Santiago debe declinar
Columna JFM

Santiago debe declinar

La segunda ronda de votaciones para elegir al candidato presidencial del PAN concluyó con un triunfo más abrumador que el de la primera, nuevamente a favor de Felipe Calderón. En los hechos la elección está definida, más aún porque en la tercera jornada, donde se votará en catorce estados, se trata, en casi todos ellos, de entidades donde existe un claro favoritismo hacia la candidatura del ex presidente nacional del PAN.

La segunda ronda de votaciones para elegir al candidato presidencial del PAN concluyó con un triunfo más abrumador aún que el de la primera, nuevamente a favor de Felipe Calderón. En términos generales, si sumamos la votación de las dos primeras rondas, Calderón está en el 49 por ciento de los votos, Santiago Creel en alrededor de 35 y Alberto Cárdenas apenas si alcanza el 13 por ciento. En los hechos la elección está definida, más aún porque en la tercera jornada, donde se votará en catorce estados, se trata, en casi todos ellos, de entidades donde existe un claro favoritismo hacia la candidatura del ex presidente nacional del PAN.

Unos días antes de que iniciara el proceso interno, Santiago Creel había propuesto, públicamente, que si después de la primera o segunda ronda, alguno de los candidatos tenía entre un 15 y un 20 por ciento de votos por encima de sus contrincantes, éstos deberían renunciar para no alargar el proceso, no arriesgar la unidad del PAN, no desgastar la candidatura y no aumentar los gastos del partido y sus precandidatos en el mismo. Claro, Santiago pensaba que él sería el ganador y no, como ahora ocurre, que estaría en estos días ante la disyuntiva de declinar a favor de Calderón o seguir en la contienda. No tendría que tener dudas: Creel ya perdió (Alberto Cárdenas nunca tuvo posibilidades y, como dijimos aquí muchas veces, lo del caballo negro era, simplemente, una trillada frase publicitaria), Santiago no puede ganar este proceso salvo que ocurran cosas extraordinarias y en política esas cosas no ocurren. Y no perdió siquiera en forma apretada sino casi abrumadora: siendo durante cinco años secretario de Gobernación del presidente Fox, habiendo concitado tantos amarres con sectores de poder, con el peso de ser en los hechos el candidato oficial del foxismo, Creel no sólo tenía la obligación de ganar sino de hacerlo en forma muy holgada para mostrar que tenía posibilidades para el 2006. No ha sido así: la campaña de Santiago resultó un fracaso y como tal debe ser asumido. No tiene forma de ganar manteniéndose en la legalidad de este proceso e incluso si lo ganara, su candidatura presidencial estaría ya derrotada. No hay nada peor en política que perder las expectativas y lo que sostenía a Santiago era precisamente eso, las expectativas de poder que, por encima de su desempeño en Gobernación, se habían concentrado en su figura. Pero esas expectativas ya se perdieron y no se pueden recuperar. Aunque fuera sólo por eso, Santiago tendría que declinar.

Pero lo debe hacer también por otras razones. La más importante es que, mientras continúe este proceso, su figura política irá perdiendo cotidianamente peso. Si Creel declina ahora con un gesto de generosidad y sensatez política, podrá, todavía, hacer una contribución a su partido y pensar en un camino político para el futuro. Si continúa hasta el final, ese camino desaparecerá. Con un elemento adicional que el propio Creel debe aceptar: conciente o inconscientemente, su precandidatura ya está siendo utilizada por los adversarios del PAN. Lo ocurrido el domingo mostró algunas señales de lo que puede ocurrir en el futuro si Santiago se obstina en seguir en la competencia. Y entonces no sólo tendremos un precandidato que perdió en un proceso interno su candidatura, sino también un político que había construido su carrera con base en un discurso de honestidad electoral, que termina ensuciado por prácticas incompatibles con alguien que en su momento fue consejero electoral del IFE y un consecuente luchador democrático.

