Diálogo y negociación, ¿con quién?
Columna JFM

Diálogo y negociación, ¿con quién?

En la ?asamblea informativa? del domingo López Obrador elevó un nivel más la escalada declarativa: ya no sólo desconoció a las autoridades electorales, ya no sólo aseguró que hubo fraude en la elección, sino que, además, llamó a la ?resistencia civil pacífica?, igual que cuando ordenó tomar los pozos petroleros en Tabasco. Y una vez más todo lo hizo sin mostrar una sola prueba de sus dichos.

En la “asamblea informativa” del domingo (¿cómo hizo la SSP-DF para calcular un millón 200 mil manifestantes cuando, con motivo de la marcha contra la inseguridad, ellos mismos dijeron que en el Zócalo caben, como máximo, 180 mil personas?) López Obrador elevó un nivel más la escalada declarativa: ya no sólo desconoció a las autoridades electorales, ya no sólo aseguró que hubo un fraude generalizado en la elección, sino que, además, llamó a la “resistencia civil pacífica”, igual que cuando ordenó tomar los pozos petroleros en Tabasco. Y una vez más todo lo hizo sin mostrar una sola prueba de sus dichos: había asegurado que este domingo mostraría pruebas del fraude y no hubo tal, las pruebas deben estar guardadas en la misma caja fuerte en la que está escondida la famosa encuesta que nadie conoció y que le daba diez puntos de ventaja. Tampoco ha mostrado pruebas en su impugnación ante el Tribunal: como ya lo hemos comentado, lo que se presentó son 800 páginas de opiniones imposibles de documentar como pruebas y que van desde acusaciones a cantantes de corridos por mofarse del “Peje” hasta quejas porque algún comunicador criticó a su candidato. En ese contexto, resulta inconcebible que gente seria como Carlos Monsivais se termine prestando ya no sólo a apoyar esta opereta de mal calidad y sin sustento ético alguno, sino también prestándose a la guerra sucia contra Patricia Mercado e incluso siendo “orador”  en los mítines del ex candidato perredista.

Las demandas de López Obrador no pueden atenderse como él lo pide. Tiene, por supuesto, todo el derecho a recurrir al Tribunal Electoral, pero no tiene derecho a decir que incluso si le conceden su exigencia de contar, nuevamente, voto por voto, no reconocerá el resultado si él no es el ganador, porque la elección ya es “ilegítima”. No tiene derecho a considerar ilegítima a una elección que fue en muchos sentidos ejemplar, como la enorme mayoría de los observadores nacionales e internacionales la calificaron. No tiene derecho a exigir que se cuente voto por voto, cuando ya en dos ocasiones se hizo ese conteo, además de que, como han señalado muchos observadores, si se consintiera es capricho (porque al no tener una sola prueba del supuesto fraude la petición no puede calificarse de otra manera) se descalificaría todo el sistema electoral mexicano y la participación de la ciudadanía: el conteo se realiza de esta manera, por ciudadanos observados por representantes de todos los partidos, en cada una de las 135 mil casillas, para evitar que, como en el pasado, se pudieran concentrar todos los votos en un solo ámbito y, además, para que el conteo sea lo más democrático y amplio posible. Esa participación ciudadana es la base del sistema electoral que hemos construido a lo largo de casi 30 años de transición. Y ese sistema es el que se quiere cargar López Obrador porque no puede aceptar que perdió. Si ese sistema se ha corrompido, según el propio ex candidato, entonces ¿quién contará los 44 millones de votos?¿los siete miembros del tribunal?. Además, ¿por qué se tiene que aceptar un nuevo conteo que resulta ser, precisamente, una de las causas de nulidad de la elección como ocurrió en Tabasco en el 2000?. Y por último ¿qué sentido tiene aceptar el capricho si, finalmente, el propio AMLO dice que si no lo favorece el resultado no lo aceptará?. Insistimos, López Obrador lo que quiere es literalmente tomar el poder, hacerse de él, con o sin elecciones, con o sin instituciones. Si tuviera un sector militar que lo apoyara, en nada se diferenciaría de Hugo Chávez.

Por eso la demanda de contar voto por voto que incluso personajes serios han avalado como una forma de concluir con este intento de crisis, resulta inviable en términos de política real. Lo mismo que la demanda, que también han hecho personajes serios, responsables, de que Felipe Calderón se siente a “platicar” con el tabasqueño. En principio nadie podría estar en desacuerdo con que la política es, en esencia, la capacidad de diálogo, de establecer acuerdos incluso para procesar los desacuerdos, el establecimiento de reglas comunes que sólo se pueden compartir si fueron previamente asumidas por los diferentes actores, la instrumentación de los principios con base en lo posible. Todo eso y más es la política pero ¿cómo dialogar con alguien que se niega a hacerlo?¿cómo dialogar con un personaje que no acepta ninguna otra salida a la situación que él mismo ha creado, que no sea la entrega del poder en sus manos?¿cómo dialogar con un hombre que no conoce ni acepta reglas ni espacios para ese diálogo?. La intención es buena, pero el problema es que López Obrador no quiere dialogar y nunca ha querido, no es un síntoma nuevo de una personalidad de por sí difícil de analizar y encuadrar. No quiso dialogar jamás en Tabasco, ni dentro ni fuera del PRI; no quiso dialogar como presidente del PRD; no quiso dialogar como jefe de gobierno del DF (en los cinco años que estuvo al frente de esa dependencia jamás se reunió, ni una sola vez, con los partidos de oposición en la capital); no quiso dialogar como precandidato, y los que ahora le reprochan a Cuauhtémoc Cárdenas que no hubiera apoyado con entusiasmo a López Obrador olvidan que el tabasqueño no quiso ni sentarse a dialogar con Cárdenas y mucho menos debatir ya no la candidatura sino, como pedía Cárdenas, la propuesta de programa partidario; no quiso dialogar como candidato con sus iguales e incluso se negó a ir a uno de los debates. 

Ahora, en torno a la jornada electoral dijo, primero, que reconocía el resultado, no lo ha hecho; en la propia elección jamás se presentó una queja de irregularidades, tampoco en el conteo hasta que descubrió que había perdido y todo se convirtió en un inmenso fraude. Impugna ante el Trife pero dice que aceptará el resultado sólo si él gana. ¿Qué se puede negociar con López Obrador que no sea la graciosa entrega del poder en sus manos?

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