Caso Medina-Abraham: el gobierno presiona a la Corte
Columna JFM

Caso Medina-Abraham: el gobierno presiona a la Corte

El 15 de noviembre de 1995, se cometió un crimen: Armando Medina Millet, asesino a su esposa, Flora Ileana Abraham Mafud. Mañana, puede cometerse otro crimen, pero en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si la primera sala, por mayoría, en un fallo inédito, decide anular los procesos contra Medina Millet y por el que ha sido condenado en todas las instancias judiciales en Yucatán. Más grave aún, es que esa decisión se adoptará por las presiones a las que ha sometido a la Corte y particularmente a algunos de sus ministros por parte del gobernador Patricio Patrón Laviada y funcionarios ligados a la secretaría de Gobernación, al equipo de Santiago Creel y al bufete de abogados de Diego Fernández de Cevallos.

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El 15 de noviembre de 1995, se cometió un crimen: Armando Medina Millet, hijo de una de las familias más tradicionales de Yucatán, asesinó a su esposa, Flora Ileana Abraham Mafud, de 25 años, hermana de uno de los empresarios más importantes del estado. Mañana, puede cometerse otro crimen, pero en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si la primera sala, por mayoría, en un fallo inédito, decide anular los procesos contra Medina Millet y por el que ha sido condenado en todas las instancias judiciales en Yucatán. Más grave aún, es que esa decisión se adoptará por las presiones a las que se ha sometido a la Corte y particularmente a algunos de sus ministros, primero por el gobernador Patricio Patrón Laviada, que comprometió desde su campaña buscar la libertad de Medina Millet; y luego, en consonancia con ello, de funcionarios ligados a los más altos niveles de la secretaría de Gobernación, al equipo de campaña de Santiago Creel y al bufete de abogados de Diego Fernández de Cevallos.

Hemos tenido la posibilidad de investigar, en forma directa, este caso prácticamente desde sus inicios, antes incluso de que se inventara la versión de que la condena de Medina Millet era producto de una decisión política del fallecido gobernador Víctor Cervara Pacheco. En realidad fue al revés: poco después de cometido el crimen, Cervera Pacheco trató de favorecer a la familia Medina Millet. Sin embargo, si alguien se molesta en leer el expediente y simplemente ver las fotos de los exámenes forenses, no puede tener demasiadas dudas de lo sucedido aquel 15 de noviembre.

En febrero del 2003, precisamente para escapar de las especulaciones políticas posteriores, en este mismo espacio (y en forma mucho más amplia en la revista Milenio Semanal) hicimos una minuciosa reconstrucción de lo sucedido en las 24 horas que corrieron desde el momento del asesinato. Aquel 15 de noviembre, Flora Ileana recibió un disparo de arma de fuego cerca del corazón, con un calibre .38 propiedad de su marido, Medina Millet, un disparo que le provocó la muerte. Medina sostuvo que Flora se suicidó. Los hechos demuestran que no es verdad.

Esa tarde, Flora acababa de llegar al departamento de Medina. Este dijo que poco después escuchó un disparo en su recámara (habían pasado apenas unos días de la boda civil, aún no se realizaba la religiosa y no vivían juntos), y que cuando subió a la habitación la encontró cerrada, por lo cual, durante unos cinco minutos trató de abrirla con unas llaves y, luego, como éstas no sirvieron, bajó por un martillo para romper la puerta. Asegura que cuando finalmente logró entrar encontró a su esposa en la cama y al levantarla vio “dos pequeñas manchas de sangre en las sábanas”. Sólo en ese momento hay tres graves contradicciones: primero, Flora se supone que se disparó con un revólver que en realidad era de Armando y que éste portaba cotidianamente (tres días antes, el 11 de noviembre, luego de una discusión con su esposa, en un restaurante, había amenazado con la misma arma al encargado de estacionamiento, negándose a pagar por el uso del mismo: las declaraciones de los testigos del incidente constan en la Averiguación Previa 2454/6ª/95). Segundo, no se explica por qué perdió tantos minutos buscando unas llaves (¿cómo pudo Flora, a minutos de llegar, buscar y encontrar la pistola de su marido, encontrar las llaves de la puerta de la recámara, encerrarse, acostarse en la cama y dispararse a sí misma?¿con qué llaves Medina quiso abrir la puerta y cómo, por último, la abrió martillazos? Lo cierto es que Medina nunca pudo explicar cómo logró abrirla. Tercero, si pasaron varios minutos después de un disparo de calibre .38 en el pecho de una persona, en la cama tendría que haber una gran mancha hemática, no sólo “dos gotas”.

