Maras y kaibiles, la violencia importada
Columna JFM

Maras y kaibiles, la violencia importada

Días pasados después de una tormenta tropical que había arrojado demasiada basura a las playas de Acapulco, los trabajadores que estaban limpiando las mismas, se encontraron con una sorpresa desagradable: dentro de una bolsa hallaron una cabeza humana. No era la primera vez que ocurría: todos recordamos cómo fueron dejadas en el mismo puerto las cabezas de otros funcionarios policiales decapitados. El método, tampoco es nuevo. La Mara Salvatrucha lo utiliza desde tiempo atrás con sus adversarios. ¿Cómo han llegado esos métodos a México? Es sencillo, han sido importados por las propias organizaciones del narcotráfico cuando trajeron a trabajar con ellos a sicarios pertenecientes a esos grupos.

Días pasados después de una tormenta tropical que había arrojado demasiada basura a las playas de Acapulco, los trabajadores que estaban limpiando las mismas, se encontraron con una sorpresa desagradable: dentro de una bolsa hallaron una cabeza humana. Estudios posteriores permitieron confirmar que era la de un funcionario de seguridad pública desaparecido desde días atrás.

No era la primera vez que ocurría: todos recordamos cómo fueron dejadas, el 19 de abril, en el mismo puerto fueron dejadas las cabezas de otros funcionarios policales decapitados, en las puertas de la secretaría de finanzas de Acapulco (y nadie ha respondido, hasta hoy, porqué allí y no frente a oficinas ligadas a la seguridad pública)

El método, tampoco es nuevo. La Mara Salvatrucha lo utiliza desde tiempo atrás con sus adversarios. Ya en los enfrentamientos ocurridos el año pasado en Guatemala, las victimas de la Mara Salvatrucha se dedicaron a mutilar y decapitar a sus adversarios. ¿Cómo han llegado esos métodos a México?

Es sencillo, han sido importados por las propias organizaciones del narcotráfico cuando trajeron a trabajar con ellos a sicarios pertenecientes a esos grupos. No es un secreto que los enfrentamientos que se suceden en Guerrero, Michoacán y Tamaulipas, son parte de la lucha entre los cárteles del Golfo y las organizaciones denominadas, en un sentido muy amplio, de Sinaloa y que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán y operan, sobre todo, los hermanos Beltrán Leyva. Lo que ha sucedido es que mientras el cártel que, en estos momentos sólo simbólicamente encabeza Osiel Cárdenas (incomunicado en el penal de La Palma), se ha hecho de los servicios de los llamados Zetas y que en los últimos tiempos ha incrementado su grupo de sicarios con incorporaciones de ex soldados de élite de Guatemala, apodados Kaibiles, los partidarios de El Chapo Guzmán, han decidido operar con mayor violencia aún, contratando en forma cada vez más activa a personajes de la pandilla de la Mara Salvatrucha, sobre todo de la MS 13, la más violenta de las organizaciones que operan bajo esa denominación.

La incorporación de estos personajes al cártel de Sinaloa comenzó en el 2004, cuando los Zetas comenzaban a doblegar a los sicarios de Sinaloa, y el principal reclutador es Manuel Aponte, un ex agente federal de Tamaulipas, que fue encargado por el cártel de Sinaloa para que incorporara a pandilleros de la Mara Salvatrucha, y así crear lo que denominaron los “nuevos Zetas” para enfrentar a los grupos de sicarios del cártel del Golfo, los famosos Zetas. La presencia del cártel de Sinaloa en toda la frontera sur del país, sobre todo en Chiapas y el control que tienen sobre las principales redes en Guatemala, les han facilitado la tarea, y han reclutado un número muy importante de integrantes de la Mara Salvatrucha que hoy operan en diversos puntos del país para los grupos de El Chapo, sobre todo, insistimos, para los hermanos Beltrán Leyva. La mutilaciones y decapitaciones son uno de los sellos de su trabajo.

Para enfrentarse a ellos, los del Golfo han recurrido a los kaibiles. Ya en agosto pasado, el San Antonio Express News informó que el departamento de seguridad interna de los Estados Unidos habían detectado que 30 ex kaibiles entrenaban en un rancho de  McAllen, Texas, a los sicarios del cártel, los Zetas (aunque ya no fueran los originales). Poco después, luego de un violento enfrentamiento, en el puerto de Lázaro Cárdenas, fueron detenidas nueve personas, entre las que se encontraba Edgar Giovanni López Reyes, un guatemalteco identificado como uno de los entrenadores de los sicarios del Golfo, al que pertenecían los detenidos. Otro comando de siete personas, fue detenido en Comitán, Chiapas: cinco de ellos eran integrantes de grupos de las fuerzas especiales del ejército guatemalteco, los kaibiles: fueron identificados como José Armando León Hernández, experto en explosivos; Selvin Camposeco Montejo, jefe de equipo; Edin José Aragón Stowolinski, piloto de las fuerzas especiales; José Ortega, también experto en explosivos y Juan Carlos de León Sosa.

Según la información disponible, en la actualidad, entre 20 y 30 miembros de los kaibiles se han incorporado a la organización del Golfo, que encabeza, ante la incomunicación de Osiel Cárdenas, Heriberto Lazcano, El Lazca, quien fue, también, el primer líder de los Zetas. Esos kaibiles fueron contratados con un salario que oscila entre los 700 y los mil dólares semanales, además de una participación en las operaciones de tráfico de drogas en las que intervengan. En los hechos han sido los kaibiles los que han ido reemplazando a los Zetas originales, que fueron diezmados por enfrentamientos con otras bandas y detenciones de las fuerzas de seguridad.

En ese contexto debe entenderse el enfrentamiento que se está dando en diversos puntos del país y particularmente en Guerrero, Michoacán y Tamaulipas y por ello también el nivel desusado de violencia e incluso el olvido de las elementales reglas del juego que, con todo, habían seguido los propios grupos criminales en el pasado. Un ejemplo es lo sucedido luego del enfrentamiento del 27 de enero en La Garita, en Acapulco, cuando murieron cuatro miembros del equipo de Guzmán Loera. Entre ellos, fue rematado en el suelo uno de sus lugartenientes, Carlos Landeros, apodado El Kalín, por el comandante del grupo relámpago de la secretaría de protección y vialidad del puerto, Mario Núñez Magaña. Tres meses después, la cabeza de Núñez Magaña apareció clavada en un barandal de la secretaría de finanzas del municipio. Los ejecutores fueron los sicarios de la MS 13, contratados por el cártel de Sinaloa, orquestando una venganza pero también colocando en otro nivel los enfrentamientos entre las dos organizaciones criminales, incluyendo las fuerzas policiales que trabajan para uno u otro bando. Y los informes de inteligencia federal consideran que será en Michoacán donde se escenificarán los próximos enfrentamientos entre Maras Salvatruchas y kaibiles. No es una buena noticia.

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