó una cantidad exorbitante de dinero: lo hizo el PRI y lo hizo el PAN. El PRD, dividido, apostó a utilizar sus 100 millones de pesos de recursos públicos, primero, en asuntos internos que no han sido especificados (unos dicen que fueron para pagar viejas deudas, otros que para hacer un “cochinito” para la campaña presidencial de López Obrador, unos terceros aseguran que esa fue, simplemente, la cuota que le tocó a los distintos grupos de poder para aceptar a la controvertida candidata externa), el resto a una estrategia mediática cuyo único objetivo era “colgar” a Polevnsky de la imagen de López Obrador. El que hizo campaña en el estado de México, en los anuncios, en los spots televisivos y en persona, todos los sábados y domingos, fue el jefe de gobierno capitalino. Para los perredistas eso no es condenable, pero si Montiel o Fox hubieran actuado igual no les hubiera alcanzado el tiempo para las denuncias. También olvidan algo que desdibuja, por su pragmatismo, cualquier discurso renovador que pretenda ser progresista o de izquierda: las mentiras de Polevnsky. Lo dijimos desde que estalló el escándalo en torno a su nombre: una candidata que mintió sobre su verdadera identidad, sobre su maternidad, sobre datos relevantes de su biografía, que dijo profesar una religión que en realidad no es la suya, que violó la ley al falsificar documentos de identidad, no puede tener (no debe tener) credibilidad alguna como para ganar una elección. Si la candidatura de la ex presidenta de Canacintra pasó el tamiz legal fue porque los partidos no quisieron, en pleno proceso de desafuero del jefe de gobierno, agregar algo más a la estrategia de victimización que éste había adoptado. En cualquier otra circunstancia esa candidatura habría sido rechazada por la autoridades electorales, porque simplemente era ilegal y el nombre real de la candidata era Citlali Ibáñez.

Pero además, la de Yeidkol fue una campaña desastrosa, que ha demostrado en forma palmaria que la popularidad de López Obrador no es un fenómeno universal y que no alcanza a rendir en votos cuando la estructura de su partido es débil o está dividida. No es verdad como han dicho personajes cercanos a López Obrador que la elección del estado de México es un éxito porque Polevnsky tenía un 10 por ciento de expectativas de voto y llegó a poco menos de 25 por ciento. Y no es verdad porque el PRD en las últimas elecciones estatales, con Higinio Martínez como candidato, obtuvo el 22 por ciento de los votos: o sea que el efecto López Obrador, le agregó al PRD poco más de dos por ciento de los votos en la entidad.

En el caso de Nayarit el crecimiento de la votación perredista en las últimas dos semanas fue notable, pero lo que ocurrió no fue como han dicho algunos que se equivocaron las encuestas. El crecimiento de la candidatura de Miguel Angel Navarro, se debió a dos hechos: primero y principal a la decisión del gobernador Echevarría de colocar toda la estructura gubernamental a favor del candidato perredista. Y ello supone, por supuesto, todos los negocios, incluyendo los de medios de comunicación, que son propiedad del gobernador, que es, también, el hombre más rico del estado. Pero también porque en Nayarit se confirmó algo que estamos comenzando a ver en muchos estados: el derrumbe del PAN. Su candidato Manuel Pérez Cárdenas, apenas si llegó al 5 por ciento. Las encuestas no se equivocaron en el porcentaje de votos que obtuvo el priista Ney González: lo que sucedió fue que con la presión de la estructura de gobierno y empresarial de Echevarría, el PAN se derrumbó en forma insólita y Pérez Cárdenas perdió en poco más de una semana, 10 por ciento de los votos que fueron para Navarro, actuando como una suerte de voto útil. Es muy similar a lo que sucedió en Guerrero. La diferencia es que en Nayarit, a pesar del apoyo del gobernador a Navarro no le alcanzará para ganar en un contexto, además, donde el PRI se quedará con una amplia mayoría en el congreso y con casi todos los municipios del estado. En Nayarit se comprobó que el fenómeno López Obrador tampoco funciona: durante semanas fue su imagen la que estuvo en los anuncios de Navarro, sus mítines en Tepic estuvieron francamente desairados y no fue hasta que el gobernador intervino en la campaña (para salvar también su futuro, porque recordemos que Echevarría no ha logrado que se le apruebe un sola cuenta pública en los seis años de su gestión y las irregularidades administrativas detectadas por la cámara de diputados local son innumerables) que las cosas para Navarro se recompusieron. La pregunta es cuánto durará la presencia perredista en el estado pasadas las elecciones (¿quizás lo que le duró al PAN?) y con Echevarría fuera del poder.

En síntesis, se confirma que a López Obrador no le alcanzará para ganar el 2006 con la actual tendencia electoral y con su estrategia basada exclusivamente en su “popularidad”. Necesita para ello que sus adversarios se fracturen y, además, que ocurra un derrumbe completo del PAN en los comicios y que hacia el PRD se vaya el voto útil de los panistas.

Las elecciones del domingo están demostrando que si el PRI se mantiene unido y puede presentar candidatos, valga la redundancia, “presentables”, sus posibilidades crecen geométricamente, pero también que la situación en el PAN puede ser el derrumbe, como ya le ocurrió en Nayarit (donde quedó con el 5 por ciento) y antes en Guerrero, e incluso en un estado de México donde ha perdido más del 10 por ciento de los votos respecto a la elección de hace seis años, una situación reflejada en el fracaso de la concentración del sábado 2 de julio. La elección del 2006 no será de tercios, será de dos partidos dominantes con una tercera fuerza que se verá menguada por el llamado voto útil o si se quiere por el voto por “el menos malo”.

En el gobierno y en el PAN están haciendo todo lo posible porque ese tercer lugar sea para el partido blanquiazul y eso es responsabilidad directa de las más altas esferas del gobierno, decididas a participar tanto en la decisión sobre el candidato del partido como en una serie de actitudes políticas de alto costo y ningún beneficio (otra vez el acto del 2 de julio o antes el otorgamiento de los permisos para casas de juego) y de una dirigencia partidaria, encabezada por Manuel Espino que, definitivamente, no está a la altura de un proceso electoral tan importante como el que viene y cuyo futuro debería ser reconsiderado.

Mañana puede suceder cualquier cosa, pero por lo menos hoy la pregunta no es si el PAN se irá al tercer lugar sino hasta dónde caerá si no cambia en casi todo.

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