Una enfermedad electoral casi crónica
Columna JFM

Una enfermedad electoral casi crónica

Inicia esta semana formalmente el proceso electoral del 2006 y lo hace con varios signos alarmantes. Las renuncias de la secretaria ejecutiva del IFE, María del Carmen Alanís, simultánea con la del presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Eloy Fuentes Cerda, son preocupantes. Es literalmente urgente que el Consejo General designe a quien sustituya a Alanís y la oportunidad debería ser aprovechada tanto para tratar de encontrar alguien que realmente pueda hacer mancuerna con Luis Carlos Ugalde, pero también para enviar un mensaje a los actores políticos del 2006, dentro y fuera de los partidos.

Inicia esta semana formalmente el proceso electoral del 2006 y lo hace con varios signos alarmantes. Las renuncias de la secretaria ejecutiva del IFE, María del Carmen Alanís, simultánea con la del presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación , Eloy Fuentes Cerda, son preocupantes. Alanís es una funcionaria electoral muy respetada y con enorme experiencia pero construida en el anterior consejo general del IFE y la diferencia de formas y de fondo que se han dado entre aquel organismo y éste, la llevaron a tomar la decisión de dejar el que es, sin duda, el cargo más importante en el instituto después del de consejero presidente. Es literalmente urgente que el Consejo General designe a quien sustituya a Alanís y la oportunidad debería ser aprovechada tanto para tratar de encontrar alguien que realmente pueda hacer mancuerna con Luis Carlos Ugalde, pero también para enviar un mensaje a los actores políticos del 2006, dentro y fuera de los partidos. El IFE ha estado bajo un golpeteo constante de la mayoría de los partidos y sobre todo del PRD y de Andrés Manuel López Obrador y la única opción que tiene ante esta crisis interna es salir fortalecido. La designación para la secretaría general es una oportunidad para ello. Pero la decisión debe ser rápida y bien negociada políticamente.

Algo similar a lo del IFE sucede con el Tribunal: también ha sido golpeado en forma injusta, particularmente por el lopezobradorismo. Eloy Fuentes Cerda, es un hombre respetado, pero su decisión de continuar en el Trife pero renunciar a la presidencia fue, aparentemente, una medida que buscaba liberar de presiones esa posición que, por las decisiones que debe tomar el Trife (y ante la absurda lógica política que les impide a los partidos llegar a acuerdos y procesar políticamente sus problemas internos, lo mismo que cualquier resultado electoral, por lo que todo termina en tribunales electorales), ha generado enormes presiones sobre los magistrados y desacuerdos de todos los partidos con las decisiones adoptadas. Fuentes Cerda, dejó ese cargo y abrió con ello una puerta para quitar presiones una vez iniciado (después de los comicios de hoy en Guerrero y cuando se aproximan las definiciones de los procesos internos en el PRI y el PAN) el proceso electoral federal propiamente dicho.

O sea que este proceso inicia con las dos principales instituciones electorales del país bajo presión y con problemas internos. No es una buena noticia. Es verdad que la crisis se puede aprovechar, utilizar, como oportunidad y ambas instituciones pueden tratar de salir fortalecidas de la misma, pero no será sencillo, porque pareciera que los partidos, y en eso coinciden sino todos por lo menos la mayoría, parecen preferir instituciones electorales más débiles y presionables que las del pasado.

