Evo Morales: ¿un ejemplo a seguir?
Columna JFM

Evo Morales: ¿un ejemplo a seguir?

El triunfo inobjetable de Evo Morales en las elecciones bolivianas el pasado domingo donde obtuvo el 51 por ciento de los votos, ha sido celebrado por la izquierda mexicana, en particular por el equipo de campaña de López Obrador, por el PRD y por el gobierno del DF. Se trata de un éxito político muy meritorio, porque estamos hablando de un campesino pobre, originario de una familia pobre en el país más pobre de Sudamérica.

El triunfo inobjetable de Evo Morales en las elecciones bolivianas el pasado domingo, donde obtuvo el 51 por ciento de los votos, ha sido celebrado por la izquierda mexicana, en particular por el equipo de campaña de López Obrador, por el PRD y por el gobierno del DF, cuyo titular, Alejandro Encinas, fue de los primeros en felicitar públicamente a Morales, mucho antes de que se proclamara oficialmente su triunfo. Se trata de un éxito político muy meritorio, porque estamos hablando de un campesino pobre, originario de una familia pobre en el país más pobre de Sudamérica, que logró crecer hasta llegar a la presidencia de su país.

Sin embargo, ahora vendrá para Morales, el camino más difícil: cumplir con la enorme cantidad de promesas que ha hecho. No le será nada fácil: primero, porque siguiendo la tradición del populismo más puro, no ha explicado cómo avanzará en esos objetivos, algunos muy ambiciosos, y cómo lo hará en tan poco tiempo, ya que se ha comprometido a transformar las cosas no en quince minutos pero sí en apenas noventa días; segundo, porque ya ha anunciado medidas, sobre todo en el terreno de la industria petroquímica y energética que podrían dejar a Bolivia sin su principal fuente de divisas; tercero, porque ganó la presidencia pero no el congreso ni los gobiernos estatales: en la cámara de diputados de 130 escaños ganó sólo 53, mientras que el partido de Jorge Quiroga (su principal rival electoral, de centroderecha) se hizo con 48 escaños. En el senado la situación es similar: de 27 posiciones, el MAS, el partido de Morales, obtuvo sólo 12 posiciones. Peor le fue en las gubernaturas: ganó dos de las 9 en disputa.

El tema energético fue el eje de su campaña, el que le permitió derrocar a los gobiernos de Sánchez de Losada y de Carlos Mesa y sobre el que más ha insistido en las últimas horas, desde que se oficializó su triunfo. Hasta ahora, las empresas petroleras y de generación de energía, exploraban, producían y comercializaban el petróleo y el gas, pagando por cada una de esas actividades, un impuesto al gobierno boliviano. Evo Morales, ya había impulsado en el congreso, apenas en mayo pasado, una ley que incrementó los impuestos para estas empresas en un 50 por ciento. Ahora ha anunciado que le quitará a las mismas toda el área de comercialización (y algunos de sus asesores dicen que también la de generación de petroquímicos) y que no les permitirá explotar los yacimientos de gas. Adicionalmente, adelantó que tampoco piensa indemnizar a esas empresas (prácticamente todas las grandes empresas de energía de Estados Unidos y Europa) por los daños que les ocasione con esas decisiones, incluso aunque se les expropie parte o toda su infraestructura.

Será casi imposible avanzar en un programa de estas características sin apoyos fundamentales. En ese sentido, el factor Chávez puede ser determinante, mucho más de lo que lo fue con el financiamiento de la campaña electoral de Morales. El gobierno boliviano de la noche a la mañana no puede hacerse cargo de la comercialización del crudo, el gas y los energéticos que hoy producen y comercializan las empresas petroleras. Una de las pocas opciones es que eso lo haga en su lugar la empresa estatal venezolana e incluso que se quede con la producción en las áreas que abandonen las empresas internacionales, que ya han adelantado que un esquema como el propuesto por Morales simplemente les resulta inviable porque no les dejaría rentabilidad algunas para solventar sus inversiones. Por otra parte, si las empresas energéticas deciden reducir su producción o suspenderla, el Estado boliviano se quedará sin sus muy escasos recursos públicos y el escenario no será nada fácil para Morales. Bolivia casi no tiene reservas y su capacidad de producción de petróleo y gas tampoco es tan alta como la de Venezuela, como para ser determinante en el escenario internacional. Sin duda, no será, no puede serlo, una lucha indolora.

Con un agravante, todo el oriente boliviano que es donde se genera el petróleo y el gas, que es mucho más rico y menos poblado que el altiplano donde está la capital, La Paz, que es donde se concentra la población indígena que votó por Morales (en todo el oriente del país Morales perdió las elecciones, lo que se reflejó en la composición del congreso), se opone explícitamente a ese programa y crecerán, en ese sentido, las presiones para la separación de esa región del estado boliviano que han estado presentes durante los últimos años.

El otro gran tema de Morales es el de la lucha contra el narcotráfico. Como se sabe, Morales es el líder de los productores de hoja de coca. Toda la lucha de Estados Unidos contra el narcotráfico está centrada en reducir la superficie sembrada con hoja de coca en Bolivia (lo mismo que en Perú, Ecuador y Colombia). Evo Morales durante años ha luchado contra ello: ha sostenido que la producción de coca es la columna vertebral de la economía andina y se ha negado a reducir los cultivos o a trabajar en el reemplazo de los mismos. Hay que recordar que, efectivamente, sobre todo en las regiones andinas de Bolivia y Perú, el consumo de hoja de coca es tradicional, desde los tiempos de los incas, para combatir el llamado apunamiento, el mal de altura, incluso una parte de la producción es comprada por las dos grandes compañías refresqueras internacionales para producir los refrescos de cola. Pero el problema es que sumando el consumo interno y el industrial, queda una enorme cantidad de hoja de coca que termina en el narcotráfico, como producto base para la producción de cocaína. Morales ha dicho que luchará contra el narcotráfico con nuevos planes pero no ha dicho cuáles son, aunque evidentemente no pasarán por la reducción o el reemplazo de los cultivos. Y eso lo llevará a un punto de confrontación con Estados Unidos inevitable y, en la lógica de Washington, mucho más sensible aún que el tema energético.

En este marco, Evo Morales asumirá el poder. Sin duda, tendrá que pasar de las horas de las declaraciones grandilocuentes, como aquella de que será “la pesadilla de Estados Unidos” a la de gobernar con hechos. Puede ir, efectivamente, a un enfrentamiento radical (aún mayor que el de Chávez, por ejemplo) contra Washington, aunque nadie podría decir qué ganaría con ello. Todo en un marco donde la presión para cumplir con sus promesas será enorme, donde existen resistencias muy fuertes de sectores de poder nacionales e internacionales, donde incluso hay una amenaza de balcanización en el país y en el cual el discurso hiperideologizado puede unir a los sectores más pobres del país más pobre de la región pero sin duda no es suficiente, ni mucho menos, como para gobernar con éxito.

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