El new age del narcotráfico
Columna JFM

El new age del narcotráfico

La detención la semana pasada de Ricardo García Urquiza, apodado El Doctor, sorprendió. Un nombre por completo desconocido entre los que se considera los capos del narcotráfico, no había siquiera un dato que indicara de su existencia, tanto a la PGR como a la Secretaría de la Defensa lo presentaron como la principal detención de los últimos años: se le atribuian, aparentemente, demasiadas cosas, desde el manejo de dos rutas de traslado de drogas de Colombia a México, la distribución de cocaína en buena parte de Estados Unidos.

La detención la semana pasada de Ricardo García Urquiza, adoptado El Doctor, sorprendió. Era un nombre por completo desconocido entre los que se considera los capos del narcotráfico, no había ni siquiera un dato que indicara de su existencia y, además, tanto la PGR como la Secretaría de la Defensa lo presentaron como la principal detención de los últimos años: se le atribuían, aparentemente, demasiadas cosas, desde el manejo de dos rutas de traslado de drogas de Colombia a México, la distribución de cocaína en buena parte de Estados Unidos, todo otro sofisticado mecanismo para regresar dinero a México. ¿Cómo se podía ser un operador tan importante sin haber dejado pistas de su accionar?. En ocasiones, se dan como claves algunas detenciones en ese ámbito que no dejan de ser la de delincuentes peligrosos, pero que están lejos de ser los verdaderos responsables del manejo de las redes del narcotráfico.

Con el paso de los días, los dichos de las autoridades sobre García Urquiza, sin embargo, comenzaron a confirmarse y a mostrar porqué su detención ha sido calificada, en esta ocasión con toda justicia, como tan importante. La caída de El Doctor y de prácticamente toda su estructura operativa, luego de una larga investigación de meses, permitió, quizás por primera vez, no sólo detener a un capo sino desmantelar toda una red y poner al descubierto su funcionamiento en casi todos sus aspectos, nacionales e internacionales.

Gracias a ello se ha podido también confirmar una serie de datos que permiten un avance importante en la comprensión de la estructura actual del narcotráfico. En primer lugar se confirma la existencia de una nueva generación de narcotraficantes, diferente a la imagen que se ha creado de los mismos. Cuando Benjamín Arellano Félix fue detenido en Puebla, acompañado sólo de un guardaespaldas, se le preguntó porqué estaba relativamente desprotegido. El líder de los Arellano Félix explicó algo que ya se sabía pero que en muchas ocasiones no se cree: desde el momento en que estos capos son públicos, dejan en buena medida la operación cotidiana de sus organizaciones en otras manos. Siguen cobrando su cuota y pueden tener control sobre ciertas decisiones, pero ni manejan ni terminan de conocer ya el detalle de la operación. Por lo menos eso es lo que hacen las organizaciones más sofisticadas. Por eso, por ejemplo, pese a la muerte de Ramón Arellano Félix y la detención de Benjamín, el cártel de Tijuana sigue operando con eficiencia. O por eso, Lazcano, el ex jefe de los Zetas, está hoy a cargo de la operación del cártel de Osiel Cárdenas, aunque al volverse él mismo un personaje conocido es muy probable que la operación esté en realidad, en unas terceras manos.

Durante mucho tiempo, el cártel de Juárez estuvo bajo el mando de Amado Carrillo Fuentes. Cuando éste se convirtió en una figura muy pública, se traslado a Chile, Argentina y Cuba y manejó desde allí ciertas operaciones pero el control cotidiano de su organización quedó en manos de sus hermanos Vicente y Rodolfo, por una parte, y por la otra por una organización menos conocida pero no menos importante: el cártel de los Valencia, surgido de Michoacán pero con presencia en buena parte del país. Con la muerte de Amado Carrillo, sus hermanos quedaron formalmente al frente de ese grupo, pero ya separados de los Valencia que siguieron su propia ruta encabezados por Armando Valencia. Otra rama de la organización era la que encabezaban Joaquín El Chapo Guzmán y Héctor Luis El Güero Palma, pero el mayor problema para este grupo era que El Chapo estaba detenido desde 1993 y El Güero Palma desde el 95. Pero la fuga de El Chapo Guzmán en el 2001, le dio nuevo aire a esa organización y la fue separando progresivamente de la que encabezaba Vicente Carrillo hasta enfrentarse abiertamente con él, lo que culminó con el asesinato de Rodolfo Carrillo en Culiacán en septiembre del año pasado.

