El gober precioso: un verdadero hijo del pueblo
Columna JFM

El gober precioso: un verdadero hijo del pueblo

Dice el gobernador de Puebla, Mario Marín, que él es un ?hijo del pueblo? y que sólo ?el pueblo? lo podrá quitar de su cargo, olvidando que hay instituciones que lo pueden, si le va bien, enviar de regreso a su casa. Para el gobernador lo sucedido durante toda la semana pasada no es más que ?la barbarie? a la que ha sido sometido por ?los medios de comunicación? y por supuesto no ve nada de lo que pueda autocriticarse respecto de su relación con Kamil Nacif, de la plática divulgada por los medios con éste.

Dice el gobernador de Puebla, Mario Marín, que él es un “hijo del pueblo” y que sólo “el pueblo” lo podrá quitar de su cargo, olvidando que hay instituciones que lo pueden, si le va bien, enviar de regreso a su casa.

Para el gobernador lo sucedido durante toda la semana pasada no es más que “la barbarie” a la que ha sido sometido por “los medios de comunicación” y por supuesto no ve nada de lo que pueda autocriticarse respecto de su relación con Kamil Nacif, de la plática divulgada por los medios con éste (bueno, allí sí tuvo algo que decir: primero, aseguró que no sabía de ella “porque no leía chismes”; luego dijo que ésa no era su voz; al día siguiente dijo que quizás sí era su voz pero que debían someterla a un peritaje para ver si la cinta no estaba manipulada; cuando un medio hizo un peritaje y aseguró que con un 90 por ciento de posibilidades sí se trataba de su voz, entonces organizó una “marcha” en su propia defensa). Nada tuvo que decir de la ilegal detención de la periodista Lydia Cacho ni de la colusión de las autoridades judiciales locales (según la cinta con su propia anuencia) con un empresario para efectuar esa detención ilegal. No ve ningún problema en que alguien lo llame cariñosamente “mi gober precioso”, “mi héroe, chingao”, que le envíe dos botellas “bellísimas” (frase que se ha prestado a innumerables suspicacias respecto a si realmente se trataba de botellas de cognac). El problema para el gobernador se reduce a que los medios le han hecho pasar por este mal trago y por eso, ha presionado y censurado los medios locales y sus partidarios se han dedicado a agredir corresponsales de los medios nacionales en el estado, como si Puebla fuera un lejano territorio donde con esas medidas se pudiera evitar que así llegara la información sobre los desmanes locales.

Si el manejo de medios del gobernador ha sido, para decirlo suavemente, catastrófico, el manejo político que han hecho él mismo y sobre todo su partido, de este asunto no ha sido mejor. El viernes le preguntaba a Manuel Añorve, uno de los voceros de Roberto Madrazo, hasta cuándo su candidato seguiría sin deslindarse de Mario Marín. La respuesta de Manuel, como había ocurrido durante casi toda la semana con los priistas, fue retórica para tratar de concluir que en alguna oportunidad el presidente Fox en alguna oportunidad había inaugurado una maquiladora de mezclilla en Chiapas de Kamil Nacif y que por lo tanto había que investigar al presidente. Unos días antes, en una de las peores salidas públicas que se le recuerda, Emilio Chuayffet había protagonizado un episodio lamentable en la cámara de diputados al tratar de involucrar a Miguel Angel Yunes en el affaire poblano, señalándolo como para de la red de Kamil Nacif, ignorando concientemente de que el propio Yunes había exigido una investigación sobre el tema dos años atrás, y que el propio ministerio público federal había certificado que los documentos que presuntamente lo involucraban en esa red habían sido falsificados y que no había indicio alguno de su relación con esos hechos. La respuesta de Yunes a Chuayffet fue tan dura que al líder de los diputados priistas no le quedó más que citar alguna deidad hindú para salir del paso.

La estrategia priista durante toda la semana fue de la mano con la del gobernador: tratar de explicar lo inexplicable, desviar la atención, tratar de buscar otros culpables, ya fueran Fox, Yunes o la reunión que días antes había mantenido Federico Arreola, en representación del equipo de campaña de AMLO, con Nacif, aunque ninguno de esos casos tuvieran relación con el escándalo poblano y sus secuelas. Lo único que no hicieron fue lo que recomendaría cualquier buen asesor en estos temas y a lo que nuestros políticos le huyen como a la peste: aceptar la parte de responsabilidad que les corresponde; ofrecer disculpas; tomar, si es posible, las medidas para castigar a los responsables directos del caso e iniciar, en este asunto, un proceso contra Nacif y las autoridades judiciales involucradas, por los delitos cometidos contra Lydia Cacho. Si el mismo lunes Marín hubiera hecho algo por el estilo, hoy no estaría, como está, al borde del precipicio político dispuesto, con increíble torpeza, a dar un paso adelante.

El caso de Roberto Madrazo es especial porque tardó exactamente una semana en deslindarse de Marín: lo hizo apenas el sábado pidiendo que sea la Suprema Corte la que atraiga el caso y pidiendo, también, una investigación sobre todas las relaciones de Nacif (pensando seguramente en aquella acusación sobre la inauguración de la maquiladora, en el 2002, pero sin comprender que si realmente se comienzan a ventilar las principales relaciones políticas de Nacif, el golpe terminará dando de lleno en su entorno más cercano). Pero de poco sirve que Madrazo, aunque fuera una semana después de los hechos (preferible tarde que nunca) haya intentado ese deslinde si su partido continúa en lo mismo: si en el senado reventó la sesión para evitar que se tratara el tema Marín; si en la cámara de diputados votó en contra del exhorto de la junta de coordinación para que el gobernador y la procuradora estatal se separen de sus cargos mientras se efectúa esa misma investigación de la que habla Madrazo; si sus principales dirigentes tratan desesperadamente de buscar cualquier otro nexo de Nacif que distraiga la atención del protagonismo en el asunto del gobernador Marín.

Olvidan que el problema principal en todo esto es que se puso al servicio de intereses particulares de un empresario acusado de delitos muy graves, el sistema de justicia del estado, sus funcionarios, la policía judicial y, por lo que oímos, hasta al propio gobernador. Todos complotaron para detener a una mujer cuyo único “delito” había sido escribir un libro con la información sobre un caso que involucra al empresario. Toda la manipulación realizada queda exhibida en las cintas que fueron divulgadas, lo mismo que el profundo desprecio del gobernador Marín por los medios de comunicación y los periodistas en general. Está en su derecho en despreciarlos pero no tiene prerrogativa alguna para vulnerar en forma torpe, autoritaria e ilegítima el propio derecho constitucional a la libre expresión como lo hizo con Lydia Cacho y lo está intentando hacer en estos días en su propio estado con diversos medios de comunicación.

El gobernador Marín, que ha demostrado ser un espécimen político de otras épocas, está amenazando con el estallido de la “Puebla revolucionaria”, con la movilización social (cuando la marcha en su “apoyo” fue una muestra del más burdo acarreo) sin comprender que cada vez que se mueve se hunde más, atrapado como está en las arenas movedizas de una historia que, para él, ya jamás podrá terminar bien.

Madrazo ya se deslindó, aunque sea tímidamente de Marín, con dos buenas propuestas: que el caso vaya a la Corte y que se legisle para que este tipo de disputas relacionadas con medios, se atienda por la vía civil y no la penal. Lo hizo porque Marín ya es un lastre que no puede seguir arrastrando; el PRI no debería tardar en hacerlo, aunque algunos todavía insisten en defenderlo. Para Marín no queda más que aceptar que quizás sí el pueblo lo puso en la gubernatura pero que él mismo ha hecho lo necesario como para verse obligado a abandonar esa posición si no quiere terminar de hundirse, arrastrando con ello a su partido y candidato.

La rebelión en el CT

Por cierto, los problemas no acaban para el priismo, con el caso Nacif-Marín. Lo que está sucediendo en el Congreso del Trabajo, con la reelección impuesta de Víctor Flores, le ha generado otra división interna en un sector que ya no le da los votos d el pasado pero que es una fuente de control y de recursos importante. Hoy, incluso esa base parece estar rompiéndose. Si la candidatura de Madrazo no quiere correr la misma suerte necesita dar un golpe de timón radical en la campaña electoral. No sé si le queda tiempo y espacio para hacerlo.

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