Calderón ya alcanzó
Columna JFM

Calderón ya alcanzó

Los resultados de la encuesta GEA-ISA dados a conocer el viernes encendieron algo más que luces amarillas en el cuartel general de Andrés Manuel López Obrador. El hecho es que la encuesta de una empresa a la que nadie podrá acusar de antilopezobradorista, muestra un dato contundente: si hoy fueran las elecciones AMLO y Felipe Calderón estarían empatados con 35 por ciento de los votos, mientras que a seis puntos permanece Roberto Madrazo con 29 por ciento. El dato ya lo habíamos analizado con otras encuestas, entre ellas la de María de las Heras y la de Mitofsky: pueden variar un poco los porcentajes, pero la tendencia que muestran todas las encuestas, menos la de Covarrubias y Asociados que trabaja para la campaña de López Obrador, es un descenso lento, paulatino pero constante de AMLO.

Los resultados de la encuesta GEA-ISA dados a conocer el viernes encendieron algo más que luces amarillas en el cuartel general de Andrés Manuel López Obrador. El candidato de la alianza por el bien de todos estaba ya nervioso desde días atrás cuando comprendió el tamaño de la metida de pata que cometió cuando en la entrevista con López Dóriga se comparó con Jesucristo y nunca dijo que religión profesa (¿tan difícil es reconocer lo que todo mundo sabe en el mundo político, que el candidato es presbiteriano?¿por qué ocultar una fe tan respetable como cualquier otra?) y días después terminó insultando en un mitin a la coordinadora de campaña de Felipe Calderón, la ex secretaria de la Sedesol Josefina Vázquez Mota, llamándola “hipócrita y mentirosa” sin que tuviera razón alguna para hacerlo. Luego argumentó que quizás se había pasado pero que algunas cosas “lo calientan”. Dos muestras más de su personalidad política.

Pero el hecho es que la encuesta de GEA-ISA, una empresa a la que nadie podrá acusar de antilopezobradorista, muestra un dato contundente: si hoy fueran las elecciones AMLO y Felipe Calderón estarían empatados con 35 por ciento de los votos, mientras que a seis puntos permanece Roberto Madrazo con 29 por ciento. El dato ya lo habíamos analizado con otras encuestas, entre ellas la de María de las Heras y la de Mitofsky: pueden variar un poco los porcentajes, pero la tendencia que muestran todas las encuestas, menos la de Covarrubias y Asociados que trabaja para la campaña de López Obrador (la misma empresa que en el 2000 predijo que Labastida ganaría por diez puntos), es un descenso lento, paulatino pero constante de López Obrador: en las de GEA-ISA, el tabasqueño pasó de un increíble 61 por ciento en noviembre del 2003, en el punto más alto del proceso de desafuero, a su actual 35 por ciento: de noviembre pasado a este fin de enero, perdió tres puntos. Calderón cuando comenzó formalmente su campaña por la candidatura presidencial tenía, según la misma encuesta, 18 por ciento, desde entonces su crecimiento es constante y entre noviembre y fin de enero, según GEA-ISA, ganó siete puntos. Lo importante, con todo, es insistir en que todas las encuestas están mostrando esta tendencia: el crecimiento de Calderón y la caída paulatina de López Obrador. Algunas, la mayoría, siguen colocando todavía al perredista algunos puntos arriba, pero eso no está modificando la tendencia del proceso. Y si la misma continúa veremos, insistimos en el punto, cómo en casi todas estas encuestas se producirá en marzo, como habíamos dicho a principios de enero, el cruce en las tendencias de ambos candidatos.

Se deben tomar en cuenta para estos resultados algunos puntos importantes. Calderón continúa siendo un candidato que todavía no es conocido por todo el electorado: en la actualidad debe haber cerca de un 15 por ciento de electores que todavía no lo conocen, mientras que todos ya conocen a Madrazo y López Obrador y la mayoría tiene una opinión formada sobre ellos. En ese quince por ciento de electores que no lo conocen Calderón tiene una fuente de crecimiento de la que no gozan sus oponentes. Pero, además, puede trabajar sobre un sector que es el más endeble de López Obrador: el voto de los llamados cambiantes. De esos 35 puntos que podría tener AMLO en este momento, el voto duro del perredismo no llega al 20 por ciento, todos los demás son electores cambiantes que en su momento lo favorecieron. Son electores que no tienen definido su voto y que se fueron sumando a López Obrador, sobre todo durante el periodo del desafuero y cuando todo indicaba que la lucha presidencial sería entre el propio AMLO, Madrazo y Santiago Creel. La incursión de Calderón le ha estado quitando electores cambiantes a López Obrador.

Un tercer factor que puede ser muy importante son los acuerdos que ha comenzado a establecer Calderón con distintas organizaciones sociales en los estados. Son menos costosas que las alianzas partidarias (¿cuánto le han dado Convergencia o el PT al PRD? ¿cuánto el Verde al PRI?¿cuánto le han costado?) y pueden ser mucho más redituables. Hay que sumar a ello otro elemento: hasta ahora, y ese quizás es el mayor error de la campaña de Calderón, la misma no ha estado lanzada hacia fuera: salvo en el caso de Demetrio Sodi no se han comenzado a abrir candidaturas a ciudadanos independientes o de otros partidos, gira aún demasiado en torno al PAN, y fuera de la intensa etapa de conocimiento mediático (que le ha dado buenos resultados) falta todavía una etapa de presentación pública más ambiciosa. Ello tendrá que comenzar a suceder, necesariamente, en las próximas semanas.

Finalmente está el factor Madrazo y el PRI. El resultado de las encuestas como la de GEA-ISA siguen mostrando que el PRI no crece pero tampoco se desmorona: su techo y su piso electoral son casi el mismo. Desde noviembre del 2003 hasta ahora el PRI se ha mantenido casi en el mismo rango de 29 por ciento. Falta ver qué sucederá cuando se den a conocer las candidaturas a diputados y senadores, pero el hecho es que, hasta ahora, el mantenimiento del PRI en esta banda no lo saca de la pelea pero además le impide a López Obrador implementar plenamente su estrategia para recuperar votos después de semana santa: aparecer como primero, muy despegado de sus contendientes, y forzar la ruptura del priismo beneficiándose de la misma. Para eso necesita tener amplia ventaja porque los compromisos serán a futuro, porque la propia lucha interna en el PRD por curules, así como las posiciones que le han tenido que otorgar a Convergencia y el PT, les ha cerrado muchos espacios en el ámbito legislativo.

Pero en todo caso, independientemente de cómo aparezcan los candidatos en las encuestas, lo que debemos preguntarnos es porqué las cosas se están moviendo de esta manera, porqué decrece así sea muy paulatinamente López Obrador y porqué está creciendo Calderón, porqué se mantiene Madrazo. Hay explicaciones políticas sencillas pero que van al fondo del tema: mientras López Obrador nos plantea el regreso a un pasado en todo caso mejorado, Calderón nos está vendiendo un futuro quizás intangible pero sin la carga de ese pasado al que muchos no quieren regresar; mientras Andrés Manuel promete lo que hará desde el gobierno sin presentar los cómo y dejando todo basado en otras promesas de difícil cumplimiento (como reducir en cien mil millones de pesos el presupuesto anual), Calderón está presentando propuestas menos ambiciosas en el discurso pero más efectivas en los hechos: mientras uno promete redistribuir la pobreza el otro promete generar riqueza. Este fin de semana los dos hablaron del petróleo: mientras López Obrador prometió no permitir la inversión privada en PEMEX o la CFE, pero ofreció construir nuevas petroquímicas (no dijo de dónde saldrían los recursos) y puso el acento en el papel del Estado en su proyecto, incluso insistiendo en el tema de reducir la plataforma de explotación para no “malbaratar” el patrimonio nacional (¿alguien cree que vender petróleo a 60 dólares es malbaratarlo?¿no se comprende que esa riqueza hay que utilizarla para mejor la infraestructura del país y la calidad de vida de la población porque en el curso de 15 o 20 años el petróleo, por su precio, será sustituido progresivamente por otros energéticos?¿no se entiende que la riqueza no la dan las materias primas que tiene un país en el subsuelo sino los procesos de industrialización de las mismas y sus inversiones en tecnología y educación?), Calderón se comprometió a impulsar la inversión privada en el sector energético sin modificar la propiedad de PEMEX y la CFE y le pidió a los empresarios a comenzar a preparar proyectos para invertir en el sector. Son dos promesas, dos intangibles, pero la pregunta es cuál le genera a usted mayores expectativas: la de que a través del gasto gubernamental plantea llevar las cosas hacia un futuro mejor o la de que impulsa una nueva economía a través de fuertes inversiones privadas. ¿Por qué Madrazo no crece ni se cae? Porque no se ha definido y queda exactamente en medio. Y ésta parece ser una etapa de definiciones.

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