Y ahora, con ustedes, los notables
Columna JFM

Y ahora, con ustedes, los notables

En un paso más de distanciamiento con el PRD, Andrés Manuel López Obrador presentó lo que llamó un equipo de ?notables? que lo asesorarán a conformar su proyecto de nación con una serie de personajes cercanos a la izquierda pero que ninguno es formalmente perredista: son todos lopezobradoristas. Todos son personajes respetables. El punto está en que, salvo honrosas excepciones, ninguno de ellos es un verdadero político, un hombre o una mujer en las que pudiera poner en sus manos el manejo cotidiano del país.

Hace ya varias semanas, uno de los hombres cercanos a Roberto Madrazo me preguntó cómo podían hacer para “limpiar” la imagen de su precandidato. Le contesté algo así como que eso resultaría muy difícil, pero que lo podría hacer Madrazo era mostrar un grupo de hombres y mujeres respetables, “políticamente correctos”, con los cuales ofreciera gobernar. No se trataba de descubrir el hilo negro: es lo que suelen hacer todos los políticos en el mundo cuando, justificadamente o no, tienen problemas de credibilidad y entonces la ganan por una suerte de carácter traslativo, por la relación que establecen con personajes que resultan creíbles para el electorado.

Madrazo evidentemente no lo ha hecho pero sí lo hizo esta semana Andrés Manuel López Obrador. En un paso más de distanciamiento con el PRD, no sólo la coordinación de su campaña y de sus redes ciudadanas se realiza prácticamente, con la excepción de Ricardo Montiel, de militantes perredistas, sino que ahora presentó lo que llamó un equipo de “notables” que lo asesorarán a conformar su proyecto de nación (¿no era que ese proyecto ya existía?¿no se publicó, incluso, un libro con el mismo?) con una serie de personajes cercanos a la izquierda y al propio López Obrador pero que, nuevamente, ninguno es formalmente perredistas: son todos, una vez más lopezobradoristas.

Todos son personajes con los que se puede estar de acuerdo o no pero son, también, respetables. El punto está en que difícilmente, salvo honrosas excepciones, ninguno de ellos es un verdadero político, un hombre o una mujer en las que se pudiera poner en sus manos el destino del manejo cotidiano del país. Y, una vez más, varios de ellos vuelven a estar marcados por un sello: su salinismo en el pasado inmediato, un pasado que, públicamente, por supuesto ya han olvidado.

Por ejemplo, Enrique González Pedrero, que fue en su momento el jefe político de López Obrador en el priismo de Tabasco, ocupó en 87-88, la misma posición que ahora, el de encargado de asesorar sobre la política interior, pero en la campaña de Carlos Salinas. Es más, López Obrador no terminó de salir del PRI e incorporarse al FDN en el 88 porque estuvo esperando ver la suerte de González Pedrero, con el que terminó teniendo diferencias políticas, solventadas por la estrecha amistad del ahora candidato con la esposa de don Enrique, la escritora, y funcionaria del GDF, Julieta Campos. Sin embargo, González Pedrero, un intelectual de élite (en el mejor sentido de la palabra), hace ya mucho tiempo que no está en la política activa como para ser quien realmente oriente al jefe de gobierno en las decisiones de política interior.

En el caso de quien fuera coordinador de asesores de López Obrador en el GDF y ahora quien lo asesorará en política exterior, ocurre algo similar. José María Pérez Gay en realidad no es un diplomático de carrera, aunque cumplió una buena labor tanto en Alemania como en Portugal. Chema Pérez Gay es un muy buen escritor, conocedor en México como pocos de la historia y la cultura alemana y que se embarcó en la vida política en el sexenio de Carlos Salinas cuando le fue otorgada la dirección del canal 22. Con él trabajó, sin desacuerdos, Pérez Gay y luego continuó con el presidente Zedillo. Ver a Pérez Gay en el equipo de López Obrador fue, en cierta medida sorprendente, porque uno suponía que tenían diferencias de visión de la realidad y la política francamente muy amplias. Pero ahora Pérez Gay se convirtió en quien asesorará a López Obrador en política exterior. ¿Es el más adecuado para ello? No, jamás ha estado en un organismo internacional, no es un diplomático de carrera y su conocimiento del tema no es global, sino regional. Será, sin duda, un buen asesor. Pero su curva de aprendizaje deberá ser muy pronunciada para llegar, por ejemplo, a la cancillería.

