Chávez seguirá interviniendo en México
Columna JFM

Chávez seguirá interviniendo en México

Aunque en el plano de las palabras, la decisión del gobierno mexicano de declarar cerrado el capítulo de la confrontación con el presidente Hugo Chávez resulta sensato, en los hechos vamos a ver que ese conflicto no podrá cerrarse, por lo menos, hasta las elecciones. En la actitud de Chávez existe un abierto interés de exportar su ?revolución bolivariana? a las distintas naciones de la región. Pero fuera de retórica y petróleo a bajo precio para sus aliados Chávez no tiene nada que ofrecer.

Aunque en el plano de las palabras, la decisión del gobierno mexicano de declarar cerrado el capítulo de la confrontación con el presidente Hugo Chávez resulta sensato, en los hechos vamos a ver que ese conflicto no podrá cerrarse, por lo menos, hasta las elecciones de julio próximo. Si hay algo que resulta una norma en la actitud de Chávez, es el abierto interés del mandatario venezolano de exportar su “revolución bolivariana” a las distintas naciones de la región. Pero fuera de retórica y petróleo a bajo precio para sus aliados, Chávez no tiene nada que ofrecer: tiene a su país con un 47 por ciento de la población viviendo por debajo de la línea de la pobreza extrema a pesar de exportar dos millones cien mil barriles de petróleo diarios a un precio más alto que el de la mezcla mexicana; su economía interna, para decirlo suavemente, es un desastre y depende por completo del petróleo: en el 2002 el PIB del país cayó un 8.9 por ciento, al año siguiente volvió a caer un 9.2 por ciento. En el 2004 con los precios del petróleo extraordinariamente altos creció un 16.8 por ciento, pero lo hizo con una inflación de 22.4 por ciento y un desempleo abierto del 17 por ciento. Y no comenzó ayer su gobierno: asumió el poder en febrero del 99 y nadie sabe cuánto planea quedarse en él. Paradójicamente, cuando un golpe de estado estuvo a punto de derrocarlo, fue un movimiento realizado sobre todo por México, por la administración Fox, oponiéndose a ese golpe, la que le permitió recuperarlo. Hoy la memoria de Chávez flaquea porque necesita enemigos externos para mantener a sus activistas en pie de lucha ante el fracaso económico interno de su gestión y cohesionar a una sociedad que vive momentos de aguda confrontación.

No es verdad en esta ocasión que la responsabilidad del conflicto con Chávez haya sido del gobierno mexicano. Se podrá estar o no de acuerdo con la posición de Vicente Fox respecto al ALCA y el libre comercio, pero lo que hizo el presidente fue defender públicamente esa posición. Fox criticó, en forma muy medida, tanto el discurso de apertura del presidente argentino Néstor Kirchner, porque consideró, con razón, que el anfitrión de un encuentro internacional de las características de la cumbre de la Américas, con 35 naciones invitadas, no debía tomar partido abiertamente en los actos protocolarios, públicos, del encuentro, ya que así le daba un sesgo al encuentro que algunos (en este caso la mayoría, 29 naciones) podrían encontrar inconveniente, y a Chávez por su participación en actos de masas que sólo tenían como objeto presionar a los participantes en la cumbre para adoptar una posición que en última instancia es minoritaria en el continente.

En el caso de Kirchner, a pesar de los estilos de ambos mandatarios, las cosas se solucionaron diplomáticamente porque, en última instancia, la institucionalidad, tanto de las cancillerías de México como de Argentina, lo permitieron. Con Chávez las cosas parecían tomar ese curso el viernes pasado después de una larga plática telefónica entre el secretario Luis Ernesto Derbez y el ministro venezolano Alí Rodríguez. Incluso el sábado, en la cancillería venezolana, como lo habían acordado Rodríguez y Derbez estaba, enviada desde México, una propuesta de declaración conjunta que daba por terminado el conflicto. Esa declaración tendría que haberse dado a conocer el domingo, pero ese día Chávez no sólo insultó en cadena nacional al presidente de México sino que vulneró todos los criterios diplomáticos al difundir videos editados de las intervenciones de distintos mandatarios, entre ellos Fox, en las reuniones cerradas de la cumbre. Las reuniones son cerradas para eso, para que los mandatarios puedan expresar con libertad sus puntos de vista sin los efectos públicos que tendría el que las mismas fueran abiertas. Quienes hemos tenido oportunidad de participar alguna vez en reuniones de esas características (y en lo personal he tenido la suerte de poder estar en reuniones cerradas de mandatarios en cumbres, con Carlos Salinas, con Ernesto Zedillo y con Vicente Fox) sabemos que, incluso siendo periodistas, el compromiso para poder estar allí es no publicar el contenido de las intervenciones presidenciales. Que uno de los presidentes participantes lo haga, no sólo es una falta básica al protocolo y las normas internacionales sino casi una provocación a los otros participantes.

