Calderón y Mercado: el enemigo interior
Columna JFM

Calderón y Mercado: el enemigo interior

El único de los candidatos presidenciales que debe llegar satisfecho a la tregua electoral es Felipe Calderón. Mientras Andrés Manuel López Obrador arriba a ella cayendo en las encuestas y sin poder llenar el Zócalo a pesar del acarreo generalizado del gobierno capitalino; mientras Roberto Madrazo debe seguir afrontando por una parte del desafío de Elba Esther Gordillo pero también del amarre aún inconcluso con los sectores no madracistas de su partido desde una posición difícil en las encuestas, el hecho es que Calderón ganó un proceso interno en el que muchos no le daban posibilidades, terminó siendo el único candidato ?no oficial? en la competencia y volvió a colocar al PAN en la misma.

El único de los candidatos presidenciales que debe llegar satisfecho a la tregua electoral es Felipe Calderón. Mientras Andrés Manuel López Obrador arriba a ella cayendo en las encuestas y sin poder llenar el Zócalo a pesar del acarreo generalizado del gobierno capitalino;  mientras Roberto Madrazo debe seguir afrontando por una parte del desafío de Elba Esther Gordillo pero también del amarre aún inconcluso con los sectores no madracistas de su partido desde una posición difícil en las encuestas, el hecho es que Calderón ganó un proceso interno en el que muchos no le daban posibilidades, terminó siendo el único candidato “no oficial” en la competencia y volvió a colocar al PAN en la misma.

Sin embargo, Calderón debe afrontar varios problemas importantes. El primero es que como no irá aliado con ninguna otra fuerza política en la elección federal, competirá bajo las siglas exclusivas del PAN. Ante ello tiene dos caminos: se sigue la ortodoxia estricta del panismo y entonces su votación se restringirá al voto duro del partido, evidentemente insuficiente para ganar, o busca adaptar la candidatura (y por ende al partido) al espíritu de apertura que tendría que animar su campaña. Lo que no puede ocurrir es que el partido vaya por un camino y el candidato por el otro, que el discurso más cerrado del primero, le cierre el paso al segundo. Y algo de eso está ocurriendo actualmente: estando en el poder, el panismo y el propio gobierno (desde el punto de vista político) se deben poner al servicio del candidato, deben actuar en un sentido único para potenciar sus fortalezas y disimular sus debilidades.

En ninguna de las otras candidaturas el tema de las percepciones es tan importante como en la de Felipe Calderón: la apuesta por Calderón creció porque ganó indecisos, ganó votos de jóvenes y puede crecer entre las mujeres, pero sobre todo, porque se lo percibió como una opción fresca, diferente en el proceso electoral. Pero para mantener esa tendencia son las estructuras del partido y la del panismo gobernante, las que se deben someter al candidato y no al revés: si Calderón termina trabajando para los grupos de poder del partido o del gobierno, estará lejos de alcanzar la presidencia. Si se suceden declaraciones como la de Manuel Espino en el sentido de que “si pierden la presidencia por defender el derecho a la vida no importa”, de lo único que podrán estar seguros es que perderán.

A diferencia de Madrazo o de López Obrador que deben cargar con sus propios y altos negativos, con una historia personal pesada y que suscita desconfianza, en lo personal Calderón no tiene ese problema, pero si no lo controla el fenómeno surgirá en su entorno, a su alrededor, a través de los negativos que genera su partido y el desgaste de la labor gubernamental. Ese es el verdadero desafío para Felipe en estos días: armar un equipo de campaña amplio, incluyente, que demuestre que su propuesta va más allá de la de su partido, que escenifique esa alianza con la sociedad de la que habló en su protesta como candidato.

En el caso de la candidatura de Patricia Mercado lo que está ocurriendo al interior de Alternativa es casi criminal: la oposición de la llamada corriente campesina tratando de imponer otra candidatura presidencial, está quitándole a Alternativa el atractivo como una fuerza política nueva, diferente, fresca e intenta convertirla en lo que Alternativa no es o no debería ser: un capítulo más de los partidos políticos pequeños cuya única razón de ser es su propia perpetuación y existencia. Habría que preguntarle a Iris Salomón o Héctor Sánchez si creen que, por ejemplo, Víctor González Torres, el famoso Doctor Simi, representa los ideales del partido del que supuestamente son parte, no para ir como un aliado con ellos (lo que sería muy aceptable), sino para convertirlo en su candidato presidencial.

Patricia Mercado es una excelente candidata cuyo mayor obstáculo lo está encontrando en su propia casa, en su partido, por intereses que no quieren que exista una candidatura de centroizquierda diferente a la de López Obrador. ¿Por qué la candidatura de Mercado es buena?. Por muchas razones: porque conecta bien con jóvenes y sobre todo con mujeres, porque levanta una agenda de izquierda progresista pero no genera temor ni rechazo en sectores que están incluso opuestos a la misma. Sería la única mujer que sería candidata presidencial desde Cecilia Soto en el 94 y su aceptación podría ser similar. Pero precisamente eso es lo que parecieran algunos grupos querer impedir. En todo caso, Patricia Mercado y la corriente socialdemócrata de Alternativa deben tomar decisiones rápidas y aprovechar la tregua navideña para consolidar su propio equipo de campaña. Perder estas semanas en el debate interno sería fatal para su candidatura.

Finalmente queda por ver qué hará Nueva Alianza       que designará su candidato el 8 de enero próximo. Hasta ahora, su secretario general, Alberto Cinta se ha registrado como aspirante y se habla mucho de Elba Esther Gordillo. ¿Estará dispuesta y en condiciones físicas de lanzarse Elba Esther a una campaña presidencial?. Por supuesto que su candidatura posicionaría con cierta rapidez a Nueva Alianza, pero quedan muchas dudas sobre si la suya sería una opción viable, en lo personal y en lo político. Se han barajado otros nombres para Nueva Alianza pero ninguno de ellos parece hoy mostrarse con la fuerza suficiente como para modificar las cosas en ese partido que, en muchos sentidos, aún no nos muestra su verdadera cara.

Félix González, el descontrol y el narco

Cuando mañana se dé formalmente el relanzamiento turístico de Cancún, uno de los que estará mirando desde fuera el proceso, será el gobernador de Quintana Roo, Félix González Canto. Se equivocó demasiado: no apareció al frente durante las labores de rescate, no pudo coordinarse con el gobierno federal, al grado de que la reconstrucción de Cancún ha quedado en manos del secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo (con el que mantiene una relación por lo menos ríspida) y por el director de Fonatur, John Mc Carthy, que están realizando, ambos, una labor encomiable, mientras que la seguridad pública quedó en manos de fuerzas federales porque el gobierno estatal no la pudo garantizar. Ayer el presidente Fox encabezó en Cancún, la cumbre energética de los países de Centroamérica y fue un éxito político, pero el gobernador nuevamente pasó desapercibido. Las razones de ese aislamiento no son nuevas: la parálisis del gobierno local ante la tragedia lo dejó muy mal parado, pero antes hubo un dato que encendió muchas luces rojas en Los Pinos y en las oficinas de lucha contra el crimen organizado: en la primera gira en que acompañó González Canto al presidente Fox a Centroamérica, el gobernador, que acababa de asumir el poder en abril de este año, le presentó a Fox unas tarjetas con distintas demandas: lo preocupante es que al tope de ellas, estaba el traslado del ex gobernador Mario Villanueva de la prisión de La Palma a un centro de reclusión de mediana seguridad. Villanueva está cumpliendo una condena por su relación con el cártel de Juárez y es reclamado en extradición por la justicia estadounidense, que le ha iniciado un proceso en Nueva York por narcotraficante. Todavía en Los Pinos se preguntan porqué González Canto en su primer encuentro con el presidente Fox abogó por Villanueva. Lo cierto es que esa decisión, sumada a la represión a los integrantes de la organización La Casita, que dejó más de 500 detenidos; sus constantes viajes a Europa y Estados Unidos; su cumpleaños con miles de invitados, han dejado al gobernador tan aislado que es muy poco lo que podrá festejar mañana, cuando se relance Cancún.

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