Un Vicente Carrillo para ?matar? elecciones
Columna JFM

Un Vicente Carrillo para ?matar? elecciones

¿Qué está pasando en la relación de la presidencia de la república con las distintas áreas del gabinete? Este lunes, en una conferencia de prensa, para sorpresa de todos, el vocero presidencial aceptó la detención de un hombre que ?presumiblemente? sería Vicente Carrillo antes que la PGR o la Sedena lo confirmaran. Llamó profundamente la atención porque este tipo de detenciones siempre las anuncian la PGR o la secretaría de la Defensa.

¿Qué está pasando en la relación de la presidencia de la república con las distintas áreas del gabinete? Apenas la semana pasada, renunció en forma intempestiva la subsecretaria Patricia Olamendi cuando, por segunda ocasión, sus aseveraciones habían sido desmentidas por el vocero presidencial Rubén Aguilar Valenzuela. Lo que detonó la renuncia fue el desmentido del vocero sobre la intención de México de participar en misiones de paz aprobadas por la ONU. Ya sabemos que, desde 1946 México participa en este tipo de acciones (la más conocida de ellas la formación de policías en El Salvador como parte de los acuerdos de paz entre la guerrilla y el gobierno de ese país), pero lo destacado no fue que el vocero desmintiera a la subsecretaria, sino que asegurara que su posición la había consultado antes con el canciller Derbez. Lo extraño es que a la misma hora que Aguilar ofrecía su conferencia de prensa matutina, el canciller estaba en una entrevista radiofónica con Pedro Ferríz respaldando lo dicho por Olamendi.

Este lunes, en una conferencia de prensa en la que se abordó prácticamente sólo ese tema, Rubén Aguilar anunció que “era presumible, pero no está confirmada de manera total” la detención de Vicente Carrillo Fuentes al que presentó como líder del cártel de Juárez. Llamó profundamente la atención porque este tipo de detenciones siempre las anuncian la PGR o la secretaría de la Defensa. Jamás lo había anunciado la presidencia de la república, en parte para darle a las dependencias encargadas de la lucha contra el narcotráfico su papel, en parte para dejar a la propia presidencia fuera de los ámbitos de la seguridad pública que suelen ser muy ríspidos. Y eso ocurre en todos los países que sufren este tipo de desafíos, desde Colombia hasta los propios Estados Unidos. Pero para sorpresa de todo mundo, el lunes, el vocero presidencial aceptó la detención de un hombre que “presumiblemente” sería Vicente Carrillo antes que la PGR o la Sedena lo confirmaran.

Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de estos temas sabe que divulgar esa información cuando está en proceso de confirmación es una violación a las normas de seguridad, de inteligencia, a los mecanismos de investigación que se deben adoptar, pero además es un grave error mediático: si ya era cuestionable que el anuncio lo hiciera la presidencia de la república, mucho más lo es que se haga cuando la información no está confirmada.

Inmediatamente, fuentes del más alto nivel de la PGR dijeron que no sabían de qué hablaba el vocero presidencial, que sí había un detenido pero que no había ninguna confirmación oficial sobre su verdadera identidad. Y ya en la noche, también extraoficialmente se sabía que el detenido, el arquitecto Joaquín Romero Aparicio era quien decía ser: un profesional conocido y reconocido en su medio. El error, sin embargo, aunque sea lamentable, no estuvo en su detención. Los datos para la misma no habían surgido, como se dijo, de una llamada anónima (y aunque hubiera sido así tendría que haber sido atendida) sino de un informe de la inteligencia antidrogas estadounidense. Obviamente se equivocaron, pero las autoridades mexicanas para saber si la información era fidedigna o no tenían que detener a ese hombre y hacer los estudios correspondientes: no sólo porque narcotraficantes como Vicente Carrillo se realizan cirugías plásticas para cambiar su fisonomía sino también porque suelen utilizar identidades que corresponden a otras personas, adoptaando sus personalidades para moverse en México y el extranjero y nadie podría garantizar que Carrillo Fuentes no estuviera “usurpándole” su identidad. Por eso había que detenerlo ante la información proveniente de Estados Unidos y hacer las pruebas correspondientes.

