El verdadero regreso de Salinas
Columna JFM

El verdadero regreso de Salinas

Esta semana, el ex presidente Carlos Salinas estuvo en los medios como consecuencia de la disputa telefónica que envolvió a Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Se ha debatido mucho sobre quien ganó la disputa, pero si alguien ganó fue Carlos Salinas. El sábado, ante los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, el ex presidente ofreció una conferencia sobre el futuro del país con un diagnóstico que, de tan preciso, envidiaría más de un candidato. La verdad es que se simpatice o no con Salinas, su diagnóstico de tan descarnado y realista no puede ser ignorado y podría servir de plataforma para cualquiera de los candidatos.

Mientras comienza a confirmarse, de acuerdo con todas las encuestas independientes, que la candidatura de López Obrador no sólo alcanzó ya su techo sino que progresivamente va hacia abajo, la pregunta obligada es porqué ocurre eso. Y hay muchas causas pero una respuesta es sencilla: fuera de repetir una serie de lugares comunes y de anunciar medidas que no inciden en lo más mínimo en la realidad nacional (si vivirá en Palacio Nacional y hará de Los Pinos un anexo del bosque de Chapultepec, si le quitará o no la pensión a los ex presidentes, si es amigo o no de Chávez), López Obrador no ha podido dar respuesta a uno solo de los grandes temas nacionales: no dice cómo puede hacer crecer la economía, no dice qué plantea hacer con la relación con Estados Unidos, no quiere hacer reformas en el sector energético ni fiscal. El candidato del PRD no tiene respuestas y, además, su equipo no lo quiere reunir en privado con empresarios, intelectuales, periodistas que no sean cercanos, porque no quieren que hable en corto, que diga realmente qué piensa. Y la mayoría de los sectores de poder comienzan a alejarse de un personaje en el que no pueden confiar, porque no asume compromiso alguno, quizás porque sencillamente no tiene respuestas. Si no hay un cambio dramático en la campaña electoral de López Obrador, eso no hará más que profundizarse en los próximos meses.

Pero tampoco estamos escuchando demasiadas propuestas e incluso no se tiene siquiera un diagnóstico preciso sobre la situación del país de los otros candidatos. Hasta ahora de los candidatos, el que más se ha acercado a presentar una propuesta de políticas públicas que incluyen el qué pero también el cómo, es Felipe Calderón, pero incluso la suya es todavía una propuesta muy embrionaria, insuficiente para una campaña presidencial.

Esta semana, el ex presidente Carlos Salinas estuvo en los medios como consecuencia de la disputa telefónica que envolvió a Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, sobre todo por esa frase del candidato priista en la que sostuvo que Elba no llegó a la presidencia del partido porque Salinas estaba convencido de que ello no era viable. Se ha debatido mucho sobre si Elba o Madrazo ganaron esa disputa; lo más probable es que ninguno de ellos, y menos Roberto que es candidato presidencial, haya ganado con una disputa que se alargó demasiado y en la cual fuera de agravios y adjetivos, hubo muy poca política real. Sabemos que Elba y Roberto se dijeron recíprocamente mentirosos, que no se toleran, pero no nos pudimos enterar, fuera de esas profundas diferencias personales, cuáles son sus diferencias políticas reales.

Pero si alguien ganó, ese fue Carlos Salinas. Madrazo lo aceptó como un protagonista importante en la vida del priismo y le otorgó, implícitamente, el papel de una suerte de árbitro en las disputas internas que es el que el ex presidente aparentemente ha buscado en los últimos tiempos. Elba Esther no lo criticó ni puso distancia con Salinas, no quiso romper con él. Y el sábado, ante los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Salinas ofreció una conferencia sobre el futuro del país con un diagnóstico que, de tan preciso, envidiaría más de un candidato. Evidentemente ya llegarán las anatemas de los iniciados en el complotismo que verán en esta aseveración una demostración más de cómo el innombrable manipula medios y grupos de poder.

Pero la verdad es que se simpatice o no con Salinas, su diagnóstico de tan descarnado y realista no puede ser ignorado y podría servir de plataforma para cualquiera de los candidatos. Aseguró Salinas que la economía mexicana está estancada desde el 2001; que la política adoptada por esta administración no está funcionando y eso lo demuestra, dijo, que este año entraron 60 mil millones de dólares extras a la economía nacional por concepto de petróleo, turismo y remesas y que el crecimiento fue menor al del año anterior; que según datos internacionales pasamos de ser la economía 10 del mundo a ser la 14; que otros 81 países están avanzando en forma más rápida que nosotros y que en términos de competitividad y capacidad exportadora, hemos sido rebasados en los últimos años por Brasil, Rusia, Corea del Sur, España e India. Todos esos datos son incontrovertibles.

Hizo tres advertencias sobre temas que no aparecen en las propuestas de ninguno de los partidos. En el 2008, como hemos advertido aquí muchas veces, se liberará totalmente el sector agropecuario del país y con ello se liberalizará la importación de maíz, de leche y de frijol, entre otros productos. Eso se sabía desde 15 años atrás, y nada se hizo para aumentar la competitividad en esos sectores. Con un agregado: en el campo se produce apenas el 5 por ciento del producto nacional pero allí vive el 25 por ciento de nuestra población. En la enorme mayoría de las naciones industrializadas o en vías de serlo, agreguemos nosotros, los índices son exactamente los contrarios: el campo produce alrededor de un 25 por ciento del PIB y allí viven entre el 5 y el 7 por ciento de su población.

Advirtió también que, de no realizarse reformas en el sector, en el 2012 simplemente se agotarán las reservas petroleras del país. O sea que lo que no se haga el próximo sexenio ya no se podrá hacer: no hay tiempo para dejarlo para el siguiente gobierno o para un futuro indefinido.

Salinas no le puso fecha pero los datos actuariales indican que sin cambios significativos para el 2009, estaremos ante una nueva y más profunda crisis del sistema de pensiones en el país, una crisis que puede tener consecuencias tanto o más profundas que la financiera del 95. Para ninguno de esos tres temas existen propuestas de los principales candidatos. Y a eso habría que agregarle el tema fiscal, porque sin recursos públicos no se podrá hacer casi nada.

A algunos les molestará que sea Salinas el que realice este diagnóstico, pero en este caso, como él mismo lo subrayó recordando implícitamente a Den Xiao Ping (el hombre que abrió la economía china) lo importante no es el color del gato sino que cace ratones y nosotros llevamos demasiados años buscando un gato de un color que nos guste mientras la casa, agreguemos nosotros, está infestada de roedores.

Esta campaña electoral ha comenzado de la peor manera posible: con contra propaganda, guerras sucias, filtraciones de videos y llamadas telefónicas, con advertencias sobre violencia electoral. Intervenciones como la de Salinas, se comparta o no su diagnóstico, deberían servir para poner sobre la mesa estos temas y obligar a los candidatos a que nos den respuestas sobre cómo atenderán estos aspectos, sobre cuáles son sus propuestas para mejorar la competitividad; para no seguir rezagándonos en el concierto económico de las naciones; para saber qué hacer con el campo antes del 2008 y ante la inminente liberalización total del sector; sobre qué hacer con la energía y el petróleo antes de que se agoten las reservas y pasemos de potencia petrolera a un importador nato de energéticos; sobre qué hacer antes de que estalle el sistema de pensiones y deje a millones en la orfandad. Esos son los temas cruciales de la campaña porque son los que definirán el rostro futuro del país. Ni los partidos ni los candidatos (tampoco el gobierno) tienen hoy respuesta para esos temas que Salinas puso sobre la mesa y que, nos guste o no el personaje, no pueden seguir siendo ignorados.

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