El doping político
Columna JFM

El doping político

El deterioro de la vida política y muchas instituciones nacionales se refleja en distintos ámbitos. En la reciente Copa Confederaciones Salvador Carmona y Aarón Galindo fueron separados del plantel en pleno torneo. Cuando no hay información, hay rumores, algunos infundados, otros que resultaron ser ciertos y que confirmaron que se trataba de casos de doping. En estos días el doping político estuvo a la orden. El presidente de la república asegura que ningún gobierno en la historia de México ha hecho tanto como el suyo, lo que debe haber sorprendido a los estudiosos de Benito Juárez, de Porfirio Díaz, de Plutarco Elías Calles o de Lázaro Cárdenas. Unos consumen, para fortalecerse física y mentalmente, nandrolona, y otros sobredosis de optimismo.

El deterioro de la vida política y muchas instituciones nacionales se refleja en distintos ámbitos. La Federación Mexicana de Fútbol por ejemplo, nunca ha sido un paradigma de buena administración, transparencia y un manejo adecuado del más popular de los deportes: allí lo que decide es el dinero y los intereses empresariales, pasando por encima, casi siempre, de los intereses de los aficionados e incluso de los profesionales de ese deporte. Lo sucedido en la reciente Copa Confederaciones es una demostración de ello: primero, por una decisión empresarial, se decidió trasmitir los juegos de la selección mexicana sólo por señal de pago satelital, algo inaccesible para la enorme mayoría de los mexicanos. Pero, además, repentinamente dos jugadores de la selección: Salvador Carmona y Aarón Galindo, ambos miembros del Cruz Azul, fueron separados del plantel en pleno torneo. De la misma forma que nadie quiso o pudo hacer cambiar de opinión a la empresa televisora y los juegos siguieron emitiéndose en sistemas restringidos, en el caso de Carmona y Galindo se optó por seguir los pasos de la más vieja escuela política nacional y se mintió: se le mintió a la gente, a otras instituciones, a los medios para tratar de ocultar la verdad. Se dijo que había habido problemas personales, faltas de disciplina, se habló de un código de silencio para no divulgar las razones por las que ambos jugadores eran regresados a México.

Cuando no hay información, hay rumores, algunos infundados, otros que resultaron ser ciertos y que confirmaron que se trataba de casos de doping. Desde entonces hasta ahora, todos han hablado, todos han declarado y nadie ha dicho realmente qué sucedió, nadie ha dicho la verdad. Y ello incluye autoridades del fútbol, jugadores, técnicos, empresarios del sector. En última instancia lo que ha prevalecido es, tanto en el caso de las trasmisiones como en el del doping, los intereses de unos pocos.

Pero las analogías van mucho más allá. El presidente de la FMF, Alberto de la Torre prácticamente repitió en esta historia el “¿y yo porqué?” que hizo célebre el presidente Fox. Su gente cayó en tantas contradicciones como las que se dan en el equipo de gobierno. Los directivos del Cruz Azul responsabilizaron de lo sucedido a la Federación, mientras que en la Federación señalaron al Cruz Azul. Hablaron los especialistas, o sea los médicos, y no pudieron, no quisieron, dar una explicación seria de lo sucedido. Finalmente se decidió castigar a los dos jugadores y al encargado del vestuario del Cruz Azul. Ningún directivo ni de la FMF ni del Cruz Azul se hizo responsable, aunque todos, por supuesto responsabilizaron a los medios por difundir la verdad de lo que había ocurrido. No faltaron, por supuesto, los émulos de AMLO, tipo Hugo Sánchez o Jorge Vergara que, como algunos de sus homólogos políticos, con todo oportunismo, tratan de pescar a río revuelto. El sabor de bochorno, de que algo está mal y que se nos quiere ocultar, es inevitable.