La lógica (y los peritajes) indican que Armando le disparó a Flora y la bajó inmediatamente de la cama, para no dejar huellas. ¿Por qué se dice que él le disparó? Porque las pruebas periciales demuestran que el tiro fue realizado desde una distancia suficiente, cerca de un metro, que haría imposible la hipótesis del suicidio. La defensa de Medina argumenta que el cadáver fue limpiado para que no existieran huellas de pólvora en el cuerpo. Supongamos que así fuera, ¿cómo se hubiera quitado la quemadura que provoca un disparo de corta distancia en la piel, los tejidos, el vello? También se pudo comprobar una huella de un golpe del cañón del arma en el cuerpo de Flora, lo que confirma que fue agredida con la misma poco antes de su muerte. Recibió, aún con vida, otro golpe en el rostro, en la parte superior de la nariz, entre los ojos.

Los hechos posteriores son reveladores. Luego de bajar de la cama el cuerpo de la víctima (una joven pequeña y delgada) Medina Millet acepta que “arrastró” a Flora Ileana de los pies, boca abajo, por los pasillos internos y externos de su departamento hasta llegar a la calle para subirla a su auto. Casualmente pasaban en ese momento por la calle dos socorristas de la Comisión Nacional de Emergencia, quienes se sorprendieron al ver cómo Medina Millet arrastraba por la calle un cuerpo hacia un automóvil. Incluso uno de ellos declaró que en realidad le parecía que transportaba un maniquí. Nunca se explicó por qué en lugar de arrastrar el cuerpo no se pidió una ambulancia o auxilio de algún tipo.

Lo cierto es que en ese momento, llegan los socorristas que ayudan a Medina a cargar a la joven en el automóvil y uno de ellos conduce para llevarla al hospital más cercano. Era una clínica del ISSSTE, pero ya en la puerta del hospital, Medina se negó a bajar a la joven y les exigió a los socorristas que lo llevaran hasta otro hospital, la Clínica de Mérida, mucho más lejana. ¿Cuál es la lógica, en una emergencia y cuando todo indica que el disparo podía ser, como lo fue, mortal, no aceptar el hospital más cercano para atender una emergencia de ese tipo y proponer el traslado a uno más lejano? Ninguna. Cuando llegaron a la Clínica de Mérida, Flora ya estaba muerta. Allí si bien el acusado asegura que avisó a la familia, lo cierto es que fue un médico que conocía a la víctima el que avisó horas después a los Abraham y éstos llegaron a la Clínica sin saber qué había sucedido.

Luego el caso se politizó y tomó otro carácter, pero esa misma noche, el apoyo del gobierno del estado fue para el acusado. Esa noche, mientras el cuerpo de Flora aún estaba en el hospital, el padre de Medina Millet estuvo con el entonces gobernador Víctor Cervera Pacheco mientras Alejandro Patrón Laviada, hermano de Patricio —actual gobernador— y amigo de la infancia de Medina Millet fue con el procurador del estado. Esa noche, Medina Millet no fue detenido ni en forma preventiva, pese a que la muerte de la joven se había producido cuando los dos estaban solos, con un arma de su propiedad, en su departamento y no podía explicar qué había ocurrido. Su departamento no fue asegurado, como tampoco su automóvil. No se preservó como prueba su ropa e incluso Medina días después la quemó. Mientras Medina declaraba ante el Ministerio Público, Raúl Cáceres Solís, un amigo cercano del acusado, ingresó al departamento y limpió el lugar. La misma noche del crimen, Medina pidió el cuerpo de Flora para que fuera cremado. La procuraduría local se lo concedió de inmediato. Al día siguiente, no habían pasado 24 horas de la muerte de Flora, un abogado de Medina fue a ver al procurador del estado para reclamar la herencia de la víctima, argumentando que había fallecido intestada. Allí se enteró de no era así, de que antes de la boda, Flora sí había hecho testamento y no dejaba a Medina como su beneficiario.

Esa es la historia, los datos duros de la misma: la que marca la pauta de lo que realmente ocurrió en el momento del crimen y en las 24 horas posteriores. La demás son especulaciones políticas. Y todas las evidencias demuestran que Medina sí es culpable y así lo entendieron en tres instancias diferentes los jueces. Pero el poder político quiere pagar compromisos de otra manera. La pregunta es si mañana la Corte se doblará ante esas presiones del poder.

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