¿Quién puede poner en duda la calidad personal e intelectual de don Juventino Castro y Castro, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que asesorará a López Obrador en temas jurídicos? Nadie. Pero la visión legal de don Juventino en muchos de los principales temas de la vida jurídica del país, incluyendo los de la Corte, están lejos de ser los más modernos o los más adecuados para atacar, por ejemplo, la inseguridad o el crimen organizado. Se ha dicho muchas veces que el hombre más cercano en estos temas a López Obrador es el ex presidente y actual ministro de la Corte, Genaro David Góngora Pimentel. Con Góngora se puede estar o no de acuerdo en muchas cosas, pero su visión es más moderna que la de don Juventino. Pero por lo menos oficialmente, Góngora no puede asesorar al candidato del PRD. Don Juventino, como González Pedrero, como Pérez Gay, será un buen asesor, pero no un hombre que podrá definir políticas en ese ámbito tan importante.

En el sector económico Rogelio Ramírez de la O es un consultor respetado. Pero salvo que me equivoque, jamás ha tenido un cargo en el sector económico o financiero del país. Es un hombre que en su momento fue un ferviente opositor al TLC, lo cual no lo invalida como asesor del jefe de gobierno. ¿Pero Ramírez de la O es un financista, un hombre con la experiencia y la confiabilidad de los mercados como para poner en sus manos la política económica del país?

Don Luis Villoro es uno de nuestros grandes historiadores, ha estado cerca de causas progresistas a lo largo de casi toda su vida (leía días atrás un texto magnífico sobre ello de su hijo, Juan Villoro) y en los últimos años se ha significado por su cercanía con el zapatismo, una cercanía obviamente más intelectual que de política activa. Será el encargado de asesorar en política social a López Obrador, pero con todo respeto a don Luis, de eso no sabe nada: una cosa es la sensibilidad social y otra muy diferente establecer los programas sociales para un país tan complejo, tan disímil, con tantas diferencias sociales, económicas y culturales como el nuestro. Para eso existen muchos y buenos especialistas. Don Luis Villoro, definitivamente no es uno de ellos. En su caso, podrá ser un buen asesor en muchas cosas, pero no en el tema elegido.

¿Se puede negar que Elena Poniatowska sea una escritora de las más reconocidas de nuestro país? Sin duda no, pero ella no se encargará de recomendarle lecturas a López Obrador sino de asesorarlo en política cultural. ¿Qué sabe doña Elena de políticas culturales? La formación cultural no alcanza para ello.

El coordinador de todo ese grupo, es el abogado Javier Quijano, que se incorporó hace ya mucho tiempo al equipo de López Obrador. Quijano, un prestigiado abogado corporativo, se hizo conocido por ser abogado de Javier Moreno Valle en el caso de CNI canal 40, donde sigue fungiendo como su representante, pero sobre todo porque fue quien elaboró un efectivo slogan propagandístico que poco y nada tenía que ver con la realidad y la justicia: aquella propuesta en la que se hacía equivalente el desafuero de López Obrador con un golpe de Estado. Era una barbaridad política, pero como lema publicitario funcionó bien y se ha convertido en uno de los más cercanos colaboradores del candidato perredista.

En síntesis, el equipo de “notables” de López Obrador, lo es por las cualidades personales de la mayoría de sus integrantes. Es una medida inteligente que lo legitima y en la que una vez más se adelantó a sus adversarios. Pero no nos equivoquemos, salvo uno o dos casos, no gobernará con estos hombres y mujeres ni ellos son verdaderos especialistas en los temas en los que han sido designados. El poder es otra cosa.

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