Luces y sombras de Wilma
Columna JFM

Luces y sombras de Wilma

Ya es un lugar común decir que lo sucedido con Wilma en las costas de Quintana Roo y con Stan en Chiapas, es una tragedia. Lamentablemente pareciera que pasados los días, lo único que persiste es el recuento de daños y una lógica mediática que parece estar más atada a tratar de buscar aumentar, a costa incluso de causar más daño a los propios damnificados, que a buscar una salida, a impulsar una verdadera reconstrucción de esas zonas.

Ya es un lugar común decir que lo sucedido con Wilma en las costas de Quintana Roo y con Stan en Chiapas, es una tragedia. Lamentablemente pareciera que pasados los días, lo único que persiste es el recuento de daños y una lógica mediática que parece estar más atada a tratar de buscar aumentar, a costa incluso de causar más daño a los propios damnificados, que a buscar una salida, a impulsar una verdadera reconstrucción de esas zonas, tan lejanas entre sí, en infraestructura, en riqueza, en el conocimiento de la propia gente, pero tan unidas por la desgracia.

Tuve oportunidad de estar la semana pasada recorriendo parte de la zona damnificada por Wilma en Cancún y la destrucción, evidentemente, es notable. Sólo un dato serviría para dimensionarla: se perdieron 220 torres de energía y unos diez mil postes de iluminación en las zonas urbanas, con el agregado de que en muchas de esos postes estaban conectados también los sistemas de telefonía y otros, como los de cable. Normalmente, ante un huracán, como Emily, hace algunos meses, se pedieron ocho torres y algunas decenas de postes. Pero también es verdad que en Cancún y la Riviera Maya hubo sólo cuatro muertos, y esas víctimas no fueron causadas directamente por el huracán. La destrucción es notable pero no hay edificios, salvo algunas muy pocas excepciones, colapsados, ni la infraestructura ha sufrido daños irreversibles. Será difícil, como se comprometió el jueves el presidente Fox, a tener en operación en un 80 por ciento Cancún y la Riviera Maya para el 15 de diciembre próximo pero no es imposible, además de que era necesario enviar un mensaje de que la recuperación era posible, factible, de que había un plazo para ello, y que incluso podría servir para avanzar en una infraestructura turística y urbana que estaba siendo rebasada por su propio crecimiento.

Vi el jueves en Cancún al presidente Fox y se confirmó la impresión que tenía de tiempo atrás: es en estas circunstancias cuando muestra su mejor cara, cuando tiene mayor claridad y certidumbre respecto a qué y cómo hacer las cosas. Trabajó bien y obligó al gabinete presidencial a avanzar a un ritmo que, apenas días atrás, muchos consideraban imposible. Y cuando existe una dirección clara (a diferencia de lo que ocurre en muchos otros episodios de la vida política cotidiana en el propio gobierno federal), las cosas avanzan de manera diferente, mucho más precisa y más rápida. Y eso está ocurriendo en Cancún y la zona afectada en Quintana Roo.

El plan de apoyo presentado para la zona es ambicioso y muy amplio. Algunos siguen insistiendo en que no se debe apoyar el rescate de la infraestructura hotelera y la pregunta es obvia: si no es así ¿de qué van a vivir los 700 mil habitantes de la zona? El turismo es una de las dos actividades productivas más importantes del país y Cancún y toda la zona afectada tienen más cuartos que todo el resto de los destinos de playa de México juntos. La urgencia en reposicionar Cancún es casi obvia. Con un agregado importante: el compromiso que se obtuvo de que, al mismo tiempo que se despliegan los apoyos económicos para la zona, los propietarios beneficiados por ellos, no despedirán, no dejarán sin su trabajo ni a uno solo de sus trabajadores. Y nada es más importante, nada ayuda más a la gente en este momento tan difícil, que garantizarle que tiene y tendrá un trabajo remunerado.