Quizás la causa es la propia debilidad estructural de todos los partidos. En el PRI, después de los triunfos de Nayarit y del Estado de México, además del acuerdo del Tucom para sacar candidato, todo parecía indicar que las cosas se encarrilaban positivamente para ese partido, pero la crisis generada por el enfrentamiento entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo y el desconocimiento en principio de la convocatoria a la elección interna que había argumentado Arturo Montiel, pusieron nuevamente en entredicho al priismo. Nadie puede saber hoy hacia donde se dirigirá el PRI y si bien el Trife terminó rechazando los argumentos de Elba Esther Gordillo que buscaba desconocer a la dirigencia nacional del partido, lo cierto es que el destino de la maestra sigue siendo uno de los temas pendientes que pueden impactar el proceso interno en forma notable. Es verdad que en las últimas horas el priismo tomó algunas decisiones inteligentes, como la designación de Rosario Green para la secretaría general y la del senador Carlos Chaurand para la secretaría técnica del Consejo Político Nacional. Rosario es una mujer respetada, dentro y fuera de su partido, a la que no se le conoce una posición definida respecto a las diversas corrientes internas del tricolor pero es una mujer con un indudable talante modernizador y progresista. Con Chaurand, se comienzan a equilibrar, en el proceso interno, las fuerzas, sobre todo, por un mayor equilibrio entre diputados y senadores en la dirección del partido; es también un espacio para la gente de Enrique Jackson. Pero nadie podría garantizar que las cosas en el PRI no terminen en un conflicto serio (e insistimos, aún falta por ver qué sucederá en realidad con Gordillo y, además como procesarán la campaña interna Madrazo y Montiel y sus respectivos simpatizantes) e incluso recurriendo a las autoridades electorales para salir adelante.

En el PRD tienen solucionado el problema del candidato: ya es desde hace semanas López Obrador, pero internamente los problemas siguen creciendo, por las diferencias internas entre las distintas corrientes y la búsqueda de posiciones de éstas. Además, existen diferencias profundas entre el partido y las redes ciudadanas y dentro de la dirección de éstas los conflictos entre sus dirigentes están a la orden del día. El acuerdo para la unidad, el ya famoso Pacto de Chapultepec, que muchos pensaron que podía ser un instrumento idóneo para “lubricar” la candidatura de López Obrador, se puede convertir, por un nuevo error político de éste, en un arma en su contra: al insistir públicamente López Obrador en que ese acuerdo debe incluir la prohibición expresa de la inversión privada en energía y petroquímicos, lo coloca en un algo más que virtual enfrentamiento con los suscriptores del mismo. Sin inversión privada en esos y otros sectores, no se puede avanzar en lo que el documento propone. Algunos de los principales convocantes al mismo han insistido en que los que no acepten dicho pacto tendrán una sanción moral (y me imagino que política) por no respetar esos acuerdos. López Obrador ya ha dicho que no en uno de sus capítulos más importantes. Y eso también le generará un costo. Recordemos que sobre todo algunos de los principales personajes de las redes ciudadanas, se están reuniendo con empresarios para pedirles apoyo pero también para asegurarles que, en realidad, la política económica de López Obrador será mucho más abierta de la que se espera del ex jefe de gobierno. Lamentablemente, cada vez que se refiere con alguna seriedad a estos temas, la posición de López Obrador no sólo no muestra mayor apertura sino que se cierra cada vez más.

Los cierto sólo es una cosa: falta mucho por ver y existen demasiadas indefiniciones, en las instituciones electorales, en los partidos y en su aspirantes. Todo en un ambiente crispado y con un gobierno federal que deja enormes vacíos a la hora de ejercer el poder con plenitud. No son buenos síntomas y existe poco tiempo para enfrentar esa enfermedad antes de que se convierta en crónica.

El triunfo de Felipe

Ayer se terminó de confirmar el triunfo de Felipe Calderón en el proceso interno del PAN. Al momento de escribir estas líneas, Felipe tenía una mayoría tan amplia sobre Santiago Creel y Alberto Cárdenas que le permitía estar por encima del 50 por ciento de los votos. Para el PAN y para las elecciones del 2006 es una magnífica noticia. Hace tiempo ya dijimos que la candidatura de Felipe Calderón era un soplo de aire fresco en el enrarecido panorama político nacional. Calderón será un muy buen candidato encabezando un frente amplio que incluirá al PAN pero también a muchos sectores y obliga, desde ya, al PRI y al PRD, si pueden, a dejar de mirar hacia el pasado y poner su mira en el futuro. Calderón es una apuesta por eso, por el futuro, y en las elecciones, en las percepciones sociales, ello puede convertirse en una enorme diferencia.

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