El domingo Creel perdió, decíamos, en forma abrumadora: 51 contra 36 por ciento. Pero la derrota hubiera sido mucho mayor si no hubiera sido por tres elementos: en Tantoyuca, Veracruz, se cansaron las autoridades panistas locales de meter mano a favor de Creel. El alcalde Joaquín Guzmán Avilés, cometió tantas irregularidades que podría haber emulado a los regidores de la época más oscura del priismo. Incluso así, no le alcanzó a Santiago para ganar Veracruz. Creel, de los ocho estados en los que hubo competencia, sólo ganó dos, casualmente Oaxaca y Tabasco. Las irregularidades en Oaxaca, sobre todo, fueron notables: Calderón estaba ganando con amplitud hasta dos horas antes del cierre de la votación. Repentinamente llegó una oleada de votos a favor de Creel que le dio una leve ventaja y le permitió ganar el estado. Las historias parecen muy conocidas: en la casilla 49 en San Juan Bautista, en Valle Nacional, los representantes de Felipe Calderón fueron expulsados y el escrutinio fue a puerta cerrada: Cárdenas obtuvo 21 votos, Calderón 39, Creel 295. En la casilla 59 en San Miguel Panixtlauaca, se cambió a los funcionarios de casilla y fueron reemplazados por unos que ni siquiera eran miembros del PAN, apareció una urna embarazada (una caja de huevos con votos que no tenía porqué estar ahí) y el escrutinio también fue a puerta cerrada: Cárdenas obtuvo 113 votos, Calderón 101 y Creel 280. En la casilla 20, en Juchitán hubo reparto de despensas a favor de Santiago y quienes trataron de evitarlo fueron agredidos a pedradas. La casilla se instaló en un lugar diferente al autorizado y el cómputo fue, también a puerta cerrada. Allí el resultado fue asombroso: Cárdenas tuvo 230 votos, Creel 588…Calderón apenas 11.

Más asombroso aún fue el resultado en la casilla 111, ubicada en Unión Hidalgo: escrutinio a puerta cerrada, vales de despensa en la fila de electores y un resultado abrumador: Cárdenas tuvo cuatro votos, Felipe 18, y Creel nada más y nada menos que 966, lo que quiere decir que en Unión Hidalgo estarían tan entusiasmados con Santiago que votó por él, un panista cada 20 segundos.

Algo similar sucedió en otras casillas de Oaxaca y de Tabasco. Y ya sabemos quiénes y cómo gobiernan esos estados, sobre todo, cómo operan en términos electorales. Existe en el equipo de Creel gente que desde días atrás viene insistiendo en la necesidad de declinar y establecer un sano acuerdo con Calderón. Otros lo perciben al michoacano como un enemigo que de ninguna manera debe pasar y, aparentemente, son los que hasta hoy han prevalecido. La desilusión de perder una posición que se creía segura es humana y afecta a cualquiera, pero un político profesional debe sobreponerse a ello y saber cuáles son sus posibilidades reales y cuál es el aporte que puede hacer a su partido. Y en ese sentido, la única opción realista para Santiago pasa por la declinación y una reapertura del juego político en el PAN. Lo otro es aferrarse a un imposible y asumir que puede ser utilizado por los enemigos de su partido (o por los sectores del partido más intolerantes) con fines que siempre han estado muy lejos de lo que públicamente ha propugnado Creel. Su nombre no puede estar asociado a jugadas turbias, a casillas zapato, a intentos que lo único que terminarán haciendo no será ganarle una elección interna sino desprestigiarlo. Hoy Santiago Creel tiene esa oportunidad en sus manos. Seguir como ahora en esta carrera, sólo le deja la opción de perder-perder.

La generosidad y la inteligencia, en política siempre pagan. Hoy es hora de que Santiago, Alberto Cárdenas, Manuel Espino, entre otros, recurran a ella.

Por cierto y hablando de panistas. El presidente Fox ganó un muy buen colaborador con el nombramiento en el área de radio y televisión de Los Pinos, del ex director de RTC, Héctor Villarreal (un hombre que inexplicablemente luego de años de servicio en la secretaría a su lado, despreció Santiago Creel en su precampaña). Le servirá, y mucho, también a Rubén Aguilar.

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