Elecciones, violencia y narcotráfico
Columna JFM

Elecciones, violencia y narcotráfico

La tendencia que advertimos desde enero pasado se ha cumplido plenamente: entonces dijimos que hacia fines de mes, si continuaban las tendencias electorales, las intenciones de voto de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se cruzarían y que el michoacano comenzaría a encabezar las encuestas. Así comienza a ser y ese dato ha sido devastador para la campaña del perredista, porque anula todo concepto estratégico en el que se había basado desde tiempo atrás.

La tendencia que advertimos desde enero pasado se ha cumplido plenamente: entonces dijimos que hacia fines de este mes, si continuaban las tendencias electorales, las intenciones de voto de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se cruzarían y que el michoacano comenzaría a encabezar las encuestas. Así comienza a ser y ese dato ha sido devastador para la campaña del perredista, porque anula todo el concepto estratégico en el que se había basado desde tiempo atrás: asegurar que ya había ganado y que las elecciones del dos de julio eran, casi, un paso burocrático. Y la ausencia de López Obrador en el debate es la confirmación de cómo las decisiones tomadas en el pasado, pensando que eran benéficas para su candidatura, se transformaron en graves errores ahora casi imposibles de revertir.

Ello provocará mayor claridad en la campaña, pero también mayor virulencia, sobre todo en los estados donde los espacios de poder se diputarán con violencia. Parte de esa virulencia se debe a la intervención de recursos del crimen organizado en muchas de esas campañas, recursos que, por supuesto, son imposibles de detectar por el IFE. Pero que nadie lo dude: ahí están. Un confirmación notable de ello es la noticia que publicó Excélsior en su primera plana el lunes pasado: allí se puede ver cómo el comandante de los grupos especiales de la policía municipal de Acapulco, Mario Núñez, asesina a uno de los narcotraficantes que ya había detenido, en lo que se presentó como un enfrentamiento en la zona de La Garita. Como sabemos, hace una semana, la cabeza de Mario Núñez apareció frente a las oficinas de la secretaría de finanzas del municipio (¿nadie se ha preguntado por qué frente a la secretaría finanzas del municipio?), con un cártel que decía “para que aprendan a respetar”.

¿Qué sucede en Acapulco? Durante años, la plaza del puerto fue controlada por los principales operadores de El Chapo Guzmán, los hermanos Beltrán Leyva, no sólo para la venta de drogas en ese centro vacacional sino también para el ingreso de droga por toda la costa de Guerrero. Adicionalmente, sus socios controlaban la producción de marihuana y amapola en la sierra guerrerense y michoacana (porque el fenómeno es exactamente el mismo en Guerrero que en Michoacán). Pero hubo cambio de autoridades: en Guerrero asumió el poder Zeferino Torreblanca y en Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel. Ninguno de los dos ha tenido o tiene nexos con el narcotráfico ni han tolerado esa actividad, pero no han podido controlarla porque debajo de ellos son demasiados los que sí participan en esa actividad, en gobiernos municipales y en la propia administración estatal. En el caso de Acapulco, lo que sucedió fue que con el cambio de administración, llegaron jefes policiales, como el asesinado Mario Núñez, ligados al cártel del Golfo, a Osiel Cárdenas y sus operadores, los Zetas. Pero la policía municipal sigue tan infiltrada por el narcotráfico como dividida entre la lealtad a los dos grandes cárteles. Para colmo llegó a la presidencia de Acapulco, Félix Salgado Macedonio, con oscuros antecedentes políticos y con nula capacidad (y voluntad) para enfrentar el problema.

Osiel y los Zetas tienen una vieja historia de relaciones con funcionarios medios y bajos del gobierno del DF, algunos de los cuales terminaron siendo llevados por sus jefes a esas dos administraciones estatales. Osiel controla buena parte del narcomenudeo en la ciudad de México y aquí fueron detenidas las dos células operativas que le permitían, a su vez, mantener el control de La Palma. Con el cambio de administraciones en esos estados, hacia allí dirigieron sus esfuerzos basados en contactos establecidos con anterioridad, desestabilizando, paradójicamente, a dos de los mejores cuadros que tiene el perredismo de cara al futuro. Las elecciones, la violencia, el narcotráfico, tienen más vínculos entre sí de los que las buenas conciencias creen.

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