No triunfó el efecto AMLO, pero el PRD dio un paso adelante
Columna JFM

No triunfó el efecto AMLO, pero el PRD dio un paso adelante

Los resultados del domingo en el estado de México permiten evaluar con mayor certidumbre cómo están los diferentes partidos y coaliciones de cara a los comicios de julio próximo. Cuando se habla del estado de México como un ?laboratorio? electoral se debe comprender que no se trata de que los resultados en esa entidad, la de mayor padrón electoral en el país, se repetirán en forma automática en los comicios federales, sino de observar las tendencias que allí se imponen y analizar cómo se puede reflejar ello en el ámbito nacional.

Los resultados del domingo en el estado de México permiten evaluar con mayor certidumbre cómo están los diferentes partidos y coaliciones de cara a los comicios de julio próximo. Cuando se habla del estado de México como un “laboratorio” electoral se debe comprender que no se trata de que los resultados en esa entidad, la de mayor padrón electoral en el país, se repetirán en forma automática en los comicios federales, sino de observar las tendencias que allí se imponen y analizar cómo se puede reflejar ello en el ámbito nacional.

En ese sentido y simplificando las cosas, podemos decir que el PRI mantuvo su votación del 2003 pero disminuyó el forma importante respecto a julio pasado; que el PRD obtuvo un crecimiento relativo en términos del legislativo local y las presidencias municipales, sobre todo a costa del PAN y tuvo el mejor resultado en su historia en esa entidad y que el PAN perdió posiciones y sobre todo votos. Con relación a las elecciones para gobernador de julio del año pasado, como se esperaba, el PRI perdió votos pero sigue siendo la primera fuerza electoral del estado, aunque, el PRD creció en forma importante (y en ese ámbito sí se puede decir que buena parte de los votos perdidos por el PRI fueron para el perredismo). Quizás lo más importantes para el PRD es haber ganado Ecatepec, aunque si lo analizamos con cuidado el resultado es prácticamente el mismo que hace tres años: en esa ocasión ganó el PRI por un puñado de votos, ahora lo hizo el PRD por un porcentaje también muy pequeño. Sin embargo, el haber pasado de gobernar 21 municipios a controlar 38 y pasar de diez diputados de mayoría a 17 o 18, es un fortalecimiento inocultable. Para el PRI el triunfo en Chimalhuacán es importante por la presencia creciente del perredismo en la zona oriente del estado, aunque la derrota en Ecatepec es especialmente dolorosa.

Para el PAN fue una mala elección como lo han sido todas las últimas en el estado de México: en los hechos luego de la muy mala campaña de Rubén Mendoza Ayala en julio pasado y de los problemas que venía arrastrando el PAN desde tiempo atrás en el estado, que incluyeron la desaparición del comité directivo estatal y la intervención del CEN en la entidad, no podía esperar el blanquiazul mejores resultados. Se estimaba que quizás pudiera crecer en espacios diferentes al cinturón azul o incrementar su ventaja allí. No fue así. Mantuvo los municipios tradicionales pero no incrementó su votación y, en los hechos la única victoria inesperada que tuvo fue en el municipio de El oro, pero perdió presencia en el congreso local, quedando relegado a una lejana tercera fuerza.
Cuatro temas importantes se desprenden de la elección mexiquense. En primer lugar el índice de abstencionismo: fue de 60 por ciento aproximadamente y todo indica que ése sí puede ser un antecedente a tomar en cuenta en las elecciones federales. Si analizamos el comportamiento electoral en la mayoría de los estados en casi todos los comicios del 2003 a la fecha, veremos que se repite la tendencia a un abstencionismo alto. Encuestadores como María de las Heras estiman que el abstencionismo en las elecciones federales será de aproximadamente el 50 por ciento y estos índices de participación estatales parecen asumir que sus estimaciones son muy realistas. Eso marcará la estrategia de los partidos y candidatos, porque el peso de los aparatos partidarios (como se comprobó también en el estado de México) será cada vez más importante.

Eso, en primera instancia y si mantiene aceitado su aparato después de que dé a conocer sus listas de candidatos, favorece de alguna manera al PRI, le crea algunos problemas al PRD y resulta una incógnita cómo funcionará en el PAN, aunque un abstencionismo tan pronunciado se ha demostrado que no le conviene.

Un segundo punto a considerar es el llamado efecto López Obrador. El candidato de la alianza por el bien de todos hizo campaña toda una semana en el estado de México y el PRD invirtió allí toda su estructura nacional. Tuvo buenos resultados pero estamos lejos de poder considerar, por ejemplo y como se ha dicho, que en el Edomex “triunfó el efecto López Obrador”. Dio un paso adelante muy importante el PRD, pero dista de ser definitivo. Simplemente para hacer un comparativo: en el 2000, vía el entonces llamado efecto Fox, el PAN tuvo resultados mucho mejores que los obtenidos en esta ocasión por el PRD. Entonces sería un error no considerar que el PRD avanzó considerablemente (de la mano con López Obrador) en el estado de México, pero no alcanza para decretar, ni mucho menos, un “triunfo” del mismo en el estado. Todavía el efecto López Obrador sigue sin trasminarse en muchos sectores en los estados, más aún cuando se trata de candidaturas eminentemente perredistas.

Tercer punto. En el PRI deben estar preocupados pero también pueden percibir una luz al final del túnel. El domingo en la noche estaban demasiado optimistas y dieron a conocer resultados que no se correspondieron con la realidad, horas más tarde. Pero no les fue tan mal. Es verdad que perdieron un porcentaje importante de votos respecto a las elecciones para gobernador, pero comparado con los comicios de hace tres años, para presidentes municipales y legisladores, quedaron prácticamente igual, e incluso lograron mantenerse como primera fuerza electoral (mucha gente ahora no lo recuerda pero hace seis años, en febrero del 2000, como decíamos antes, el PAN superó al PRI en estas elecciones locales). En los hechos, pese a todo lo sucedido, si el priismo logra pasar sin fracturas demasiado graves la divulgación de sus listas y, sobre todo, si Madrazo logra ponerse de acuerdo con los gobernadores de su partido, podrá dar la pelea, particularmente si los índices de abstencionismo son tan altos como se espera (o como lo fueron en el estado de México).   

Un cuarto punto: el PAN. El blanquiazul sigue sin tener una visión clara de su estrategia de campaña. Es verdad que en el estado de México se agravaron sus problemas por una descomposición añeja de sus cuadros directivos y luego de la pésima campaña de Rubén Mendoza Ayala el año pasado. Pero incluso así los resultados del domingo son preocupantes para ese partido. Se mantuvo, es verdad, en el llamado “cinturón azul” pero su capacidad de operación en un contexto de baja participación y donde era clave mostrar las capacidades de su aparato partidario, demostró fallas considerables. Tienen razón los panistas al decir que el resultado en el estado de México no tiene porqué generalizarse, pero deberían recordar, insistimos, que el PAN, hace seis años, ganó en el estado de México y ahora acabó en un tercer lugar. Eso es consecuencia, por supuesto de la desaparición del llamado efecto Fox, pero también una muestra de cómo se ha deteriorado la estructura partidaria en ese estado y cómo el CEN encabezado por Manuel Espino no ha podido reconstituir la operatividad partidaria. Y habrá que recordar que, sin contar con una votación importante en el estado de México, muy difícilmente se puede ganar la elección presidencial.

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