Otro punto clave es la seguridad. La policía municipal de Cancún, del municipio de Benito Juárez, era literalmente un desastre, una más de la herencias producto de la corrupción de la gestión de Juan Ignacio García Zalvidea (sí, el mismo que militó en el PRI con Mario Villanueva, que luego fue senador por el PAN, presidente municipal por el partido Verde y candidato a gobernador por el PRD, todo en un lapso de apenas unos años y que encabezó uno de los gobierno locales más ineptos de la corta historia de la entidad). De los más de mil policías adscriptos sólo unos 200 cumplían funciones como tales, de las 200 patrullas sólo servían unas 20. Eso para cuidar una de las principales ciudades del país y el municipio que genera el PIB per cápita más alto de México. Por esa inoperancia se dieron los saqueos, en los que incluso participaron varios de esos supuestos policías. No es verdad que el gobierno estatal no solicitó el apoyo de las fuerzas federales para evitar esos saqueos, lo que sucedió fue mucho más sencillo: las condiciones meteorológicas no permitieron desplegarlas con la celeridad suficiente. Después de las primeras 48 horas el control ha quedado progresivamente en manos de autoridades federales (del general Héctor Sánchez Gutiérrez, de la PFP) y, como se anunció se utilizará la oportunidad para darle a Cancún y a toda la zona, una policía local del nivel que merece.

Cancún y su zona turísticas, no están destruidas ni aniquiladas, ni han recibido un tiro de gracia, como se llegó a decir. Los daños son altísimos pero son recuperables para una zona turísticas que deja utilidades semanales, cuando está en operación, por 15 millones de dólares. En este sentido, el despliegue notable de medios que hemos visto, no creo que haya estado al nivel de responsabilidad que ameritaba la emergencia. Los medios hemos pecado de amarillismo y en algunos casos de manipulación. No desplegamos la misma capacidad de cobertura que el servicio a la comunidad que ella requería de nosotros en esas circunstancias. La lógica de la denuncia no fue de la mano con la de la ponderación real de la situación y sobre todo de la responsabilidad con el futuro de una región tan importante, en lo social y económico, para el país. Ejemplos sobran: se comparó lo sucedido en Cancún con el terremoto del 85 en la ciudad de México: no es verdad. Cancún no se colapsó, la mayoría de sus hoteles perdieron vidrios, vegetación, infraestructura hotelera, algunos sufrieron inundaciones, pero ninguno se derrumbó, se perdió por completo y mucho menos con sus huéspedes dentro. Un muy respetado colega llegó a Isla Mujeres y sus primeras palabras, al aire, fue que los edificios de la zona tendrían que ser derrumbados porque estaban inservibles: por suerte sus conocimientos de ingeniería de primera mano fueron pocos, no es ni era así, no se perdieron los edificios, pese a que la Isla sufrió la mayor precipitación pluvial que ha recibido un territorio en 24 horas en cualquier lugar del mundo, según los estudios realizados. En la ciudad de México en 1985, hubo miles de muertos, afortunadamente, Cancún ha tenido, pese a todo, un saldo casi blanco en este sentido. Alguien, en lugar de aplaudir que en esta ocasión hayan llegado los planes de apoyo financiero y material rápido y en forma eficiente a la zona, se quejó de que lo mismo no había sucedido con los damnificados del Fobaproa, hace apenas diez años atrás. La labor del Ejército y la Marina ha sido notable en toda la zona afectada y el respeto de los pobladores por ello es palpable, evidente. Como casi siempre sucede esas instituciones han sido un motivo de orgullo por su velocidad de reacción y su eficiencia, ¿qué sentido tiene publicar en primera plana, en un medio muy serio e influyente, que en medio de la tragedia los soldados no usaban tapabocas para preparar la comida de los damnificados?

Una de las mayores irresponsabilidades se ha dado en el ámbito de la seguridad. En una ciudad en la cual aún en muchos lugares faltaba la luz eléctrica y aún se percibía el temor por los saqueos, se llegó a publicar que los integrantes de la Mara Salvatrucha se había trasladado a Cancún para cumplir con sus ritos de iniciación, penetrar en las casas y matar familias completas. Algún medio llegó a publicar que una familia de cuatro miembros había sido asesinada de esa forma: era una completa y absoluta mentira, un rumor que se sembró para ganar impunemente lectores en algún periódico.

Cancún y toda la zona tan terriblemente afectada por Wilma se recuperará y lo hará con mayor rapidez de lo que algunos creen y otros desearían. Si las cosas se hacen bien, además se recuperará dejando una infraestructura y oferta turística mejor a la que incluso había. Ojalá así sea. La pregunta que queda, es si con los miles de chiapanecos afectados por Stan ocurrirá lo mismo. Si también ellos tendrán futuro.

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