Rodolfo era el encargado de la operación cotidiana de su organización y su muerte, de la mano con el enfrentamiento con la gente de El Chapo por una parte y los restos del cártel de Osiel Cárdenas por la otra, llevaron a Vicente Carrillo a dejar la operación del cártel de Juárez en manos de un personaje que había sido muy cercano a su hermano Rodolfo, pero que no era conocido en el mundo del narcotráfico: Ricardo García Urquiza.

Sin antecedentes, presentándose como empresario, con título universitario, García Urquiza podía moverse con mucha tranquilidad en el mundo del narcotráfico, sin necesidad de recurrir a excesos de violencia y sin ser conocido. Podía, como lo hizo, poner en marcha rutas sofisticadas de traslado de drogas y de lavado de dinero sin estar en la mira de las autoridades. Paradójicamente fue la captura tiempo atrás, en abril del 2003, de Arturo Hernández, El Chucky, un importante operador de la vieja guardia del narcotráfico, cercano a los hermanos Carrillo Fuentes, fue lo que permitió comenzar a tener hilos que permitieron avanzar en la investigación de la nueva generación del narcotraficantes.

Se confirmó con la detención de El Doctor algo que se suponía pero de lo que aún no se tenía plena certidumbre. Sin duda, eso ya se sabía, las principales rutas de traslado de drogas desde Colombia a México se realiza por vía marítima, con escalas en el Pacífico, en algunos lugares de Centroamérica y con entrada de la droga, por Oaxaca, donde este grupo tenía una presencia importante, aparentemente, separada del tradicional jefe del narcotráfico en ese estado, Pedro Díaz Parada, pero con presencia creciente también en Guerrero y Michoacán (lo que podría explicar la virulencia de los enfrentamientos en esas dos entidades en los últimos meses). Por el Atlántico, la vía parte de los puertos colombianos de Santa Martha, Barranquilla y Cartagena, pasaba por algunas zonas del Caribe y entraba por Quintana Roo, un estado con fuerte control del cártel de Juárez desde los tiempos de Amado Carrillo. Este esquema de operación también permitiría confirmar que la ruta desde Centroamérica que penetra por vía terrestre, vía Chiapas y Tabasco, a México, con una centro de operaciones clave en Guatemala, es la que maneja preferentemente la organización de El Chapo Guzmán.

La detención de García Urquiza y la exhibición de su red y su forma de operar, confirmaría además que mientras los esfuerzos de algunas autoridades y de la estrategia añeja de la lucha contra el narcotráfico está basada en la captura de los líderes conocidos de los distintos grupos, la operación cotidiana, la sustantiva del tráfico de drogas está en otras manos, menos conocidas, no públicas y que por lo tanto no están bajo sospecha. Ese es un punto clave para comprender cómo está funcionando ese mundo en la actualidad y las razones por las cuales es tan difícil desmembrarlo. Por esta vez sí hay que darle pleno crédito a las autoridades encargadas de la lucha contra el crimen organizado: ésta sí ha sido una detención realmente estratégica, porque al quedarse con la red completa, con todos sus datos, con sus sistemas de comunicaciones, se afectó a estos grupos no sólo en México sino también en Estados Unidos y Colombia, y además, se ha tenido acceso a los mecanismos de corrupción que le permitían operar en nuestro país. En el futuro próximo, se verán los resultados de ello.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *