Muñoz Ledo y el ?pinochetazo?
Columna JFM

Muñoz Ledo y el ?pinochetazo?

En estos días se han visto cosas difíciles de catalogar, como a Carlos Monsiváis, haciendo de jilguero en un mitin en el Zócalo, hemos visto a Elena Poniatowska descubrir la militancia política y bloquear las oficinas de Banamex en el Centro Histórico. Pero nada es más sorprendente que el texto, en muchos sentidos cercano al suicidio intelectual, de Porfirio Muñoz Ledo en la edición internacional de El País del miércoles pasado. Dice Muñoz Ledo que lo que se busca es establecer un ?gobierno dinástico? como el del PRI, que dure 70 años aprovechando los altos precios del crudo.

En estos días se han visto algunas cosas difíciles de catalogar, como a Carlos Monsiváis, haciendo de jilguero en un mitin en el Zócalo y acusando de “traidora” a Patricia Mercado por no haber apoyado a López Obrador (¿tan difícil es comprender que Patricia es una mujer de izquierda y Andrés Manuel representa el neoconservadurismo populista?, por todo el respeto y afecto que le tengo a Carlos Monsiváis, esos textos y aquellas arengas me producen el mismo efecto que leer los poemas que Pablo Neruda le dedicaba a José Stalin); hemos visto a Elena Poniatowska descubrir la militancia política y ahora, como “activista”, bloquear las oficinas de Banamex en el Centro Histórico. Pero nada es más sorprendente que el texto, en muchos sentidos cercano al suicidio intelectual, de Porfirio Muñoz Ledo en la edición internacional de El País del miércoles pasado.

Siempre he considerado a Muñoz Ledo como uno de los políticos más inteligentes y cultos de este país, pero también he pensado que esa inteligencia se ha convertido en el mayor enemigo, siempre, del propio Muñoz Ledo. Por la sencilla razón de que suele considerarnos a todos los demás casi como estúpidos, incapaces de alcanzar su nivel y se siento con el poder de decir la mayor barbaridad esperando que nadie le debata. Y esa soberbia intelectual lo ha llevado a cometer errores políticos monumentales, desde defender a Luis Echeverría en torno a la masacre del 68 hasta descubrir que Fox es casi la representación del fascismo después de ser durante más de cuatro años su embajador ante la Unión Europea y haber luchado, infructuosamente, durante todo ese tiempo, por una posición en el gabinete. El texto en El País, es un notable error más.

Dice Muñoz Ledo que lo que se busca es establecer un “gobierno dinástico” como el del PRI, que dure 70 años aprovechando los altos precios del crudo. No aporta una sola prueba de su dicho, ni siquiera contempla el hecho de cómo se puede establecer un gobierno dinástico cuando Felipe Calderón obviamente no fue el candidato de Vicente Fox o cuando la diferencia entre los dos principales candidatos es de 250 mil votos, o cuando nadie tiene siquiera mayoría en el congreso. Compara el intento con los gobiernos de Sadam Husein y Hugo Chávez, diciendo que la dinastía puede consolidarse con la manipulación de los recursos petroleros, sin asumir que la de Irak era una abierta dictadura, y Chávez es un aprendiz aventajado de dictador, que hoy tiene un congreso cuyos partidarios ocupan el 100 por ciento de las curules. Incluso desconoce Porfirio que los ingresos petroleros en México son un componente mucho menor en nuestras finanzas que en Irak o Venezuela, y que hay un congreso que controla su utilización. En el ámbito electoral dice algo que acaba de descubrir: que el proceso estuvo viciado “de principio a fin”. ¿Cuándo, cómo, porqué?. No lo dice, tampoco lo dijo, ni una vez, antes del dos de julio. Habla de la “insurgencia ciudadana” y la “sensación generalizada de haber sido víctimas de una elección de Estado”, pero resulta que las encuestas que se han levantado hasta ahora (y coinciden en ello las de Reforma, Gea-Issa y Ulises Beltrán y asociados, entre otros), en lugar de avalar esa posición lo que demuestran es que el apoyo a López Obrador ha disminuido y que hoy sólo un 25 por ciento de la población apoya su posición, o sea que en apenas dos semanas, el tabasqueño ha perdido el 8 por ciento de sus electores. Las encuestas también demuestran que el IFE y el TRIFE tienen un muy alto nivel de aceptación, tres veces más que el apoyo a López Obrador. Que éste tenga el respaldo del 25 por ciento de la población es un capital político, pero no se debería olvidar que hay un 75 por ciento que no lo apoya ni a él ni a sus propuestas.

Para Porfirio ésta fue una elección “ideológica”, con la cual se busca crear “una democracia hemipléjica” (sic) donde “sólo la derecha pueda ejercer el poder”. Otra vez ¿con base en qué puede decir algo así, cuando poco menos de un tercio del congreso lo ocupa la izquierda que gobierna, además, varios estados y la capital del país?. Es una tontería. Dice Porfirio que “la globalización se ha vuelto para algunos incompatible con la democracia por las enormes desigualdades que genera y el dramático debilitamiento que sustenta”. Hace seis años opinaba exactamente lo contrario, por eso apoyaba a Fox y por eso se fue de embajador a Bruselas.

Pero lo más grave, insultante para quienes conocieron y vivieron de cerca los golpes militares del cono sur de América Latina en los años 70, es que Porfirio asegure, sin sustentarlo tampoco en lo más mínimo, que “algunos hablan de un pinochetazo incruento, cuanto menos hasta ahora”. Si hubiera un poco de sentido común se tendría que comprender que un “pinochetazo” es inconcebible sin violencia, pero es más, Muñoz Ledo está comparando con un golpe de estado criminal una elección que estuvo marcada por todo lo contrario de lo que implicaría un golpe militar: una elección en la que participaron 44 millones de electores, en la que participaron en su organización un millón de ciudadanos, otro millón de representantes partidarios, organizada por un ente público y autónomo, con base en un sistema electoral diseñado a prueba de fraudes. Una elección en la cual nadie tuvo mayorías y el lopezobradorismo no ha podido presentar una sola prueba del supuesto fraude. Es más, en su texto, Porfirio habla del fraude “cibernético” que su jefe, el mismo lunes, aceptó que no existió.

Muñoz Ledo, tan amante de la cultura francesa, me recuerda a Zidane en la final contra Italia: es una pena que una carrera controvertida pero brillante, termine con un cabezazo brutal, absurdo, que no le permita jugar con dignidad sus últimos minutos en el campo de juego.

PD: como tendrían que hacer algunos de nuestros políticos, nos vamos unos días de vacaciones. Nos reencontraremos en este mismo espacio la primera semana de agosto. Gracias.

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