El PRI o tan cerca, tan lejos
Columna JFM

El PRI o tan cerca, tan lejos

En el PRI tenían una situación más que idónea para llegar a su objetivo de regresar al poder: seguían ganando elecciones, parecía que el madracismo había llegado a un acuerdo con Unidad Democrática y con Elba Esther Gordillo, existían lazos de comunicación y enlaces que no se habían dado en los meses anteriores y el triunfo de Peña Nieto y Ney González parecía reafirmarlo. Pero algo sucedió y todo terminó dándose de forma contraria a lo que se esperaba. Una serie de estúpidos desencuentros fueron los que terminaron llevando al PRI a un momento como el actual, donde pareciera que tiene todo para alcanzar la presidencia pero sus propios desatinos internos lo colocan más lejos que nunca, en los últimos tiempos, de ella.

En los días posteriores al triunfo de Enrique Peña Nieto en el estado de México, en los primeros días de julio pasado, parecían quedar pocas dudas de que el PRI tenía un camino sin demasiados sobresaltos que podían llevarlo de regreso a Los Pinos. Andrés Manuel dejaba el DF y las derrotas en el estado de México y Nayarit confirmaban que al PRD le faltaba estructura para disputar seriamente la presidencia a pesar de la alta popularidad de su candidato; en el PAN, Santiago Creel dejaba Gobernación y, al mismo tiempo, parecía que no tenía competencia real en su partido aunque se percibía que no le alcanzaría para llegar a Los Pinos. En el PRI tenían una situación más que idónea para llegar a su objetivo de regresar al poder: seguían ganando elecciones, parecía que el madracismo había llegado a un acuerdo con Unidad Democrática y con Elba Esther Gordillo, existían lazos de comunicación y enlaces que no se habían dado en los meses anteriores y el triunfo de Peña Nieto y Ney González parecía reafirmarlo.

Pero algo (mucho más cercano a la ambición de poder de distintos grupos y a la falta de visión de ciertos dirigentes) sucedió y todo terminó dándose de forma contraria a lo que se esperaba. Decía Adolfo Bioy Casares que el gente suele atribuir sus mayores desgracias a las grandes conspiraciones, pero que subestima la estupidez. Y una serie de estúpidos desencuentros fueron los que terminaron llevando al PRI a un momento como el actual, donde pareciera que tiene todo para alcanzar la presidencia pero sus propios desatinos internos lo colocan más lejos que nunca, en los últimos tiempos, de ella.

Hace cuatro meses, parecía que Elba Esther Gordillo asumiría la presidencia del PRI por los siguientes 60 días, mientras transcurría el proceso interno de selección, y que había llegado a un acuerdo para mantenerse en ese partido. Parecía que Roberto Madrazo había llegado, finalmente, también a un acuerdo de forma y fondo sobre el proceso de selección de candidato que legitimaría el propio proceso. En Unidad Democrática, se perfilaba como candidato un hombre que, en imagen, podía ser una alternativa real a Madrazo, como el senador Enrique Jackson, aunque la abrumadora victoria de Peña Nieto en el estado de México ponía a Arturo Montiel en un lugar destacado en el proceso de selección del Tucom, en el que terminó triunfando. Más aún: en el DF, Beatriz Paredes había comenzado una suerte de precampaña indudablemente exitosa para su causa y para la de su propio partido que hasta entonces, y desde 1997, estaba perdido en la capital del país.

