Un protagonista del autoatentado, ejecutado
Columna JFM

Un protagonista del autoatentado, ejecutado

Hace once días, el viernes 13, en el puerto de Veracruz, fue asesinado el alcalde de Ixtepec, una ciudad del istmo en Oaxaca, importante por la base aérea que allí está establecida y por ser la tierra natal del ex gobernador José Murat. El alcalde asesinado se llamaba Neguib Tadeo Manrique Madariaga. El funcionario fue emboscado por un grupo de sicarios cuando se dirigía a una reunión en el puerto, acompañado de otras cuatro personas, entre ellas su padre, Carlos Manrique Ancona, que se trasladaban en dos camionetas. La ejecución fue un típico ajuste de cuentas de los que suele realizar el crimen organizado: los esperaron en el camino, y los asesinaron con fuego cruzado: no dejaron testigos.

Hace once días, el viernes 13, en el puerto de Veracruz, fue asesinado el alcalde de Ixtepec, una ciudad del istmo en Oaxaca, importante por la base aérea que allí está establecida y por ser la tierra natal del ex gobernador José Murat. El alcalde asesinado se llamaba Neguib Tadeo Manrique Madariaga. El funcionario fue emboscado por un grupo de sicarios cuando se dirigía a una reunión en el puerto, acompañado de otras cuatro personas, entre ellas su padre, Carlos Manrique Ancona, que se trasladaban en dos camionetas. La ejecución fue un típico ajuste de cuentas de los que suele realizar el crimen organizado: los esperaron en el camino, y los asesinaron con fuego cruzado: no dejaron testigos.

La investigación fue iniciada por la procuraduría veracruzana pero fue atraída por la PGR, precisamente por las características de la acción y por investigaciones que ya existían respecto a la relación del padre del alcalde fallecido con el narcomenudeo en la región del istmo.

Pero el caso de Neguib Manrique admite también otras lecturas. No era, como se dijo, un personaje menor en Oaxaca, tampoco un hombre que no tuviera relación alguna con el ex gobernador José Murat, como éste publicó en una carta en Reforma. Por lo menos se conocían porque había participado en hechos relevantes en la anterior administración oaxaqueña. Había sido, antes de alcalde en la ciudad natal del ex gobernador, director del Instituto de Capacitación para el Trabajo del estado y también subsecretario de salud, además de asesor del gobierno estatal, en un esquema en el cual el entonces gobernador en funciones supervisaba directamente los nombramientos de todo nivel.

Pero existen dos hechos más significativos aún. Por una parte, cuando el 18 de marzo del año antepasado se produjo el ya famoso “autoatentado” (así lo calificó la investigación de la PGR) de José Murat, éste manifestó a los medios y en su declaración ministerial, que ese día desayunaría con Neguib Manrique y un grupo de egresados del TEC de Monterrey y que al no poder llegar a tiempo a la cita le llamó por teléfono a su celular. Supuestamente esa llamada fue intercepta por los que habrían intentado realizar el atentado y por ello supieron que el gobernador llegaría al hotel Victoria, en la capital oaxaqueña. Esa fue la versión oficial de los hechos, utilizada para justificar lo ocurrido y para presentar testimonios que aseguran que el gobernador no salía a esa hora del hotel, como explicaban los exámenes periciales de la PGR sino que llegaba a él. Neguib Manrique respaldó plenamente la versión del gobernador y fue el principal testigo en ese sentido.

Pero es más, fue protagonista de un hecho bochornoso ese mismo día. El alcalde asesinado fue quien denunció la existencia de armas en la casa del coordinador de campaña de Gabino Cué, Benjamín Robles Montoya, diciendo que allí se había planeado el “atentado”. Las autoridades locales sin ninguna razón legal que lo justificara, entre otras cosas porque Manrique no ostentaba cargo alguno en las áreas de seguridad del gobierno del estado y no mostró prueba alguna que justificara su denuncia, catearon ilegalmente la casa, en algo que no sólo resultó ridículo, porque no encontraron nada, sino que se entendió como un acto de intimidación contra el principal candidato opositor, lo que provocó, en su momento, incluso la caída del procurador estatal, Sergio Santibáñez.

La relación aparentemente era más intensa aún porque incluso, cuando se construyó el tramo de la supercarretera que cruza el istmo de Tehuantepec, se la desvió de su trazo original, que debía ir de Tehuantepec a Juchitán, para que pasara por Ciudad Ixtepec. El dato es que varios personajes adquirieron grandes extensiones de tierra por donde casualmente se decidió, poco después, que pasara la autopista, entre ellos distintos funcionarios estatales, la controvertida constructora Gurrión y el propio Neguib Manrique y su familia. Sin duda recibieron buena información al respecto o tuvieron mucha suerte.

Más grave aún, investigaciones de la PGR han revelado que el también asesinado padre del alcalde, Jorge Alberto Manrique, estaba conectado con el importante narcotraficante Pedro Díaz Parada y que manejaba el narcomenudeo en la región. Investigaciones que incluyen la eliminación de dos familias rivales en esa actividad, una en Tehuantepec y la otra en Juchitán, que podrían involucrarlo.

El hecho es que tanto el procurador de Veracruz, Emeterio López Márquez, como la PGR, han adelantado que trabajan, en la indagatoria del múltiple asesinato, en seis líneas de investigación y que la más firme es la de una ejecución como venganza de algún grupo del narcotráfico. Las autoridades veracruzanas han insistido en que el hecho fue cometido por sicarios provenientes de Oaxaca, que estaban enterados del trayecto y las actividades de Neguib y que decidieron emboscarlo a la entrada del puerto cuando se dirigía a una reunión, junto con su padre, su tío, su secretario particular y su chofer, a una reunión con ejecutivos de la empresa lechera Lala.

Además de la vertiente del narcotráfico se está investigando la posibilidad de que la ejecución tuviera relación con deudas económicas o con disputas por propiedades, en un contexto en el cual el alcalde estaba buscando la diputación federal por el PRI en ese distrito.

Esos son datos duros sobre las relaciones políticas de Neguib Manrique y sus actividades. El tema se ha abierto a múltiples especulaciones, como las versiones respecto a quién conocía al detalle su itinerario como para permitir una emboscada de esas características; respecto a con quién había desayunado ese mismo día o con relación a propiedades que en el puerto tendría el fallecido alcalde. De lo que no cabe duda es que se trató de una ejecución realizada por personajes que conocían perfectamente qué haría, tan lejos de la ciudad que gobernaba, el alcalde de Ixtepec y ligada a hechos que nada tienen que ver con la política.

Cobra relevancia también, porque aunque sea por causas indirectas, vuelve a sacar a la palestra el tema de aquel famoso autotentado del entonces gobernador Murat y, sobre todo, aquel vergonzoso episodio del cateo a la casa del coordinador de campaña de Gabino Cue. Pero también, por las evidentes relaciones políticas del alcalde asesinado, por el hecho, que tiene que haber sido inocultable para él, de la relación de su padre con el narcomenudeo en la región; y porque pone de manifiesto el tipo de negocios que estaba realizando y la operación de ciertos personajes políticos. La ejecución de Neguib Manrique tiene aún mucho hilo de donde jalar para conocer la verdad. Habrá que ver, si en periodo electoral, las autoridades federales deciden avanzar en ella y divulgar los hechos o, como ocurrió precisamente con el llamado autoatentado, deciden dejar pasar los hechos, para supuestamente no alterar el ambiente político. No es, de ninguna manera, una historia menor.

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