El gobierno venezolano dice que no debe ofrecer disculpa alguna al de México por las expresiones de Chávez porque su presidente nunca insultó “al pueblo” mexicano. En los hechos profundizan el conflicto porque entonces se debe entender que, según Chávez, el gobierno mexicano no sería legítimo y no representa en el ámbito legal los intereses del pueblo mexicano. Quizás para un ex golpista como Chávez eso no tiene importancia, pero en la comunidad de naciones, un gobierno elegido democrática y legítimamente representa los intereses del pueblo que lo eligió. Si se comparten o no los diferentes puntos de vista de ese gobierno en temas específicos de la agenda interna o externa es absolutamente independiente de ello. Aunque solapado, esa declaración de gobierno venezolano es más insidiosa y peligrosa que los insultos personales al presidente Fox, porque pasan del ámbito del enfrentamiento privado con un presidente a una advertencia de carácter institucional.

Esa diferencia es la que permite pensar que Venezuela seguirá buscando intervenir en la política interna. El embajador retirado Vladimir Villegas no es un diplomático sino un activista destacadísimo de la “revolución bolivariana” y a eso vino a México: a hacer proselitismo. Participó en distintos actos públicos apoyando abiertamente la candidatura de López Obrador y particularmente la precandidatura de Marcelo Ebrard en el DF, incluso en actos de campaña. Existen sospechas de que el régimen de Chávez ha brindado financiamiento a algunas actividades proselitistas de López Obrador (y coincidentemente el único partido que ha considerado responsable del enfrentamiento al presidente Fox y no a Hugo Chávez, ha sido el PRD), e incluso se ha denunciado la entrada ilegal de armas provenientes de Venezuela para grupos armados en México.

Pero tampoco se trata de una excepción: Chávez está interviniendo en todos los países que puede. No sólo ha comprado refinerías en buena parte de las naciones latinoamericanas, incluyendo Brasil y Argentina, sino que ha hecho proselitismo en forma abierta, como ocurrió en Argentina; se encuentra enfrentado en forma muy grave con el gobierno colombiano por el respaldo que le da a las FARC (que además de ser un poderoso grupo armado se ha convertido en la principal organización del narcotráfico en Colombia), incluyendo una suerte de zona de descanso (y se asegura que de retención de algunos de los centenares de secuestrados en poder de las FARC) para esa organización en la frontera y el movimiento, con documentos venezolanos, de varios de sus principales dirigentes. En estos mismos días en los que se está enfrentando con México, el régimen de Chávez está a punto de romper con las naciones del Pacto Andino, también por el interés de intervenir en los asuntos internos de esos países. Incluso en Brasil, el presidente Lula si bien ha mantenido una buena relación con Chávez, ha tenido el cuidado de no dejarlo participar en asuntos internos e incluso se tuvo un diferendo muy importante cuando se descubrieron poderosas redes del narcotráfico que operaban en Brasil desde Venezuela, con el objetivo de colocar (en una tendencia creciente en el comercio de drogas mundial) cocaína que proviene precisamente de los grupos protegidos en Colombia, se deposita en Venezuela y desde allí se envía a Brasil (y Argentina) para colocarla en el nuevo mercado emergente de la cocaína: la Unión Europea y sobre todo España.

Chávez intentará intervenir en el proeso electoral del 2006. Lo hará en forma abierta o subrepticia, pero lo hará porque, simplemente, ello está en su condición.

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