La presidencia vuelve a Los Pinos
Columna JFM

La presidencia vuelve a Los Pinos

Poco a poco, y sobre todo con la designación del gabinete político, comienza a perfilarse con claridad cómo entiende el ejercicio del poder el presidente Calderón. Si el gabinete económico estuvo constituido por profesionales con experiencia y de un perfil técnico alto, y el gabinete social por operadores en general discretos políticamente, en el gabinete político se conjugó lo que quiere el presidente: tener cerca a sus más cercanos colaboradores, lo que le garantiza lealtad, en un contexto de trabajo muy controlado y centralizado.

Poco a poco, y sobre todo con la designación del gabinete político, comienza a perfilarse con claridad cómo entiende el ejercicio del poder el presidente Calderón. Si el gabinete económico estuvo constituido por profesionales con experiencia y de un perfil técnico alto, y el gabinete social por operadores en general discretos políticamente, con la excepción de Josefina Vázquez Mota, que tendrá que lidiar con una fuerza tan poderosa como el SNTE, y Alberto Cárdenas, que tendrá la nada fácil tarea de hacer viable al campo mexicano, en el gabinete político se conjugó lo que quiere el presidente: tener cerca a sus más cercanos colaboradores, lo que le garantiza lealtad, en un contexto de trabajo muy controlado y centralizado. En la administración saliente hubo demasiados funcionarios que llegaron sin una relación política con el presidente, hubo demasiadas deslealtades, muy poco control y la centralización brilló por su ausencia. Por esas razones la presidencia perdió, en buena medida, el poder real: Calderón parece estar dispuesto a recuperarlo.

En Gobernación no hubo sorpresas: Francisco Ramírez Acuña llega con un encargo muy directo, restablecer el estado de derecho y el respeto a la ley. El propio Calderón abordó el punto más débil del ex gobernador al indicarle que tiene que actuar con pleno respeto a los derechos humanos. Evidentemente se habló también de la relación con los gobernadores y con el congreso, pero el encargo para Ramírez Acuña es el orden. Habrá que ver con quiénes trabajará el ex gobernador y, sin duda, se deberá analizar el gabinete de seguridad, que se dará a conocer hoy (o mucho más probablemente mañana jueves) para ver cómo puede funcionar en esa posición y cuál es el esquema adoptado. Nadie duda de la cercanía y la confianza del próximo secretario con el presidente Calderón, y ayer cuanto tuve oportunidad de entrevistarlo, dos cosas fueron claras: llega a esa posición por la confianza presidencial, pero el futuro mandatario no le debe nada a Ramírez Acuña. No está pagando ninguna deuda añeja. Y el propio ex gobernador se encargó de decir, desde ya, que tampoco llega a esa cartera con apuestas futuras.

Pero si para saber cómo funcionará Gobernación tenemos que saber quiénes ocuparán las áreas de seguridad, una parte de su labor como engranaje del poder queda definida con la creación de la oficina de la presidencia y la designación de otro cercanísimo colaborador de Calderón, Juan Camilo Mouriño, al frente de la misma. No había duda alguna de que Mouriño trabajaría junto al presidente en Los Pinos, lo que sí es novedad es que se reafirme tanto esa posición como para institucionalizarla y darle un rango público. En los hechos, las responsabilidades de esa oficina serán muy similares a las de su similar en la Casa Blanca. Entre las atribuciones que Mouriño desempeñará se encuentran la de “asegurar” el cumplimiento de las metas y objetivos fijados por el presidente a las distintas secretarías; “coordinar” las labores presidenciales; “evaluar” el desempeño de las distintas carteras pero, sobre todo “establecer la relación directa” del presidente con los partidos políticos, el congreso y los gobernadores. En otras palabras: la operación política continuará en Gobernación pero parte de la relación de los poderes y los partidos con el Ejecutivo será directa, se irá a Los Pinos. No es un cambio menor.

Como tampoco lo son las funciones que cumplirá Germán Martínez en la Función Pública. Germán es un hombre de toda la confianza del actual presidente. Ello se refleja en un punto: lo que anunció Germán para la SFP excede las atribuciones tradicionales de la propia secretaría. Función Pública (y antes la Contraloría) se creó, efectivamente, para combatir la corrupción pero siempre fue una suerte de supervisora de cuentas y un instrumento para revisar el pasado. Martínez se plantea, ni más ni menos, recuperar ese 11 por ciento del PIB que se pierde en las redes de la corrupción. Sólo ese capítulo es una tarea titánica. Se propone también controlar el gasto gubernamental, hacerlo más eficiente y agilizar la relación de la ciudadanía con todos los ámbitos de la administración, tareas que ahora tenía la llamada oficina de innovación gubernamental de Ramón Muñoz. La idea no es repetir la obsesiva mirada hacia atrás que ha caracterizado a las anteriores administraciones, sino mirar hacia delante. Una cosa no está reñida con la otra, pero no son lo mismo.

En la cancillería, el nombramiento de Patricia Espinosa es un reconocimiento al servicio exterior de carrera, pero, también, una designación que permite consolidar al hombre de confianza de Calderón en ese ámbito que es, como lo anunció el propio presidente electo, Arturo Sarukhán, que irá a la embajada en Washington. La embajadora Espinosa es una mujer de amplia experiencia en Europa y en los organismos internacionales que garantizará un manejo cuidadoso y eficiente de las relaciones exteriores. Pero en su caso, queda claro que la relación con Estados Unidos pasará, en muy alta medida, por Sarukhán (y por ende por el propio Calderón).

El presidente electo no ha cambiado: apostará por los suyos, como hizo en la precampaña y la campaña electoral. En donde no ha contado con personajes cercanos ha colocado (o colocará, como seguramente sucederá en el gabinete de seguridad) a profesionales del área, que tendrán un control estrecho desde Los Pinos. Y en ese mismo sentido, será un gabinete de transición, porque, como ocurrió en la campaña, no dudará en deshacerse del que no cumpla con los objetivos encomendados. Las cartas son bastante claras para el presidente y para sus colaboradores. En ese sentido, es una buena noticia para el restablecimiento institucional de una presidencia que se había desfigurado hasta convertirse en casi irreconocible.

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