Madrazo, Montiel: un PRI sin alternativas
Columna JFM

Madrazo, Montiel: un PRI sin alternativas

No sé si será como dice Ciro Gómez Leyva ésta la semana de Roberto Madrazo. El rumor, como dice Ciro, ahí está y se habla de un revire tal, de tales acusaciones, que lo de Arturo Montiel pasará al olvido. Puede ser. Pero de lo que no cabe duda es que con denuncias o sin ellas, el PRI no está dando respuestas a la situación que vive.

No sé si será como dice Ciro Gómez Leyva ésta la semana de Roberto Madrazo. El rumor, efectivamente, como dice Ciro, ahí está y se habla de un revire tal, de tales acusaciones, que lo de Arturo Montiel pasará al olvido. Puede ser. Pero de lo que no cabe duda es que con denuncias o sin ellas, el PRI no está dando respuestas a la situación que vive.

No deja de ser significativo que, hasta ahora, en lo único en lo que los principales protagonistas de esta historia, los propios Madrazo y Montiel, además del presidente del partido, Mariano Palacios Alcocer, pudieron ponerse de acuerdo es en que no existe posibilidad alguna de que se designe un tercer candidato (con todo respeto a Everardo Moreno, sus posibilidades en este proceso son absolutamente nulas, no puede jamás ser considerado como una tercera opción en la lucha por la candidatura priista). Nada más. Montiel y Madrazo, luego de la ruda respuesta que le dio éste al mexiquense la semana pasada, decidieron que era mejor dar vuelta la hoja y aparentemente así lo están haciendo, sin comprender que esas hojas no pueden, simplemente, darse como leídas y dejarlas en el olvido por que estamos en los inicios de una campaña electoral donde esos temas saldrán al público una y otra vez. La apuesta, claro, estriba en que el escándalo de la semana próxima, cual sea, opaque el anterior. Pero esa, en términos político-electorales parece una apuesta insostenible.

Es una lástima, para su partido, que en el priismo no hayan siquiera considerado seriamente lo de una tercera opción diferente a Madrazo o Montiel. Nadie podría asegurar que esa opción saliera adelante, ni siquiera que pudiera ganarle a Roberto Madrazo una candidatura que parece tener asegurada desde tiempo atrás (salvo que algo derrumbe una precampaña que está ya asegurada, por el control de la estructura del partido), pero podría oxigenar a un priismo que no parece salir de un círculo vicioso donde la nota no son las propuestas sino los cotidianos golpes de sus distintos actores. Parte del error es del propio grupo de Unidad Democrática: esa corriente de gobernadores (ahora en su mayoría de ex gobernadores) y otros dirigentes priistas, se conformó con la idea muy clara de presentar una verdadera opción, programática, política, al madracismo. Sabían que quizás no podrían ganar el proceso interno, pero la idea era demostrar que un priismo tímidamente reformador, con otra formas de hacer y entender la política y el poder, era posible. Pero para ganar fuerza y espacio no fueron cuidadosos en el derecho de admisión. Y así se incorporó Arturo Montiel en esa corriente. Y terminó ganando la precandidatura del TUCOM siendo el más tradicional de todos los aspirantes.

No se trata de deslegitimar al propio Montiel, sino de algo mucho más sencillo: el ex gobernador del estado de México, podrá ser un político eficiente o no, podrá ser un buen candidato o no, ganar o no las elecciones internas o federales, podrá tener problemas con las finanzas de su familia o no, pero es un político del priismo más tradicional: entiende, ejerce la política y el poder como el priismo de siempre. Tampoco su discurso muestra nada nuevo. Es verdad, ganó su candidato y por amplísimo margen en el estado de México. Pero eso no lo hace reformador, como tampoco le aporta nada nuevo al más viejo priismo el que Ulises Ruiz haya ganado Oaxaca. Lo que se debe entender es que si la intención de Unidad Democrática era mostrar que otro priismo era posible y, al mismo tiempo, establecer una plataforma de diferenciación y verdadera negociación con el madracismo, con la designación de Montiel fracasaron por la sencilla razón de que Arturo no sólo no representa ese nuevo priismo, sino que además, por historia y por la forma en que se ejerció el poder en su entidad, termina siendo, ante cualquier visión reformadora, un candidato vulnerable. Unidad Democrática no ha mostrado una nueva opción con su candidato, y tanto ha sido así que incluso personajes que representan corrientes claras en el PRI que podrían haber jugado un papel relativamente modernizador (por lo menos en el discurso) importante en el proceso se han alejado de esa posible candidatura (y ello comprende desde una Elba Esther Gordillo que ya ha dicho que no participará apoyando a ninguno de los candidatos de su partido, hasta Otto Granados Roldán, que simplemente ha quedado participando como una suerte de asesor del precandidato Montiel) mientras que la coordinación de su campaña no fue para ninguno de los miembros de Unidad Democrática sino para el hombre de todas las confianzas del ex gobernador, Manuel Cadena.

El hecho es que Madrazo o Montiel competirán para la candidatura, seguirán apareciendo golpes por debajo de la mesa que los afectarán en mayor o menor medida a ambos, en noviembre tendrán su elección interna y uno de ellos será el candidato. El problema es que se parecen demasiado, no hay opciones que contraponer. Y por eso en esa lógica se terminará imponiendo Madrazo, si se apuesta a la certidumbre y la coherencia con un discurso, el tabasqueño tiene más para mostrar y para afianzarse en el voto duro del priismo que Montiel que, hasta ahora y aunque sea en el plano testimonial, no ha presentado ninguna propuesta diferente, transformadora para el PRI.

Algunos dirán que nadie debería hacerse ilusiones, que esa propuesta, simplemente, proviniendo del priismo no es posible presentarla. No es así: Enrique Jackson, sin ser de ninguna manera un reformador radical ni mucho menos, hubiera podido encarnar mejor un discurso diferente ante Madrazo; lo mismo hubiera ocurrido, por ejemplo, con Enrique Martínez o incluso con Manuel Angel Núñez Soto o si se hubiera recurrido a los gobernadores en actividad, lo hubiera podido hacer Natividad González Parás. No digo que cualquier de ellos le hubiera podido ganar la candidatura a Madrazo, pero le hubieran dado a la contienda un tono diferente, hubieran obligado a contraponer posiciones y por lo tanto, para el proceso electoral posterior, a conciliarlas.

Es más, eso es lo que está haciendo con un inesperado éxito Beatriz Paredes en el DF. Si hay un lugar del país donde el priismo se ha desprestigiado es en la capital, donde era una lejana tercera fuerza. Beatriz, con su nombre y su prestigio personal, con un discurso diferente y diferenciador, está creciendo en forma notable en la capital y articulando una serie de alianzas a derecha e izquierda que el priismo jamás logrará en el ámbito nacional, sea Madrazo o Montiel su candidato. Beatriz hubiera podido ser esa tercera opción de la que tanto se habló, pero apostar a ello hubiera requerido que Montiel y Madrazo estuvieran de acuerdo con esa salida y evidentemente no sería ni fue así. Por eso mismo Beatriz se autodescartó y siguió apostando a un Distrito Federal donde sabe que tiene mucho por ganar e incluso, para después del 2006 (gane o pierda el gobierno capitalino) donde construir una base política diferente que trascienda, incluso, al priismo. Hasta ahora, entre los grandes contendientes, la de Beatriz Paredes es la apuesta política más interesante y de largo plazo que hemos visto, junto con la muy saludable irrupción de y casi segura candidatura de Felipe Calderón en el proceso interno del PAN, de cara a las elecciones del 2006.

Me decía un destacado miembro del madracismo, que debía recordar que ésta, la del 2006, es la última elección del siglo veinte en México y que se requiere un candidato y un presidente tradicional, un conocedor del sistema político como Madrazo, para permitir que en el 2012 realmente demos un paso hacia la modernidad, dentro y fuera de los partidos. Puede ser pero ello no deja de generar un sentimiento de frustración al comprobar la escasez de opciones y propuestas cuando estamos a solo nueve meses de las elecciones presidenciales.

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