En estos días el doping político estuvo a la orden. El presidente de la república asegura que ningún gobierno en la historia de México ha hecho tanto como el suyo, lo que debe haber sorprendido a los estudiosos de Benito Juárez, del propio Porfirio Díaz, de Plutarco Elías Calles o de Lázaro Cárdenas. Unos consumen, para fortalecerse física y mentalmente, nandrolona, y otros sobredosis de optimismo. Luego la presidencia nos puso a discutir si, según el Banco Mundial, somos la economía 10 o 12 del mundo, una discusión peregrina, sin demasiado sentido pero que era necesaria porque arruinaba un leit motiv presidencial. Sin embargo, lo importante, anunciado el mismo día por un estudio de la ONU, son los terribles índices de desigualdad de nuestro país, con zonas como la delegación Benito Juárez en el DF o Garza García en Nuevo León, con un nivel de vida similar a Italia o Alemania, y otros, como Guerrero y Oaxaca con una calidad de vida equivalente a los países más pobres de Africa. Pero al presidente Fox, ante esa información, acusó a los medios de no dar las noticias positivas de ese informe, como los avances logrados en Chiapas y Zacatecas en los últimos 50 años.

¿Cómo explicar sin el doping político las declaraciones de López Obrador? Como descubrió que ya nadie hace caso a sus conferencias de prensa matutinas tuvo que revivir el “complot” y ahora descubrió que los anuncios de México Unido contra la Delincuencia, que dirige María Elena Morera, donde dos víctimas de secuestros narran su experiencia, son parte de una conspiración en su contra, encabezada, por supuesto, por Carlos Salinas de Gortari. ¿Con qué se habrá dopado el jefe de gobierno que no puede recordar que según los propios números de la procuraduría del DF en ningún otro lugar del país hay tantos secuestros como en la ciudad de México y que estos continúan en aumento, pese a las declaraciones del jefe de gobierno de que la seguridad ha mejorado? En realidad, al jefe de gobierno le persisten los efectos de un doping político anterior, aquel en el que calificó a México Unido y las demás organizaciones que participaron en la marcha contra la inseguridad del 27 de junio del año pasado (la marcha cívica más importante de este país en décadas), de ser de ultraderecha y a los millones de manifestantes de ser “pirruris”. Hasta ahora López Obrador jamás se había disculpado por esas declaraciones, ahora con esta aberración de considerar un anuncio en contra de los secuestros como una campaña en contra suya, lo reafirma.

Pero, quizás, el jefe de gobierno también fue asistido por el encargado del vestuario de Cruz Azul que, en su intento por fortalecerlo en este momento de debilidad, le dio algo mucho más poderoso que a Carmona o Galindo, porque buscando con quién pelear (de otra manera sus números se caen) arremetió contra el IFE al que calificó de “hipócrita” por “hacerse de la vista gorda” en los gastos de los diferentes precandidatos mientras a él le “pusieron trabas” en su intento de impulsar el redondeo en los supermercados para recaudar fondos para su campaña. Olvida que se trata de cosas completamente diferente, y que en todo caso resultan mucho más numerosos y costosos los anuncios cotidianos en radio, prensa y televisión del GDF, pagados con recursos públicos, que el de cualquiera de los precandidatos actuales, eso sin especificar cuánto costó y quien pagó toda la campaña contra el desafuero.

El doping político también alcanzó al priista y líder de la CROC, David Aguilar Robles, aliado al gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz, que ante la ilegal e ilegítima toma del periódico Noticias a través de una huelga impulsada por el gobierno del estado y condenada en todo el mundo, paga desplegados en los periódicos (¿o los pagará el gobierno del estado?) no para exponer su posición sino para pedir explicaciones a las autoridades del periódico sobre sus ingresos. Y se agradece que el señor Aguilar Robles diga que respeta a los periodistas y a las instituciones nacionales e internacionales que apoyan al periódico Noticias, pero sería mucho mejor que ese respeto se expresara no en palabras sino levantando un movimiento ilegal y violador de la libertad de prensa. El punto es sencillo: los trabajadores del periódico (31 de los cuales están secuestrados por los croquistas) no apoyan ni a la CROC ni a su movimiento. Lo demás sale sobrando: no hay ningún movimiento laboral, ninguna huelga, que pueda ser legal y legítima si no es apoyada por los propios trabajadores afectados.

No es que las autoridades del fútbol estén mal, ocultando los casos de doping y viendo sólo por sus intereses más estrechos, el problema es general y alcanza, como vimos, a gobernantes y políticos de todos los colores. Es el doping político, ni modo.

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