Una alternativa atascada
Columna JFM

Una alternativa atascada

El viernes parecía que, finalmente, la triste telenovela política que ha generado la llamada ala campesina del partido Alternativa Socialdemócrata, llegaría a su fin con la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que desechó las impugnaciones de ese grupo y reconoció como legítima la candidatura de Patricia Mercado y la plataforma electoral aprobada por la corriente que ella encabeza. No ha sido así: con una fuente aparentemente inagotable de recursos, la llamada ala campesina ha ignorado la resolución judicial y se ha concentrado en una estrategia que se basa, lisa y llanamente, en obstruir una y otra vez cualquier actividad de Patricia Mercado y su partido.

El viernes parecía que, finalmente, la triste telenovela política que ha generado la llamada ala campesina del partido Alternativa Socialdemócrata, llegaría a su fin con la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que desechó la impugnaciones de ese grupo y reconoció como legítima la candidatura de Patricia Mercado y la plataforma electoral aprobada por la corriente que ella encabeza.

No ha sido así: con una fuente aparentemente inagotable de recursos, la llamada ala campesina ha ignorado la resolución judicial y se ha concentrado en una estrategia que se basa, lisa y llanamente, en obstruir una y otra vez cualquier actividad de Patricia Mercado y su partido. La fantasmal candidatura de Víctor González Torres funciona, de esa manera, casi como una provocación cotidiana y las autoridades, inexplicablemente, permiten que un grupo que está usurpando el nombre de un partido se presente con un candidato apócrifo del mismo, cuando en todas las instancias legales le ha sido negado ese derecho. Lo que está sucediendo en Alternativa es la destrucción de una opción político-partidaria a través del dinero, del que por una parte aporta González Torres y por la otra los recursos que obtiene el ala campesina, tanto de la usurpación de los recursos que le corresponden al partido como del apoyo subrepticio que reciben de distintos grupos de poder que, con razón o sin ella, están interesados (más que en la destrucción de Alternativa en sí) en la participación electoral del Dr. Simi, pensando en su estructura y sus recursos.

En otras oportunidades hemos dicho que González Torres tiene todo el derecho a participar en el proceso electoral, pero no tiene derecho a hacerlo apoyándose en un grupo de usurpadores que quieren apoderarse, vía el dinero y la difamación, de un partido político. Y eso se aplicaría por igual a Alternativa que a cualquier otro partido que estuviera viviendo esa situación.

En los hechos están logrando sus objetivos: mientras la auténtica dirección de Alternativa que encabeza Alberto Begné y su candidata Patricia Mercado, han ganado todas las batallas legales contra este grupo, ellos han logrado mostrar a Alternativa como un partido dividido y lleno de conflictos y han logrado confundir a la opinión pública; mientras Alternativa se ha quedado sin dinero porque el tesorero del partido, perteneciente al ala campesina, literalmente se robo los recursos del partido, estos grupos pueden pagar, cotidianamente, amplios espacios publicitarios en todos los medios; mientras Paty Mercado ha tenido que estar a la defensiva todo el tiempo casi sin poder hacer campaña, ellos están haciendo la suya, que vendría a ser algo así como una versión “alternativa” de la contracampaña que desarrolla Marcos. La diferencia es que uno va contra todos los partidos mientras que el otro busca apoyarse en la destrucción de uno de los partidos para encontrar un espacio político propio, aunque sea en forma tangencial.

Pero quizás más importante que esto es que esos grupos han ido frustrando toda posibilidad de alianzas serias de Alternativa y eso es lo que buscan. Hace ya varias semanas, incluso luego de registrarse como precandidato de ese partido al DF, Demetrio Sodi decidió que ya no buscaría esa opción para no afrontar problemas políticos y legales con los grupos de la llamada ala campesina. Ayer mismo, Beatriz Paredes, con quien Alternativa, y Mercado en particular, habían tejido desde mucho tiempo atrás una serie de acuerdos de fondo que trascendían el ámbito electoral, decidió seguir el mismo camino: no buscará una candidatura conjunta con Alternativa. La opción de un acuerdo con Marcelo Ebrard estaba descartada desde un inicio. En los hechos, el partido tendrá que ir con candidato propio en una elección, la capitalina, en la que participan ya varias figuras que serán casi imposible de eclipsar. En otro ámbito, posibilidades importantes que se presentaron en su momento como el convertir a Alternativa en una suerte de refugio político de las corrientes cardenistas desplazadas del PRD, también se han frustrado por el clima que se ha generado en el partido y que han impedido su consolidación.

En realidad, tácita, implícitamente, hay demasiados interesados en que Alternativa no prospere, como ocurrió en el 2000 con Democracia Social y en el 2003 con México Posible. No quiere que Alternativa crezca el PRD, porque ataca lo que considera una parte de su mercado natural, que es el que el perredismo a lo largo de los años más ha relegado, a pesar de su discurso supuestamente izquierdista. En los hechos, el discurso del PRD de hoy, el de López Obrador, está mucho más cerca de un nacionalismo revolucionario populista de vieja usanza que de cualquier opción de izquierda. Y por eso la presencia de Alternativa les molesta tanto.

En el PAN, sobre todo en sus sectores más conservadores, tampoco gusta Alternativa porque obligaría a incluir en la agenda electoral temas que por convicción o por conveniencia no quieren que esté en la campaña electoral (un interés en el que van de la mano con el PRD). En el PRI, donde podrían estar más interesados en la existencia de un partido como Alternativa, aunque fuera sólo por el hecho de que le pondría una cierta presión tanto al PRD como al PAN, hoy parecen haber puesto los ojos en el Dr. Simi y la estructura y recursos que éste representa. Todo tiende a que, con el paso de las semanas, la llamada ala campesina, el movimiento de Víctor González Torres y el PRI terminen confluyendo en la misma coalición donde ya participa el partido Verde, con fuerte relación familiar con el llamado Dr. Simi. Serán, todos, parte de la Alianza por México. Paradójicamente, quizás eso les abra un espacio, a los de Alternativa, para buscar algún acuerdo con el partido Nueva Alianza que parece estar caminando con muchos menos problemas aunque para ellos, también sería atractivo quitar de la jugada a Alternativa para no tener competencia entre los partidos nuevos.

Quizás por lo apabullante de sus enemigos, quizás porque la magnitud de los mismos lo demuestra más que cualquier otra cosa, se puede pensar que este partido sí intenta ser una verdadera Alternativa a las fuerzas políticas ya existentes. Por eso, su lucha tendría que ser respaldada, no necesariamente para convertirla en objeto del voto ciudadano, pero sí para exigir que se le permita seguir su camino, hacer su campaña, presentar sus propuestas. Hasta ahora, un grupo de oportunistas, que por eso mismo gozan de muchos recursos, se han dedicado a impedirlo ante la relativa indiferencia de buena parte de la clase política, que parece no querer invitados que no sean previsibles en el proceso electoral.

Dos personajes que se han ido

Debe haber pocos personajes en la vida nacional que hayan sido tan disímbolos, tan distintos como Juan Soriano y Juan Sánchez Navarro. El primero, un artista heterodoxo y extraordinario, interesado en la ruptura, la transgresión, la transformación, un liberal (en el mejor sentido de la palabra) y por lo tanto librepensador, abierto y provocador. El otro, Juan Sánchez Navarro, un muy sólido intelectual y empresario conservador que logró transformarse en algo que iba mucho más allá del “ideólogo de la iniciativa privada” como se lo catalogó. Fue un hombre que colaboró en forma muy destacada en darle forma a esa sociedad civil de la que tanto se habla y tantas veces se confunde con simples grupo de poder o clientelares para ejercer presión política. Los dos, casi en la antítesis de las formas de ver y asumir la vida, hicieron una enorme contribución al México moderno.

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