Ebrard: neoconservadurismo, seguridad y populismo
Columna JFM

Ebrard: neoconservadurismo, seguridad y populismo

Alejandro Encinas, que concluyó un período de gobierno en la capital que comenzó con muchas expectativas y terminó con la peor calificación que ha tenido un gobernante capitalino desde que el PRD se hizo cargo del mismo en 1977, acusó a quienes consideran que la ciudad se ha endeudado y que la inseguridad sigue siendo un tema que el gobierno no ha sabido ni querido enfrentar. Ebrard comenzó también con claroscuros, hay muchos y comienzan por su propio gabinete. Buena parte de los integrantes son políticamente desconocidos.

Alejandro Encinas, que concluyó un periodo de gobierno en la capital que comenzó con muchas expectativas y terminó con la peor calificación que ha tenido un gobernante capitalino desde que el PRD se hizo cargo del mismo en 1997, acusó a quienes consideran que la ciudad se ha endeudado y que la inseguridad sigue siendo un tema que el gobierno no ha sabido ni querido enfrentar, simplemente de ignorantes. Encinas que festinaba el lunes en su último informe los éxitos del “populismo”, fiel al mismo simplemente mentía, no proporcionaba cifras reales, no abordaba los muchos claroscuros de los últimos seis años, descalificaba a sus adversarios sin darles la categoría suficiente siquiera para discrepar con él, y confirmaba, una vez más, que sólo había gobernado para los suyos, incluyendo el abierto apoyo gubernamental a la campaña de López Obrador. Demostración de esa forma de ejercer el poder, su secretario de gobierno anunciaba que no habría ningún dispositivo especial de seguridad en torno a la Asamblea Legislativa para la toma de posesión de Marcelo Ebrard. Pero, en realidad, al mediodía del lunes cientos de granaderos ya tenían ocupada toda la zona y el mismo martes, mientras Ebrard tomaba posesión, se daban duros enfrentamientos entre los policías del DF y los manifestantes del Frente Francisco Villa en una parte del centro y con los de los 400 Pueblos en otra. Había sido, simplemente, la mentira final de un sexenio para olvidar.

Ebrard comenzó también con claroscuros. Ejemplos hay muchos y comienzan por su propio gabinete. Buena parte de los integrantes son políticamente desconocidos, con poca experiencia en el ramo. Habló de austeridad (y su partido criticó el plan de austeridad dado a conocer por el presidente Calderón el domingo) pero Marcelo creó cuatro nuevas secretarías, institutos y coordinaciones que no tienen razón de ser, salvo la repartición de posiciones a grupos antagónicos. O sea que aumentará el ya excesivo gasto corriente de la ciudad. En el propio gabinete, las carteras más cercanas al propio jefe de gobierno, fueron para los suyos que, aunque en su mayoría son desconocidos en el mundo político, son confiables: en la secretaría de gobierno, José Avila, un hombre conservador, lo mismo que el procurador Rodolfo Félix Cárdenas, ambos egresados de la Libre de Derecho. En la secretaría de Finanzas colocó a un joven asesor, Mario Delgado, proveniente del ITAM. Ninguno de ellos tiene ni siquiera una remota filiación con el PRD. En otras palabras, en política y finanzas, el gobierno de Ebrard será conservador. En seguridad pública se ratificó a Joel Ortega, y se dijo que era una forma de evitar que tuviera que ser ratificado por el presidente Calderón. En realidad, existía ya un acuerdo con el nuevo secretario de seguridad pública federal, Genaro García Luna y con el director de la Agencia Estatal de Investigación en el estado de México, Wilfrido Robledo, para que repitiera Ortega con quien confiaban que sí podrían coordinar esfuerzos. Las denuncias contra Gabriel Regino, que éste identificó como “fuego amigo”, posiblemente lo fueron pero también se basan en datos reales e imposibles de explicar por el ex subsecretario de seguridad capitalino y constituyeron un magnífico instrumento para que Ebrard pudiera deshacerse de un personaje que simplemente no es funcional.

Casi todo el resto del gabinete, Ebrard se lo dejó a los peores grupos del PRD, representados en el bejaranismo, que tiene por lo menos cinco posiciones en el nuevo gobierno, incluyendo las áreas de política social, encabezados por Martí Batres. ¿Qué mejor ejemplo de cómo se manejarán las cosas en este sentido que la declaración de Ebrard de que mantendrá sin aumento el precio de la leche Liconsa en el DF, como lo ordenó López Obrador, para financiar lo cual pedirá recursos extras… al gobierno federal?. Conservadurismo en política, coordinación y mayor eficiencia en la seguridad y populismo en lo social, será la receta del nuevo gobierno capitalino, en un gabinete de compromiso que durará demasiado, por lo menos si se quiere que funcione con cierta coherencia.

Con todo no dejan de llamar la atención dos cosas que demuestran que Ebrard ya ha definido sus enemigos internos: si bien habló, muy de pasada, de Cuauhtémoc Cárdenas, no se dignó siquiera a nombrar entre sus antecesores a Rosario Robles, quien sigue siendo la perredista que tuvo los más altos índices de popularidad en el GDF (y sin cuyo apoyo López Obrador jamás hubiera ganado la elección del 2000), y a la corriente más poderosa en el perredismo, Nueva Izquierda, simplemente no le dio nada, salvo una coordinación por crear para Jesús Zambrano, quien ni siquiera fue al acto de presentación del gabinete. Ebrard sabe que Jesús Ortega buscará la presidencia del partido y es de antaño un adversario de peso, que tiene fuerte presencia en la Asamblea Legislativa. No hubo nada para él en el gabinete.

Hay, con todo, elementos que permiten tener mejores expectativas en el discurso de Ebrard. Los siete ejes que presentó para normar su labor no son errados (aunque la propuesta, añeja, de crear el estado 32 en el DF no debería ser viable mientras ésta sea la sede de los poderes de la Unión) y demuestran que tiene mucho más sentido de la utilización de las políticas públicas que sus antecesores inmediatos.

Sin embargo, sigue existiendo una omisión que podría marcar, como sucedió con López Obrador y Encinas, toda su gestión. Ni siquiera se habló de transparencia y de revelar cómo se utilizan los recursos públicos en el DF. Quizás no puede hacerlo porque de esa manera revelaría, también, los malos manejos en los que incurrieron López Obrador y Encinas. Esperemos que, por lo menos en su gestión, sepamos en dónde y cómo se gastan los recursos públicos. No es mucho pedir.

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