Una alianza embarazosa y restauradora
Columna JFM

Una alianza embarazosa y restauradora

Dicen priistas y perredistas que no existe una alianza entre ellos de cara a las elecciones del próximo 2 de julio, pero aceptan, en otras palabras, que lo que han hecho es algo así como el grupo Todos Aliados Contra Calderón. El hecho es que la alianza no existe pero allí está: mientras Leonel Cota Montaño dice que el acuerdo con Madrazo lo concretó a ?título personal? Manuel Camacho, el propio López Obrador acepta en una carta dirigida al presidente Fox que el mismo era ?inevitable?. El único problema es que como casi siempre, el PRD fue el último en enterarse de las decisiones de su candidato.

Dicen priistas y perredistas que no existe una alianza entre ellos de cara a las elecciones del próximo 2 de julio, pero aceptan, en otras palabras, que lo que han hecho es algo así como el grupo Todos Aliados Contra Calderón. El hecho es que la alianza no existe pero allí está: mientras el presidente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño, dice que el acuerdo con Madrazo lo concretó a “título personal” Manuel Camacho, el propio López Obrador acepta en una carta dirigida al presidente Fox que el mismo era “inevitable”. El único problema es que como casi siempre, el PRD (y aparentemente también el coordinador de la campaña de AMLO, Jesús Ortega) fue el último en enterarse de las decisiones de su candidato.

Su gente ha dicho, en descargo de López Obrador, que éste se “molestó mucho” por el acuerdo establecido por Manuel Camacho con David Penchyna, pero lo cierto es que pasada la confusión inicial en la dirigencia perredista, López Obrador no ha expresado molestia alguna por lo acordado por su muy cercano colaborador, públicamente lo ha respaldado y Leonel Cota, obediente, corrió a las oficinas de la PGR a presentar una denuncia contra el presidente Fox por intervenir en el proceso electoral basado en el dicho, tan cuestionable como el personaje que lo emitió, de El niño verde, Jorge Emilio González de que en noviembre pasado, en una reunión privada, Vicente Fox supuestamente le propuso que se aliara con el PAN.

Tan rápido entró en operación el TUCOC que Cota olvidó un pequeño detalle: que primero tenía que presentar la denuncia el propio Niño Verde, quien, por lo menos al momento de escribir estas líneas, no lo ha hecho. Pero, además, ¿basado en qué podría presentarla? Según su dicho se trató de una plática privada, sin otros testigos: simplemente sería su palabra contra la del presidente. Desde entonces ha pasado demasiado tiempo: la plática, dice el González, se realizó en noviembre y el Niño Verde la recuerda siete meses después, exactamente el mismo día que Madrazo decide “denunciar” la existencia de una “elección de Estado”. Además, si esa fue la fecha de la plática, no puede haber intervención del presidente Fox en el proceso electoral por una sencilla razón: el mismo aún no comenzaba formalmente, inició el 20 de enero de este año. Recordemos, incluso, que para esa fecha el Verde estaba desarrollando una intensa campaña mediática para posicionar a su entonces candidato, Bernardo de la Garza y, en las semanas posteriores, hasta enero, el debate en el PVEM se dio entre los partidarios de González, que querían una alianza con el PRI, contra los de Bernardo, que preferían un acuerdo con el PAN o seguir solos en la contienda. Ganó el hijo del dueño y Bernardo simplemente tuvo que abandonar la campaña y sus actividades públicas.

Pero el hecho es que, antes que González, el presidente del PRD ya presentó una denuncia basada en los dichos, sin comprobar, de un político que el PRD siempre ha descalificado (en la mayoría de los casos con toda razón).

Para el PRD, para la propia campaña de López Obrador se trata de un error de amplias dimensiones. De la misma manera que la campaña presidencial de Madrazo no le está dando nada a sus candidatos a diputados y senadores, tampoco le aporta nada a AMLO un alianza con Madrazo y el Niño Verde, al contrario: le resta y legitima la versión, propalada por el propio Madrazo, de que simplemente son “primos hermanos”.

Tampoco beneficia, en absoluto, a un PRI, dividido, gracias a Madrazo y su equipo cercano, en por lo menos seis grupos todos muy distantes entre sí. La nueva estrategia es la de los incondicionales que se están jugando su futuro de la mano con el candidato: apuestan a anular la elección porque de esa manera piensa disimular la magnitud de su fracaso. En el propio equipo de campaña, políticos como Manlio Fabio Beltrones saben que tienen mucho mayor peso político pero mucha menos influencia en el candidato que estos personajes, y por lo tanto han tomado distancia. Los gobernadores a su vez se dividen en dos sectores: aquellos definitivamente distanciados de Madrazo, que son la mayoría y que ya han decidido concentrarse en sus propias campañas estatales, y los cercanos al candidato, casi todos ellos también damnificados por un cambio de estrategia del que tampoco fueron consultados. Existe un amplio sector de legisladores que no respaldan esta apuesta política: recordemos que Enrique Jackson es, y lo será el dos de julio, el presidente de la comisión permanente del congreso de la Unión y jugará un papel institucional clave en la jornada electoral. Finalmente, está toda la corriente, democrática liberal, como la califica Genaro Borrego, que está mucho más cerca de la candidatura de Calderón que de la de Madrazo.

Son demasiados costos que sólo pueden explicarse con la lógica de una fuga hacia delante. Porque además, es una tesis basada en una hipótesis insostenible: la de la elección de Estado. Podrá haber críticas o posiciones encontradas sobre el real o supuesto proselitismo del presidente Fox (o de Alejandro Encinas a favor de López Obrador en el DF), pero lo cierto es que para que exista una elección de estado, tiene que existir una fuerza hegemónica que tenga el control de todos los instrumentos públicos, incluyendo en ello los medios de comunicación privados y las instituciones electorales. Y no es así. Se requiere mayor seriedad política al tratar ciertos temas: el intento de desafuero de López Obrador no era un golpe de Estado, como alguno dijo; no estamos ante una elección de Estado, como dicen otros; no tenemos una democracia consolidada, pero las instituciones funcionan y lo hacen aceptablemente. Pensar lo contrario es apostar a una ilusión restauradora (cuando sí había elecciones de Estado) que termina uniendo a algunos personajes autodenominados, políticamente, como “primos hermanos”.

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