Pero, siendo así, resulta aún más increíble que entonces se diera a conocer la información desde la presidencia de la república cuando no había sido confirmada la identidad por la PGR. Primero, se le causó un daño personal y moral al detenido y a su familia divulgando una información que lo involucraba, con nombre y apellido, cuando no había nada confirmado; segundo, si la información tenía algunos visos de verdad (ya fuera porque el narcotraficante efectivamente estuviera usando esa identidad, porque hubiera estado en el lugar donde se efectuó la detención y hubo una confusión al momento de realizarla, porque guarda un parecido físico con el detenido) al informar sobre ella ya se puso sobreaviso a Carrillo Fuentes: ya sabe qué es lo que están buscando y por dónde pueden orientarse sus perseguidores.

Hay más errores en toda esta historia. En realidad, Vicente Carrillo ya no es el jefe del cártel de Juárez. Desde la muerte de su hermano Amado Carrillo, otro 4 de julio, pero de 1997, que sí mantenía un control férreo y vertical de su organización, el cártel de Juárez se transformó en un verdadero holding, en una organización horizontal, con mandos regionales y distintos jefes con control sobre distintos territorios. Vicente Carrillo quedó concentrado en Ciudad Juárez y Chihuahua y en algunas zonas del centro del país, mientras los otros integrantes del cártel de Juárez, sobre todo Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada y Juan José El Azul Esparragoza, se iban fortaleciendo, primero por su mayor capacidad operativa, y segundo porque comenzaron a ocupar todos los terrenos y regiones claves para el tráfico de drogas: desde el control de la frontera sur con Guatemala y Belice, hasta las principales rutas para ingresar droga a Estados Unidos, que se habían movido hacia Arizona, por una parte y hacia Texas por la otra.

Por eso, esos tres capos, El Cha po Guzmán, El Mayo Zambada y el Azul Esparragoza se unieron para recuperar para sí los espacios que tenía aún Vicente Carrillo en Sinaloa y Sonora (y su zona de control en Chihuahua) y, por otra parte, para desplazar a Osiel Cárdenas de Tamaulipas y el Golfo de México. Ambas tareas las han cumplido a sangre y fuego: el enfrentamiento con Osiel Cárdenas fue manifiesto desde tiempo atrás, y la violencia desatada en toda esa zona de la frontera, y particularmente en Nuevo Laredo, lo confirma. Con Vicente Carrillo la declaración de guerra se dio en septiembre del año pasado, cuando fue asesinado su hermano menor Rodolfo Carrillo, junto con su mujer, a las puertas de un centro comercial en Culiacán. En los hechos, hoy Vicente Carrillo sigue siendo un narcotraficante importante, pero perseguido tanto por sus ex socios, como por las autoridades, con un poder muy disminuido, menguado.

Con más razón, entonces, había que tomar la información con reservas, sabiendo cómo se mueven los grupos (que por supuesto los tienen) de inteligencia y desinformación de los grupos de narcotraficantes. Y si a eso sumamos que Estados Unidos había proporcionado la información, evidentemente se tenía que realizar el estudio de ADN y otras pruebas, antes de anunciar la detención o liberar al detenido sin proporcionar información pública alguna. Se hizo exactamente lo contrario.

La pregunta, regresando al principio, es porqué se hizo: ayer, Aguilar Valenzuela responsabilizó a los medios de comunicación y dijo que “buscan amarrar navajas entre las secretarías y la presidencia”. Puede ser, pero éste no es el caso. Fue un grave error cometido desde la presidencia que se puede atribuir a la falta de coordinación gubernamental, pero sobre todo, aunque sea una especulación, porque se buscó detonar una noticia importante que distrajera la atención sobre el fracaso de la celebración del sábado dos y los pésimos resultados electorales del PAN del domingo 3 de julio. Se intentó matar la nota de los fracasos con la exitosa detención de Vicente Carrillo, lamentablemente el detenido era otro y lo que hicieron fue el ridículo.

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