Cuatro meses después todo terminó contraviniendo esas expectativas. Elba Esther Gordillo jamás asumió la presidencia del partido y el enfrentamiento que sostiene con Roberto Madrazo es más marcado que nunca antes, ha pasado de ser un pleito político a convertirse, también, en profundamente personal. Al borde de la expulsión partidaria de su dirigente, los simpatizantes de Elba Esther están hostigando por todo el país, donde se pare, a Roberto Madrazo haciéndole casi imposible su precampaña. En el entorno de Madrazo se llega a hablar de la posibilidad de que se esté instrumentando una campaña contra la campaña, como en el 94, dando a entender que pudiera ejercerse violencia contra el ex presidente del partido. Pero del lado de enfrente les contestan que esa es una artimaña. Y recuerdan el autoatentado de José Murat, el consejo que éste le diera a Francisco Labastida en el 2000 para que organizara su propio autoatentado o el que “sufrió” aquel candidato michoacano que nunca pudo alcanzar a Lázaro Cárdenas Batel. Es verdad, pero paradójicamente también lo es que la violencia es tan palpable que puede desatarse de la forma menos pensada posible. Y otra vez hay que recordar a Bioy Casares: no hay que confundir las grandes conspiraciones con la simple estupidez. Pero las cosas, obviamente, no podían terminar allí: casi al mismo tiempo que se hacen esas denuncias y demandas, se reflota la acusación contra Arturo Montiel por los manejos financieros de su familia. Y ahora no es a través de los periódicos, sino de la televisión nacional, dándole otra dimensión al asunto. ¿De dónde proviene esa información? En primera instancia, y sin duda, del gobierno federal, de allí, necesariamente tiene que haber surgido, quizás no ahora, sino hace tiempo, pero la fuente original no puede ser otra. Pero ahora estalla sin que nadie sepa a ciencia cierta quien es el beneficiario final: pueden ser tantos que terminan sin ser ninguno. Pero Montiel trató de reducir daños señalando a uno de los posibles filtradores: su adversario interno, Roberto Madrazo, que a su vez le pidió a Montiel que demuestre esas acusaciones.

Así, lisa y llanamente, el PRI no puede ganar las elecciones del 2006. En un ambiente marcado por las acusaciones mutuas, con un precandidato perseguido por grupos que hostigan su campaña constantemente, y otro defendiéndose de acusaciones sobre malos manejos financieros de su familia, ningún partido puede siquiera, como le está ocurriendo al PRI, echar a andar una campaña interna seria. Los priistas y los perredistas suelen burlarse de que en la precampaña del PAN sólo han votado un 30 por ciento de sus militantes y adherentes, y en buena medida tienen razón (es una demostración de lo desmoralizadas que estaban las fuerzas panistas como claro diagnóstico sexenal), pero olvidan que unos ni siquiera han podido sacar adelante su campaña y los otros presionaron de tal forma al principal adversario de López Obrador que convirtieron a éste en un candidato único que ni siquiera suele informar a su partido de sus actividades.

En el caso del PRI decíamos en días pasados que el madracismo tenía razón en advertir sobre los peligros que ocasionaba el hostigamiento magisterial contra el ex gobernador de Tabasco y que ese instrumento de presión se había convertido en un elemento que podría ser contraproducente para la propia Elba Esther Gordillo. Pero lo mismo puede decirse de las acusaciones contra Montiel o del señalamiento de éste contra Madrazo. Los dos aspirantes se están golpeando en forma feroz (sean o no responsables uno de las penas del otro y viceversa) y los dos, un día sí y el otro también no hacen más que desgastarse.

Decíamos también que no había que confundir las justas advertencias de que pudiera haber una campaña dentro de la campaña en el priismo, con la también justa presión de algunos sectores para buscar una tercera candidatura, que no sea la de Madrazo ni la de Montiel como única forma de salir de esta confusión interna y este desgaste que los puede llevar al despeñadero electoral, reforzando en Madrazo y Montiel las intenciones de voto negativas y no aportándoles un solo nuevo simpatizante. Una tercera opción, un tercer candidato o candidata podría, quizás, superar esos obstáculos, aunque incluso así sería difícil que lo lograra. Pero para que haya una tercera opción hay dos problemas: primero, que son muy pocas las posibilidades reales, en lo personal no puedo imaginar a nadie más que a Beatriz Paredes (que no tendría el respaldo de Gordillo) o a Enrique Jackson (aunque éste tendría el rechazo del madracismo duro). Pero además, que existen un tejido de intereses tan denso detrás de las precandidaturas de Madrazo y Montiel que tornan muy difícil no sólo la elección en sí de uno de ellos, sino incluso el propio proceso interno que pareciera que terminará decidiéndose más que por un elección democrática, por una selección natural.

Sin decisiones sensatas, sin una política coherente y de largo plazo, que pueda apartarse de la coyuntura, el priismo seguirá teniendo el 2006 al alcance de las manos pero cada vez se les alejará más.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *