El factor Cárdenas y el tres de julio
Columna JFM

El factor Cárdenas y el tres de julio

En un ambiente electoral tan contaminado como el que estamos viviendo, con campañas a punto de concluir sin que se hayan establecidos lazos mínimos entre los diferentes candidatos; con un IFE que ha sufrido más de lo que hubiera debido para sortear los escollos del proceso; con un tribunal electoral al que le ganan las ansias protagónicas; con un presidente de la república cuestionado por algunos de los actores por haber tomado partido; las preguntas que debemos hacernos son dos: ¿cómo será el tres de julio y quiénes establecerán los lazos para restañar las heridas, muy profundas, que ha dejado este proceso?

En un ambiente electoral tan contaminado como el que estamos viviendo, con campañas a punto de concluir sin que se hayan establecidos lazos mínimos entre los diferentes candidatos; con un IFE que ha sufrido más de lo que hubiera debido para sortear los escollos del proceso; con un tribunal electoral al que le ganan las ansias protagónicas; con un presidente de la república cuestionado por algunos de los actores por haber tomado partido; las preguntas que debemos hacernos son dos: ¿cómo será el tres de julio y quiénes establecerán los lazos para restañar las heridas, muy profundas, que ha dejado este proceso?

Uno de esos personajes que podrán tanto restablecer lazos como asumir un papel de componedor en lo que suceda después de las elecciones, sobre todo, si se expresan inconformidades graves, será Cuauhtémoc Cárdenas. El fundador del PRD, no es ningún secreto decirlo, está muy distanciado del candidato de su partido; no está de acuerdo con varios de los puntos programáticos claves de López Obrador y ambos se tienen una profunda desconfianza personal. Pero la legitimidad moral de Cárdenas es superior a la de López Obrador y gane o pierda el tabasqueño, el factor Cárdenas será utilizado, fuera y dentro de su partido, para tratar de recobrar los equilibrios.

En los últimos días Cárdenas ha estado en medios; estuvo en el foro de Biarritz en Sao Paulo; se reunió con el presidente de Brasil, Luis Inácio Da Silva, Lula. En México ha tenido encuentros, después del debate, con Felipe Calderón y con el jefe de gobierno capitalino, Alejandro Encinas. Dijo que antes se había reunido con Roberto Madrazo, y si bien aseguró que con la única que no se había encontrado formalmente, fue con Patricia Mercado, lo que dejaría entrever que debe haber tenido alguna reunión con López Obrador, lo cierto es que ésta no se ha registrado, por lo menos en los últimos tiempos.

Platicaba con Cárdenas y el ingeniero está convencido de que las elecciones del dos de julio serán limpias. No ve ningún nubarrón en el proceso electoral en sí e incluso señala que es absurdo que los partidos firmen un pacto de civilidad que, a lo único que los obliga es a respetar la ley, algo que evidentemente deben hacer. Recordó el 88 y para él, no existe ningún elemento que asemeje esta situación con aquella. Por eso, ese día, me dijo, reconoceré el triunfador que señalen las autoridades electorales, “me guste o no el resultado”. Pero Cárdenas se ve más activo a partir del tres de julio. Considera que se está integrando una gran corriente nacional, con personajes provenientes de distintos orígenes políticos, que está harta de las descalificaciones y de la ausencia de “cómos” en las propuestas partidarias y se plantea participar en ella para tratar de encontrar puntos de consenso que permitan sacar adelante una agenda común, nacional, que pueda transitar hacia el futuro. Cárdenas no se ve fuera del PRD pero tampoco en la campaña de López Obrador. No lo dice pero resulta evidente que considera que nadie ganará con mayoría absoluta y podrá garantizar la existencia de una mayoría legislativa. Pero no apuesta tanto a las reformas como a la política, a los acuerdos que permitan que con éstos u otros instrumentos el país siga avanzando.

La paradoja es que luego de muchos años de vida política en la que Cárdenas fue percibido como un hombre que podía  implicar un regreso al pasado, hoy para muchos de esos mismos sectores, resulta un punto de referencia para el futuro y un interlocutor más que válido. Son numerosos los empresarios, por ejemplo, que luego de reunirse con Cárdenas, terminan hablando de su sentido de Estado y su visión aguda de las cosas, se compartan o no sus puntos de vista. Se debe reconocer que el propio Cárdenas ha aprendido: también por una de esas extrañas paradojas de la política, hoy Cárdenas se paree más en su discurso, en su forma de abordar las cosas a aquel del 88 o el 97, cuando ganó el DF, que al que no pudo avanzar en las elecciones del 94 y 2000.

Otro de esos hombres que serán importantes a la hora de negociar el futuro es don Luis H. Alvarez. Acabo de leer su libro de memorias y allí don Luis expresa con toda transparencia, su forma de ver las cosas. Pero el capítulo más importante es, precisamente el del 88, cuando Alvarez era presidente del PAN, y toda la operación institucional que se dio, involucrando, por supuesto al propio Cárdenas, a Manuel Clouthier e incluso en un primer momento a Rosario Ibarra, para encontrar una salida que no deviniera ni en crisis ni en violencia, en un diálogo, en muchas ocasiones muy ríspido con el gobierno de Miguel de la Madrid y con el equipo de Carlos Salinas. Todos se reunieron, todos operaron, todos sabían que no se debía abrir el camino a la violencia. Don Luis y el PAN decidieron reconocer al gobierno salinista con aquella frase salida de la pluma de Carlos Castillo Peraza de que un gobierno ilegítimo se podría legitimar con sus acciones y planteando una agenda común que en buena medida se cumplió en el futuro. Cárdenas no aceptó un acuerdo de ese tipo y emprendió la larga marcha de crear el PRD y consolidarlo como un partido político. Pero nunca decidió, al contrario, romper con las instituciones.

Hoy preocupa lo contrario. Tanto en el PRD como en el PRI la apuesta pareciera pasar por el desconocimiento del proceso y un salto al vacío institucional, con todos los costos que conllevaría. Incluso en el círculo cercano a López Obrador se establece como un principio “no repetir un 88” en el sentido de no aceptar una salida que no pase por el reconocimiento de su triunfo. Coincido con Cárdenas, hay cosas que no me gustan del proceso electoral o de las instituciones, mucho que debe cambiar, pero nada indica que el tres de julio no tendremos un ganador legítimo. El camino para acortar las diferencias, para sanar heridas, pasará por la política y un uso correcto, conciente de las instituciones, aunque algunos estén apostando a detonarlas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil