El plantón de los sueños rotos
Columna JFM

El plantón de los sueños rotos

En su ?boulevar de los sueños rotos?, Joaquín Sabina dice que por allí ?pasan de largo los terremotos y hay un tequila por cada duda?. Pero en ?el plantón de los sueños rotos?, ese que paraliza el Centro Histórico de la ciudad de México y el Paseo de la Reforma, nada parece consolar a los dirigentes del lopezobradorismo y al propio ex candidato.

En su “boulevar de los sueños rotos” (un tema dedicado a Chavela Vargas), Joaquín Sabina dice que por allí “pasan de largo los terremotos y hay un tequila por cada duda”. Pero en “el plantón de los sueños rotos”, ese que paraliza el Centro Histórico de la ciudad de México y el Paseo de la Reforma, nada (ni el tequila) parece consolar a los dirigentes del lopezobradorismo y al propio ex candidato. En la locura maximalista en la que se han encerrado no hay salida posible: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación concedió, en una decisión insólita porque se realiza como una acción judicial, la apertura de casi doce mil casillas, que son casi dos tercios de las impugnadas por la coalición por el bien de todos. Para cualquiera sería un enorme triunfo, pero no para López Obrador que se lanzó contra el Tribunal y las instituciones a las que ahora “de la manera que sea” piensa nada más y nada menos que “purgar” y “refundar”.

Peor aún: llevamos ya dos días de conteos y no pasó nada, los números apenas si se movieron, lo que se descubrió fueron errores matemáticos o de procedimiento menores, que no han alterado en nada el resultado electoral. En el distrito 15 del DF donde se había centrado el llamado “recurso madre” que demostraría, según López Obrador y acólitos que lo acompañan, el “fraude electoral” no sólo no se demostró éste en absoluto sino que terminó aumentando la cuenta de Felipe Calderón en un par de votos. Y lo mismo está sucediendo en todas y cada una de las casillas revisadas.

Como el argumento del “fraude cibernético” y el “fraude a la antigüita” ya no sirve, ahora los lopezobradoristas han vuelto ha mostrar sus cartas. Durante el conteo distrital pidieron que se abrieran distintos paquetes electorales, a lo que accedieron las autoridades del IFE. Cuando comenzaron a pedir que se abrieran prácticamente todos los paquetes, las autoridades electorales no accedieron a ello porque en la solicitud estaba la trampa: en el 2000, en la elección estatal en Tabasco, pidieron que se abrieran casi el 60 por ciento de los paquetes electorales y luego, con el argumento de que esos paquetes estaban abiertos, pidieron la anulación de la elección, lo que el Tribunal Electoral aceptó invocando la famosa “nulidad abstracta”, una decisión que el propio Trife tuvo que revisar y reglamentar después, porque había sido, muy probablemente, un exceso jurídico. Ahora se intentó hacer lo mismo y se argumenta que, para justificar la nulidad del proceso, hay paquetes electorales abiertos. Y sí, hay paquetes electorales abiertos en las casillas que los propios perredistas solicitaron que se abrieran en el conteo distrital del miércoles 5 de julio. En todo caso, lo importante no es eso sino que los datos del acta firmada por los representantes de casillas y de los partidos en la noche del dos de julio, de la cual tienen copias las autoridades electorales y partidarias, coincida con la de la casilla y con los votos allí localizados. Y esa coincidencia es la que está confirmando este nuevo recuento. Lo otro es un intento más de confusión deliberado, un argumento insostenible.

El hecho es que en la medida en que concluye este conteo en las casillas impugnadas por la alianza por el bien de todos y las cifras no se modifican, López Obrador se ha quedado sin argumentos. Su popularidad cae día con día, el apoyo escasea, el plantón en la ciudad de México es un gran campamento donde hay muchas carpas y más policías que manifestantes y su equipo ya no sabe qué hacer para no caer en contradicciones y mantener viva una causa que ya murió.

Así además de quejarse por los paquetes abiertos que ellos mismos solicitaron abrir en su momento, Jesús Ortega, por ejemplo, asegura que ni Dolores Padierna ni Carlos Imaz son representantes del lopezobradorismo en el recuento ordenado por el Trife, pero resulta que ahí están las fotos de ambos, la primera en la delegación Cuauhtémoc y el segundo en Monterrey, representando a la coalición. Así, Alejandro Encinas (posiblemente el que, junto con López Obrador, mayor capital político ha perdido con todo esto) dice que está “en contra” del plantón porque sería “esquizofrénico” si estuviera a favor del mismo. Pues que Encinas se busque rápido un psiquiatra, porque su diagnóstico es acertado: si no está a favor del plantón lo disimula perfectamente bien, porque todas y cada una de las medidas adoptadas por el gobierno capitalino han tenido como objeto beneficiar a los manifestantes. Incluso en los primeros días del mismo Encinas dijo, públicamente, no sólo que lo apoyaba sino también que si tenía que pagar un costo político por ello estaba dispuesto a asumirlo. El problema es que ahora, como ha comenzando a pagarlo y a un precio altísimo, ya quiere bajar los costos. Pero ha quedado atrapado entre su responsabilidad y el chantaje de los duros que sólo están esperando a ver quién es el primero que se deslinda del ex candidato para denunciar al “traidor”…y luego seguir el mismo camino sin cargo de conciencia.

Lo que está en el fondo del tema y que ha sido un tema recurrente en la práctica política de López Obrador es que existe entre un desconocimiento y un desprecio por la legalidad básica del Estado, que permea todas sus acciones. Ello viene desde aquellas tomas y marchas de López Obrador en Tabasco, hasta su designación como candidato al GDF cuando no cumplía con los requisitos legales para ello, hasta sus controversias y rechazos a cumplir con la ley durante su gestión en el DF y ahora su negativa a aceptar que perdió la elección y no puede hacer nada para evitarlo. Claro, ante ello sólo queda el argumento de “purgar” y “refundar” las instituciones. O “sorprenderse”, porque la Suprema Corte amparó a Oscar Espinosa después de años de procesos inútiles, porque el gobierno capitalino, simplemente ignoró la ley al procesarlo, ya que no tenía atribuciones para ello.

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